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Gasoducto Presidente Néstor Kirchner: una mirada desde la geopolítica y el desarrollo nacional

La inauguración del primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner, el pasado 9 de julio, constituyó el punta pié inicial para una obra que una vez concluida en su totalidad tendrá un impacto que aun no ha sido del todo dimensionado, pero que se puede anticipar, colocan a nuestro país en una situación mas que prometedora a la hora de pensar, en mirada prospectiva, un modelo de desarrollo con mayor soberanía y justicia social.

Por Ignacio Corradi

El acuerdo de París suscrito en 2016 por nuestro país sintetiza una larga trayectoria cronológica de acuerdos, protocolos y convenios previos tales como el de Montreal y el de Kioto. Desde hace ya unas décadas vienen alertando sobre las transformaciones nocivas que se producen en nuestro planeta y con evidentes efectos sobre el medioambiente, entendiendo al mismo como el conjunto de componentes físicos, químicos, biológicos y sociales capaces de causar efectos directos e indirectos en un plazo corto o largo, sobre los seres vivos y las actividades humanas. Los objetivos que se desprenden de este acuerdo implican reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) tales como el metano, o el dióxido de carbono (CO2). Los mismos son generados por modos de producción con matrices energéticas contaminantes de la capa de ozono que son variables determinantes del calentamiento global. Dado que el petróleo, el carbón y el gas las principales fuentes de energía de tipo no renovables utilizadas a escala global desde hace ya más de 100 años y que en la opinión de algunos sectores de la comunidad académica y científica ha dado lugar a una nueva era denominada  ̈antropoceno ̈. Según este concepto-diagnóstico el ser humano se convirtió en una fuerza con capacidad transformadora de alcance global y geológico. En este sentido los combustibles fósiles junto a sus derivados industriales están dejando una huella planetaria imborrable con consecuencias económicas y sociales, los “tecno fósiles”, que son fósiles producto de la industria y tecnología humanas. Entre los objetivos inmediatos y prioritarios del acuerdo de Paris, figuran limitar el aumento de la temperatura por debajo de los 2 grados con la intención de limitarlo a 1,5. Para ello es necesario lograr  y consolidar un nuevo sendero tecnológico que permita la transición sobre todo a los países en vías de desarrollo a un nuevo paradigma tecno productivo amigable con el medioambiente. Dicho paradigma permitiría en definitiva, un desarrollo sostenible y revertiría los efectos nocivos del cambio climático. Cabe destacar que este compromiso asumido por el país (que representa menos del 1% de las emisiones mundiales) está en perfecta sintonía y  refuerza lo establecido en el artículo 41 de nuestra Constitución Nacional.

Dicho artículo de nuestra CN establece el derecho a un medioambiente sano, equilibrado y óptimo para el desarrollo humano, permitiendo la satisfacción de las necesidades presentes sin comprometer las de las futuras generaciones, obligando además a las autoridades a tomar las medidas necesarias en función de este objetivo, reforzando de esta manera  los compromisos asumidos en la agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas (ONU). 

En este sentido, la inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), representa para la Argentina una oportunidad muy importante en la presente coyuntura de transición energética global.  Por un lado permitirá afrontar los compromisos ambientales asumidos y a su vez generar las condiciones para una política de desarrollo sustentable con fuerte impacto interno en lo que hace al encadenamiento y traccionamiento de industrias y generación de empleo. Pero también permitirá afrontar ciertos desequilibrios macroeconómicos y otros de tipo coyuntural (como la actual sequía en el campo) en base a la exportaciones derivadas del mismo, generando por un lado las necesarias divisas hoy escasas (con el agravante de que el retorno del país al Fondo Monetario Internacional durante el gobierno de Mauricio Macri, suma una enorme presión extra a las reservas del Banco Central a la hora de afrontar los distintos pagos de vencimiento de deuda) y también por la vía de un sustancial ahorro de las mismas, en especial considerando que argentina lleva varios años importando combustibles, mas puntualmente el GNL por barco y el gas proveniente de Bolivia, cuya producción está en declive, requiriéndose un urgente sustituto en el mediano plazo a fin de evitar inconvenientes.

En este sentido se proyecta que una vez concluidas la totalidad de las obras complementarias, con el GPNK se ahorrarán anualmente divisas por el equivalente a u$s4.300 millones.  Del análisis de  la matriz energética nacional se desprenden algunos datos altamente positivos si la comparamos con la de otros países incluso los mas desarrollados, por empezar hay una incidencia extremadamente baja del carbón, una fuerte participación del aporte hidroeléctrico y una preeminencia del gas natural con una importante proyección de producción en base a la explotación no convencional de la formación geológica de Vaca Muerta. Este primer dato no es menor, el gas natural se postula como una fuente de energía de transición por sus menores niveles de emisión, teniendo un horizonte de utilización bastante extendido.   Muchos países del mundo, sobre todo algunos importantes en vías de desarrollo, están optando por esta fuente de energía para descarbonizar sus matrices energéticas, reemplazar paulatinamente al petróleo y continuar apalancando su crecimiento . Pero también en los países desarrollados se está marcando esta tendencia. Desde la misma Unión Europea (UE) resaltan el rol clave del gas (y también de la energía nuclear) como energía verde de transición, que por sus bajas emisiones permitirá a futuro cumplir con los objetivos fijados de emisión cero.  

