Ni plan V ni plan B: el macrismo vive al día y sólo piensa en aguantar

Por Andrés Fidanza
María Eugenia Vidal visitó el jueves una hogar municipal para chicos pobres, ubicado en Morón. Lo hizo a raíz del día internacional contra el maltrato infantil. Antes había anunciado una serie de medidas para las pequeñas y medianas empresas; y también para favorecer un consumo congelado. Pero después bajó el perfil de golpe: lo desnacionalizó, al cancelar su gira cordobesa junto a Mario Negri.
Fue un intento de desactivar la presión del círculo rojo para que ella sea la candidata a presidenta, en lugar de un desgastado Mauricio Macri. Parte de ese favoritismo se escenificó el martes pasado en el salón Versailles del hotel Alvear. Fue durante el almuerzo del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CICyP). Con la gobernadora como oradora central, la mesa para doce costaba 100 mil pesos. Los 368 empresarios presentes convirtieron al encuentro en el segundo más concurrido, después del que tuvo a Macri como estrella en un lejanísimo 2016.
El presidente del Consejo, Daniel Funes de Rioja, arrancó elogiando la “calidad de gestión y visión de liderazgo” de Vidal. Para el CEO de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi, ella mostró “el camino a seguir”. Ante la pregunta de al menos 15 ejecutivos, la gobernadora se vio obligada a aclarar que “tenemos un candidato a presidente definido”.
El cafetero Martín Cabrales insistió en radio Futurock que la gobernadora “cae muy bien” entre empresarios. Algunos editorialistas también enumeraron los beneficios del giro de postulaciones. La UCR tampoco descarta que la gobernadora aspire a más. El senador Julio Cobos se animó a darle entidad a la versión: “Si el rumor aparece es porque se escucha también desde sectores económicos. Vidal tiene buena imagen. Lo veo como una posibilidad”.
Días antes de la reunión de Vidal con los empresarios en el Alvear, una encuesta de Isonomía había encendido las alarmas del establishment local. Según la consultora que suele trabajar para el macrismo, Macri estaba nueve puntos abajo de Cristina Kirchner en un hipotético balotaje.
“El núcleo duro de Cambiemos está conformado por un 24 por ciento, si tomamos el parámetro del 2015. Su segundo anillo es el antiperonismo: alrededor de un 35 por ciento. Y el tercero es el que les permitió ganar el ballotage. Ese es el que ahora está más comprometido. Quizás Vidal sea una mejor representante para ese anillo”, opina el consultor Javier Correa.
En adelante, la gobernadora hará un equilibrio peligroso entre distintos movimientos: la diferenciación sutil que establece entre su figura y la del presidente; el acompañamiento electoral a Macri, que necesita su apoyo para tener chances de ser reelecto; y el despliegue de su propia campaña bonaerense en búsqueda de un nuevo mandato. El abismo del fracaso plano, sin embargo, está a un paso.
“En este momento Vidal tiene comprometida su reelección. Si la medís sola en el escenario bonaerense, empata o pierde, dependiendo del adversario. Y a nivel nacional tiene 50 por ciento de imagen negativa, contra un 40 de positiva. No es la María Eugenia de hace un año atrás”, afirma el encuestador Hugo Haime.
En Casa Rosada insisten en que el problema no se soluciona con un simple cambio de nombres. Se refieren al de Vidal por el de Macri. En parte tienen razón: la decisión de bajar la candidatura de la principal figura de Cambiemos podría marcar el derrumbe definitivo de ese espacio. Lejos de ser garantía de éxito electoral, la propuesta del círculo rojo podía acelerar la caída.
Por eso se dedicaron a confirmar el liderazgo y la candidatura de Macri. Desde el jueves, el presidente, Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña machacaron con ese libreto en una ronda mediática. El objetivo fue mostrar a un oficialismo activo, optimista y que, pese a la caída evidente en las encuestas, todavía se siente en carrera.
El viernes, Macri repitió ese discurso ante sus ministros, en la quinta de Olivos. Les pidió que comuniquen tranquilidad a los votantes y los reafirmó a todos dentro del gabinete. El mensaje del presidente incluyó una confesión: el macrismo no cuenta con plan un B económico y tampoco con uno político. Macri ni siquiera considera la posibilidad de reemplazar algún ministro: a esta altura sería casi imposible que una figura de peso, una capaz de calmar a los mercados por su mera presencia, acepte sumarse al elenco de gobierno.
En adelante, la hoja de ruta se limita a resistir, a seguir a los tumbos hasta el cierre de listas. Después, proyecta morder un balotaje contra Cristina Kirchner, aún a costa de perder la gobernación bonaerense. Una vez en esa situación, Macri espera ser electo por descarte y ganar por medio gol de ventaja. La pregunta sobre cómo sería un segundo mandato cambiemita, tras un triunfo ajustado, con minorías parlamentarias, la macroeconomía en llamas y ya sin el handicap de la paciencia social, no tiene respuesta aún. En realidad, nadie se la formula. En la Rosada viven al día, y nadie piensa más allá de aguantar lo que venga en las próximas semanas. Un aguante casi futbolero, pero sin hinchada propia.