Ciertos actores de la política que en los medios de comunicación se dicen opositores y en el Congreso acompañan las iniciativas antipopulares de Cambiemos, han encontrado una estrategia hábil para mantener ese doble estándar.
Sergio Massa, Diego Bossio y Margarita Stolbizer, por mencionar algunas de las figuras legislativas de mayor relevancia mediática, han accedido a sus escaños con propuestas electorales distintas a las de Cambiemos (el caso más grosero es el del antecesor inmediato de Emilio Basavilbaso en la Ansés, quien es diputado merced a integrar la lista del Frente para la Victoria, una fuerza radicalmente opuesta al macrismo). Sin embargo, apenas pasada la elección de 2015 y todavía un año y pico más tarde, actúan como un apéndice del bloque oficialista.
Obviando la demagogia que exhiben en épocas de contiendas electorales, a la que seguramente recurrirán en la campaña que se aproxima, acompañan en el Parlamento al proyecto político que encabeza Mauricio Macri, agregando siempre un matiz de “críticas” a cada una de las iniciativas que después terminan apoyando.
Entre las medidas del ajuste que contaron con el acompañamiento legislativo de estos sectores se puede mencionar el ruinoso e injustificado acuerdo con los fondos buitre, la flexibilización jubilatoria mal llamada de ‘reparación histórica’, la reducción de impuestos progresivos a los sectores más ricos, la autorización a un endeudamiento descontrolado o la laxa modificación del impuesto a las ganancias. No se incluye la nueva ley de ART puesto que, enojados con el Ejecutivo, estos opositores se abstuvieron, aunque previamente firmaron el dictamen de mayoría en la comisión correspondiente y garantizaron el quórum para que el proyecto pudiera tratarse en el recinto.
Pero como se dijo anteriormente, deben aparentar ser oposición, y para eso emplean dos métodos. En primer término, acuerdan con el macrismo la incorporación de artículos disparatados en los proyectos de ley para después salir a criticarlos. De esa forma alegan que aprueban las leyes porque se incluyeron sus pedidos y los miembros de Cambiemos logran una imagen de dialoguistas receptivos, aunque el contenido antipopular de esos proyectos nunca se revisa ni modifica.
Más tarde salen a criticar al Gobierno y a ‘denunciarlo’ en hechos de escasa importancia económica para los intereses de los funcionarios. El caso más reciente fue el de la modificación a la movilidad jubilatoria, repudiada hasta por integrantes de la coalición gobernante por “imbancable”. No obstante, cuando se elimina la gratuidad de decenas de medicamentos del PAMI, de cambiar las moratorias por la pensión universal por debajo de la mínima, de subir la edad jubilatoria de las mujeres que no lleguen a tener todos los aportes, y de rematar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, no sólo no dicen nada sino que también acompañan.
Cuando no hay dinero en juego, Macri es más flexible a retroceder y la oposición oficialista a criticar. En cambio, una vez conocida la noticia de la condonación de $70.000 millones al Grupo Macri por la deuda del correo, tardaron casi 24 horas en reaccionar y ahora celebran la vuelta “a fojas cero”, como si una persona que es descubierta cuando apunta con un arma al empleado de un banco para asaltarlo, pudiera deponer su actitud y alegar que como no tomó el dinero “no hubo consumación” y que todo fue un error.
Una oposición que en los medios pide consideración por los más vulnerables pero calla cuando se le regalan $19.000 millones a las compañías eléctricas. Que exige transparencia y cuidar lo que es de los argentinos, pero mantiene un silencio cómplice sobre el vaciamiento de Aerolíneas Argentinas y los beneficios a las empresas Avianca y Fly Bondi, vinculadas a Macri y Mario Quintana respectivamente.
Oposición que se ha llenado la boca hablando sobre la lucha contra la corrupción y no dice nada del Presidente participando activamente de sociedades offshore en guaridas fiscales, o del titular de la AFI contradiciéndose a cada instante cuando se conoció que obtuvo cinco, no una, transferencias de un acusado por el Lava Jato (a excepción de Carrió quien sí lo denunció resultado de sus internas con sectores de la inteligencia más que de su vocación por la honestidad).
Massa, Bossio y Stolbizer se autodefinen como dirigentes con sensibilidad social y miran para otro lado cuando el gobierno elimina el plan Remediar que daba cobertura médica a quienes no tenía recursos, o reducen en $67 millones el presupuesto para implementar políticas de género.
“La única verdad es la realidad”, decía Juan Domingo Perón, y la realidad es que la restauración conservadora encabezada por Mauricio Macri cuenta con mayoría parlamentaria gracias a decenas de legisladores que en el recinto olvidan sus posiciones mediáticas y levantan la mano junto al oficialismo.
No es necesario que los diputados de la oposición digan ‘Cristina conducción’: alcanza con que voten a favor de la gente. Nada más.
FUENTE: La CÁMPORA