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Qué se juega cada fuerza en la Legislatura

Con el resultado de las elecciones de este domingo, el oficialismo deberá renovar 40 de las 63 bancas en juego, número que ascendería a 45 si se tienen en cuenta a los bloques aliados al kirchnerismo como Nuevo Encuentro o bancadas unipersonales que abrevan en el FpV. Es decir, que el kirchnerismo pone en juego el 63 por ciento del total de escaños que se eligen en estas elecciones legislativas.

Cambiemos, disperso en la actualidad en cuatro bancadas diferentes, debe revalidar 6 de los 17 escaños que posee, aunque la posibilidad de que todos los bloques se unifiquen dependerá de la suerte electoral de la candidata a gobernadora del espacio, María Eugenia Vidal. En este marco, el radicalismo, pone en juego 4 de los 10 escaños que posee actualmente, mientras que Juntos por Buenos Aires -compuesto por dirigentes cercanos al macrismo- debe revalidar una de los cinco escaños, mientras que Espacio Abierto – que responde al intendente de San Isidro, Gustavo Posse- solo una banca.

Distinta es la realidad del Frente Renovador, que logró la mayoría de los escaños actuales gracias a su buena performance de 2013. Golpeado por las más de 10 fugas que sufrió este año, el massismo solo pondrá en juego este año tan solo 8 de las 29 bancas que posee, todas ellas logradas cuando aún formaba parte del FpV. En tanto, Progresistas debe validar cinco de las diez bancas con las que actualmente cuenta.

El panorama en cada Cámara

En Diputados, el oficialismo arriesgará 25 de las 44 bancas que posee y sustentan buena parte de su predominio actual, mientras que el Frente Renovador juega cinco de sus 19 escaños y el FAP igual número sobre 9 integrantes. El radicalismo, por su parte, deberá validar tres de sus siete bancas y el denarvaísmo -en extinción- tendrá que renovar sus tres escaños, mientras que Nuevo Encuentro tendrá que hacer lo propio con sus dos representantes en la cámara Baja.

En la cámara Alta la vara para el kirchnerismo será aún más alta: deberá revalidar 15 de los 23 escaños en juego, número que asciende a 18 si se cuentan a los bloques unipersonales surgidos del éxodo massista, ahora aliados. Al igual que en Diputados, el Frente Renovador solo juega tres de las 10 bancas que le quedan, mientras que el radicalismo y Juntos por Buenos Aires tendrán que validar una senaduría cada uno.

A caballo de la muy buena performance electoral de Daniel Scioli y Cristina Fernández, el kirchnerismo había hecho una histórica elección seccional en 2011, obteniendo 47 de las 69 bancas en juego (26 de diputados y 21 de senadores). Sin embargo, el “cisma” del FpV a partir de la irrupción del massismo en 2013 le arrebató la hegemonía y lo dejó como primera minoría en ambas cámaras, con un margen escasísimo en el Senado.

Los avatares de la política, no obstante, hicieron que el kirchnerismo volviera a mostrar una foto casi calcada al inicio de 2012, con un marcado predominio en ambas cámaras legislativas.

Es que las fugas protagonizadas por dirigentes del massismo hacia el Frente para la Victoria le “devolvieron” buena parte del caudal obtenido en las elecciones de 2011, y ahora el oficialismo controla, junto a aliados, 46 bancas de Diputados (la mitad exacta del recinto) y 28 de Senadores (la mitad más uno, si se cuentan 23 propias, una aún indefinidas y cuatro “satélites” productos de recientes salidas del massismo).

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