Por estas horas, Sergio Massa define su futuro. En realidad, define dentro de las pocas opciones que le quedan: en un contexto de crisis casi terminal, el dilema es cómo minimizar las pérdidas.
Una situación a la que Massa, cuya carrera fue históricamente en ascenso, no está muy acostumbrado.
Son días decisivos para todo el espectro electoral, tanto nacional como provincial y municipal. Tras sucesivas suspensiones, hoy a las 19 horas anunciará finalmente qué camino seguirá. El anuncio será en su pago chico por adopción, específicamente en el Museo de Arte de Tigre. En el distrito en el que se hizo fuerte confirmará que se mantiene como precandidato presidencial, compitiendo en las PASO con José Manuel De la Sota.
La decisión, lejos de contener una perspectiva de victoria, está teñida de resignación y apuesta a futuro, tras unos resultados electorales que se proyectan muy módicos. La fuerte polarización entre Daniel Scioli y Mauricio Macri no dejó casi lugar para "la ancha avenida del medio".
Su propuesta no hizo pie entra la red de dirigentes del PJ bonaerense y a su vez parece diluirse como oferta hacia la sociedad.
Es que tras el éxodo de intendentes y demás actores bonaerenses –distrito donde el tigrense mostraba su fortaleza, tras su victoria legislativa en 2013–, y su bajo peso a nivel nacional, Massa se había resignado en los últimos días a declinar su pretensión nacional. El diputada estaba dispuesto a ceder ante ciertas presiones del establishment, que lo empujaban hacia la provincia, incluido un acuerdo con el PRO.
Pero el entorno massista que buscaba esa alianza se enfrentó con el rechazo de Mauricio Macri, quien acató la sugerencia de su asesor Durán Barba, entre otros, de mantener esa aparente pureza amarilla. Una pureza relativa, porque el líder del PRO sí aceptó sumar por abajo a los dirigentes huérfanos del FR: de ahí la hiriente consigna de sumar "massistas sin Massa".
Así las cosas, el tigrense se quedó sin mucho margen de acción. “Bajarse” solo a provincia, con “boleta corta”, es decir, sin candidato presidencial, diluiría mucho su propuesta. La otra alternativa es directamente no presentarse a ningún cargo, o hacerlo nuevamente a la intendencia de Tigre, lo cual lo desdibuja mucho como opción a futuro.
El camino que queda es aferrarse a lo recorrido, mostrando algo de coherencia y pensar en cómo quedar mejor posicionado como opositor tras las elecciones. Con suerte, Massa podría esperar un milagro, un momento Blomberg o Cromañón de la política, algún evento inesperado que le devuelva las chances de alcanzar un balotaje.
Todo indica que este será el camino que anunciará hoy ante las cámaras en el prime time televisivo. Y así lo sostuvo la mayoría, aunque ciertamente no todos, de quienes asistieron a la “cumbre” que mantuvo el lunes por la noche y hasta la madrugada del martes en un hotel de Bella Vista. Su tropa residual necesita un referente nacional que traccione sus boletas.
El cálculo massista es que si Macri pierde, queda como un actor muy marginado de la política; algo que también le podría pasar a Scioli en caso de no resultar electo presidente. Y por ese hueco pretende colarse el pragmático diputado de cara al 2016. Sus 43 años juegan en su favor.
Eso sí, primero tiene que sobrevivir a las próximas elecciones, y que una derrota contudente no se lo lleve puesto.