A modo de ejemplo podemos citar obras estratégicas análogas al GPNK en otras partes del mundo, algunas ya ejecutadas y otras en distintas fases de estudio. Una de estas obras gasíferas estratégicas es el gasoducto “Nord Stream”, construido conjuntamente entre Rusia (uno de los principales productores mundiales de este recurso) y distintas empresas alemas. Este estratégico gasoducto submarino que atraviesa el Mar Báltico tiene un futuro incierto, ya que se encuentra envuelto en el centro del conflicto geopolítico actual que involucra a Europa y Rusia con motivo de la actual guerra en Ucrania. Pero lo que merece destacarse es que su paralización (sabotaje de por medio) tuvo graves consecuencias sociales y económicas, obligando a varios países de la unión europea (especialmente a Alemania quien además renuncio precipitadamente a su programa nuclear) a recurrir masivamente al carbón mucho más contaminante, viéndose peligrar así los objetivos establecidos en materia ambiental para la próxima década. Otra obra gasífera de gran envergadura es el gasoducto Ruso-Chino denominado “Poder de Siberia”, una obra que recorre unos 3000 kilómetros y que prevé suministrar 38.000 millones de metros cúbicos de gas al año al pujante mercado Chino desde la Siberia Rusa. China es la segunda economía del mundo y uno de los principales generadores de gases de efecto invernadero, su urgencia por descarbonizar su matriz de energía la volcó a respaldarse en el gas como fuente accesible y eficiente para la transición. Siguiendo con Rusia vale la pena mencionar también al gasoducto “Turk Stream”, que cruzando el Mar Negro provee de gas a Turquía. Otra obra gasífera de envergadura es el proyectado gasoducto “EastMed” en el Mediterráneo, que partiendo de Israel prevé recorrer 2000 km hasta Europa. Finalmente cabe mencionar la obra del gasoducto que proyecta conectar Nigeria con Europa bordeando la costa oeste africana y que de concretarse seria el gasoducto submarino más extenso del mundo.  En este sentido el gas se perfila como la gran continuidad en materia de hidrocarburos a nivel mundial y en especial para Vaca Muerta en las próximas décadas, considerando la abundancia constatada de este recurso en la formación geológica patagónica (2da reserva de shale gas del mundo solo superada por la cuenca de Permian en los EEUU) pero también en otras áreas gasíferas del país como en la cuenca austral con el desarrollo de vega pléyade (impulsado durante el segundo gobierno de CFK) y el actual proyecto offshore fénix frente a las costas de Tierra del Fuego.  En este contexto, la obra del GPNK permitirá además de abastecer al mercado interno a precios razonables, exportar gas a través de los puertos del sur de la Provincia de Buenos Aires, especialmente de Bahía Blanca donde hay un importante polo petroquímico. Por otro lado reforzará la integración energética con los países de la región, en este sentido hay un fuerte interés de países como Brasil, la primera economía de la región, integrante de los BRICS (grupo al que nuestro país aspira a ingresar) y socio estratégico en el ámbito del Mercosur, a punto tal que manifestó su interese para financiar el segundo tramo del GPNK. También Uruguay y Chile tienen fuerte interés y necesidad por el gas neuquino e incluso la misma Bolivia, productor histórico de gas hoy en notable declive que podría aprovechar parte de su propia infraestructura de gasoductos ociosa para recibir el gas de vaca muerta y transportarlo hasta Brasil. Pero también hay gran interés de potenciales clientes extracontinentales. En este aspecto el GPNK tiene una ventaja significativa desde el punto de vista geopolítico, y es que a diferencia de otras obras similares algunas de ellas mencionadas, el gasoducto argentino se halla fuera de las zonas que hoy están envueltas en serios conflictos o bien caracterizadas por cierto marco de inestabilidad crónica como ser África o Medio Oriente, donde la probabilidad de riesgos en forma de enfrentamientos armados que pongan en peligro las infraestructuras energéticas y el flujo de los vitales recursos energéticos está siempre presente y ejemplos de ello hay varios tanto pasados como recientes.  

