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“Corea del Centro” y la incomodidad creciente del periodismo

Por Ana Paolini

¿Como se defiende hoy la libertad de prensa en medio de un contexto de despidos, achiques, aprietes, denuncias de persecución, blindajes, complicidades y falta de capacidad crítica?

I. Origen

El creador del concepto fue Diego Papic en Twitter pero fue acuñado por primera vez por fuera de la red social por Luis Majul en una nota del diario La Nación del 25 de mayo pasado. Según Majul, el periodismo de "Corea del Centro" es un periodismo demagogo que se disfraza de moderado y que se ocupa de poner en una balanza los hechos de corrupción de uno u otro Gobierno (el anterior o el actual) para que nadie lo pueda tildar de hacer periodismo K o anti K.

Con esos argumentos, propios de una fantasía simplificadora, la nota no hacia otra cosa más que reforzar e impugnar cualquier intento del periodismo por salir de la polarización creciente. Y además, basándose en una suerte de corruptódromo, no era tan legítimo criticar al gobierno de Cambiemos porque dos años con corrupción no son lo mismo que doce.

Nada menos que Majul acusando de ineficaces a los intentos de la prensa de salirse de los extremos cuando recibió pauta oficial o estuvo involucrado en negocios mediáticos con el Gobierno de turno.

Dos días después, el director del diario Perfil, Jorge Fontevecchia, le contestó molesto: "Para ser un buen periodista hay que rebelarse al cómodo monologuismo del discurso dominante, que sólo retroalimenta el cambiante humor social de cada época. En la Argentina actual, la posición contracíclica en periodismo es justamente ser “Corea del Centro".

Lo que Fontevecchia declaraba como "Corea del Centro" era salir de la zona de confort de la grieta. También resaltaba como algo llamativo que la campaña electoral de las legislativas de Cambiemos, lejos de diferenciarse del kirchnerismo, también hacia uso del concepto amigo-enemigo de Schmitt. Y no era para menos, porque la campaña anterior que llevó a Macri al sillón de Rivadavia abogaba por lo contrario. Recordemos aquella frase del spot del 2015: "Por eso quiero unir la Argentina con una democracia más sana. Donde nadie que piense distinto se sienta perseguido".

La discusión siguió en términos más duros en otra nota titulada "Blindaje mediático". Lo que ahí exponía Fontevecchia era la alarmante pasividad del periodismo para ser crítico con el oficialismo cuando lleva poco tiempo en el poder y dejaba leer entre líneas que muchas veces eso se debía a que el periodismo había sido "comprado".

II. Punto de inflexión

El montaje cirquero de la detención del Pata Medina fue el comienzo. Muchos de los que disfrutaban del show entendieron que adjudicarle el adjetivo "circo" era una forma de justificar corrupción, cuando era solamente una forma de percibir que se cocinaba cierto goce en la condena social.

"Si no les podés dar pan, dales presos" circulaba en Twitter. La serie que comenzó con el Pata, siguió con De Vido y hace unos días con Boudou -y no sabemos cuantos episodios y temporadas tiene- está dedicada a una buena parte del electorado más fiel y es una forma de entender la corrupción que tiene dobles varas.

En septiembre, Verbitsky escribía en Página 12 una columna denunciando un apriete por la publicación del blanqueo que molestó al Presidente: "El relator de fútbol que distribuye por televisión las informaciones y opiniones que le suministran los servicios oficiales dijo que es intención oficial que el próximo sindicalista privado de su libertad sea Víctor Santa María", dueño actual del periódico.

Lo que aparentaba ser una rencilla entre periodistas pasó a ser mucho más grave cuando -a pocos días del triunfo de octubre, sin Navarro y con el grupo Indalo casi en manos amigas- Macri denunció a las "mafias del periodismo" y no quedaba claro si se refería a empresarios mafiosos o periodistas opositores.

Asís salió a bancar a Navarro, Edi Zunino se ponía crítico en la revista Noticias, María O´Donnell decía que "el periodismo opositor se está extinguiendo" y Marcelo Longobardi consideraba que a Mauricio "se le fue la mano".

III. ¿A dónde vamos?

Les guste o no les guste a los oficialistas, CFK dijo algo cierto en una entrevista con Luis Novaresio: "En mi gobierno me dijeron yegua, puta y montonera. No quiero vivir en un país en el que te meten presa por no estar de acuerdo con él", refiriéndose a Macri y la decisión de Bullrich de meter preso a un tuitero que lo amenazó.

Al antecedente de lo que el periodismo opositor calificó de persecución, apriete o incomodidad, según corresponda, se le agregaron más voces que denunciaban los atajos judiciales peligrosos sin precedentes que pusieron detrás de las rejas al ex Vicepresidente o al exministro de Planificación. Voces como la de Tenembaum o incluso Carlos Pagni.

Tenembaum también se mostró preocupado por la creciente concentración de medios en sectores afines al Gobierno, mientras otros van cerrando. Respecto del accionar judicial dijo: "¿Esto es una sucesión de hechos de Justicia o es una venganza contra opositores? Para que toda la sociedad esté convencida de que es lo primero y no lo segundo, los procesos tienen que ser serios, debe ser excepcional que se detenga a alguien sin condena".

Por esos días se conocieron al menos dos casos de censura, uno en Córdoba y otro en Entre Ríos, más otros dos de patoterismo explícito contra periodistas, ejercido ya no por trolls -esas cuentas virtuales que sean bots o fanáticos, se sabe que existen al analizar datos en las redes pero que no tienen institución ni organismo oficial que los avale- sino por funcionarios de Cambiemos, incluido el ahora electo diputado Fernando Iglesias.

El sábado se entregaron los premios Martín Fierro de radio. Sietecase no puedo llegar a recibirlo y una de sus compañeras leyó un texto denunciando la situación apremiante de varios medios, donde no cesan los despidos y los cierres (situación que para analizar como corresponde habría que remontarse a la crisis que ocasionó en el periodismo la era digital). Según algunas versiones, fue el puntapié de una pelea entre Diego Leuco y un productor. Reynaldo se la pasó todo el fin de semana desmiento en redes que no había sido él ni sus compañeros.

Andahazi salió a decir hace horas que Corea del Centro no existe y más o menos, que no vale la pena su existencia porque es una boludez, en una nota del portal Infobae. Trató de sicaria a la mujer que recibió el premio por "La inmensa minoría" y leyó desde el escenario. Ernesto Tenembaum le contestó: "¿sicaria? Será alguien que no piensa como vos".

María O´Donnell también escribió una nota ayer resignificando a Corea del Centro, asumiéndose como parte de ese colectivo como lo hizo Fontevecchia y disputándole la simplificación y el concepto a Majul.

Y Longobardi denunció macartismo en su programa de radio: "me da la impresión de que en esta discusión empieza a haber de parte de algunas personas de la envergadura intelectual de Andahazi o de el nivel de Majul, gente que empieza con una cuestión macartista" . "No me gusta ni la caza de brujas, ni la policía política, ni el macartismo, aún proviniendo de mis más queridos amigos" finalizó.

Ante un escenario cada vez más hostil y con menos recursos habrá que repensar que estrategias debe tomar el periodismo que no sea complaciente ni reproduzca la polarización.

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