En este sentido el GPNK permite al país por un lado garantizar la soberanía y seguridad energética propia al no depender de fuentes de abastecimiento externas ni quedar rehén de coyuntas externas complejas, tanto de conflictos regionales como de alteraciones bruscas en los precios, y  por otro lado posiciona al país como un proveedor confiable para el resto de los países en un contexto global de alta inestabilidad.  En este punto llegamos al núcleo de la cuestión, el país debe aprovechar sus dotaciones en recursos naturales que en muchos casos conforman su matriz energética para apalancar un modelo de desarrollo sustentable y compatible con los desafíos en materia ambiental. Retomando el interesante artículo de los autores Coatz y Schteingart titulada “Que modelo de desarrollo para la Argentina”, estos proponen una vía de desarrollo que combine la potenciación de los recursos naturales y la diversificación de la matriz industrial. Siguiendo dicha propuesta, el país tendría que optar por un modelo de desarrollo en el cual se aprovechen algunas de las potencialidades de la matriz energética, generando encadenamientos bidireccionales hacia atrás y hacia adelante con otros sectores productivos, industriales, científicos y tecnológicos. En el caso del gas se debería apostar a su industrialización y valor agregado mediante la construcción de las plantas de licuefacción. Esto sumado a la conclusión de los diversos gasoductos proyectados o en marcha, no solo nos permitirá exportar de forma competitiva a un demandante mercado mundial si no también permitiría el abaratamiento de los costos productivos en el mercado interno. Esto traccionaría a otras importantes industrias del país, algunas de ellas ya bastante desarrolladas, donde existen ciertas capacidades acumuladas y que son intensivas en demanda energética. Algunos ejemplos son: la metalmecánica, la química, petroquímica, industrias del aluminio, metalúrgica, automotriz, la importante y clave industria de fertilizantes con empresas clave como Profertil, proveedores de GNC para el transporte tanto terrestre como marítimo etc., el impacto puede ser enorme. No obstante, una reflexión final en relación a los recursos naturales y retomando las palabras que dijera la vicepresidenta Cristina Kirchner el pasado 9 de julio con motivo de la inauguración del GPNK, es que estos , por sí solos no constituyen una salvación para el país, contrariamente a ciertos discursos y postulados mesiánicos que nos vaticinan que tal o cual actividad o sector vendrán en nuestra “salvación”. Lo cierto y comprobado es que ni el denominado “campo”, ni vaca muerta, ni el petróleo offshore, ni el litio, ni la minería constituyen por sí mismos una solución milagrosa de nuestros problemas estructurales como país. La argentina se debe ante todo una estrategia nacional de desarrollo. En ella es imprescindible contar con un estado activo, que planifique las distintas dimensiones de la economía y que logre la articulación de los distintos actores y sectores estratégicos del país en función de dicha estrategia, para ello como indicara la vicepresidenta , es necesario dejar de lado los prejuicios y postulados maniqueos sobre lo público y lo estatal, entendiendo la sinergia que generan ambos cuando trabajan conjuntamente en pos de un objetivo común. Así lo entendió el primer peronismo cuando en 1947 encaro la por entonces inédita y desafiante obra del gasoducto de Buenos Aires a Comodoro Rivadavia, en aquella oportunidad la iniciativa estatal fue acompañada del sector privado.
En relación a los hidrocarburos, la Argentina debe aprovechar el momento actual y buscar los mecanismos institucionales y financieros (con la creación de algún tipo de fondo soberano de inversión) para reinvertir divisas en empresas tecnológicas que generen soluciones para un desarrollo sustentable con impacto directo en la generación de empleos de calidad, tal como mencionó la vicepresidenta de la nación. Una de las variables principales que caracteriza al común de los países desarrollados es su elevada inversión en investigación y desarrollo (I+D) en proporción a su PBI, lo que les permite generar conocimientos e innovación comercializables y las muy importantes patentes. Nuestro país tiene la ventaja de que ya cuenta tanto con universidades como con instituciones científicas y tecnológicas probadamente capaces.  En este aspecto el rol de empresas clave como es el caso emblemático de YPF en el presente escenario de transición es crucial. La empresa se ha diversificado en los últimos tiempos creándose Y-TEC (brazo tecnológico en conjunto con el CONICET), YPF Luz, YPF Litio e YPF agro, atendiéndose así nuevas necesidades. A poco de cumplirse los 100 años de su fundación, su misión histórica hoy se ve resignificada y revalorizada de cara a los enormes desafíos que el país y el mundo tienen por delante. Pero pese a los vaivenes y cambios acontecidos en la empresa, cuya recuperación demostró a la luz de las circunstancias actuales, ser una de las medidas más acertadas de los últimos tiempos, el objetivo señalado por Mosconi de convertir a YPF en una herramienta de liberación económica y de mejora de la calidad de vida de los argentinos es irrenunciable e impostergable. Aunque la situación actual del país presenta aspectos preocupantes en especial desde que la gestión de Mauricio Macri decidiera poner al país nuevamente en la senda del adeudamiento y la especulación financiera, es alentador saber que aun se cuenta con las herramientas institucionales, los recursos humanos y naturales para transformar positivamente esta realidad. Esto desde luego es condición necesaria pero no suficiente, se requiere ante todo de una voluntad política que como dijera Cristina en su último acto en la Plaza de Mayo, nos haga dejar de lado para siempre esa vocación histórica de conformarnos con ser el Potosí del mundo y nos ponga en la senda que recorrieron todos los países hoy desarrollados.

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