Volver a la calle
Sin buscarlo, como suele pasar cuando un actor judicial intenta jugar abiertamente a la política, Claudio Bonadío le regaló un escenario casi ideal a la ex presdienta. Con una causa débil hasta para sus propios impulsores (la inició el senador macrista Federico Pinedo), el juez quiso acorralar a Cristina Kirchner.
No lo consiguió. La causa no parece tener demasiado rumbo, y CFK le sacó el jugo a la acusación. Incluso la aprovechó en términos de timming: tras cuatro meses de gobierno macrista, ya pasada la luna de miel de los primeros 100 días, en un marco de ajustes, inflación y despidos, Cristina Kirchner pudo escenificar con argumentos su mensaje de "yo se los avisé". Antes hubiera sido prematuro, y más adelante existe la posibilidad de que el gobierno empiece a revertir el actual derrumbe de la economía, de la mano del endeudamiento externo.
Esa falta de tacto de Bonadío a su vez reveló lo que ya es un secreto a voces: el macrismo no tiene dominio pleno sobre Comodoro Py, más allá de la coincidencia de intereses circunstanciales.
El PRO no logró aún una interlocución fluida con los distintos sectores de la justicia federal. Los operadores Daniel Angelici, Fabián “Pepín” Rodríguez Simón y José Torello no se imponen como mediadores del todo eficaces. Y el ministro de Justicia Germán Garavano no es lo mismo que Ernesto Sanz, quien declinó misteriosamente ese cargo. Y además la reforma judicial que impulsa Garavano es resistida por los jueces porque les recortaría algunas facultades, sobre todo en causas sobre narcotráfico.
"Les propongo formar un gran frente ciudadano, formado por ciudadanos, por ONG, convoquen a los dirigentes gremiales, a esos que nos hacían huelga por Ganancias y ahora están echando gente como perros", afirmó Cristina Kirchner.
Y por si quedaban dudas sobre su vuelta a la arena política más activa, ya sea como protagonista o como factor de influencia, dijo desde el escenario armado a las apuradas: "Cada uno es un dirigente en sí mismo, quiero volver a recuperar para todos ustedes la libertad".
Su propuesta encierra la pretensión de ubicarse por encima de las pujas del PJ, estructura que parece darle la espalda. Al menos una parte: mientras Cristina castigaba a Macri desde el escenario de Retiro, el presidente compartía un acto con el gobernador Juan Manuel Urtubey en Salta, en el que ambos proponían mirar hacia adelante.
Esa falta de sintonía con el PJ ortodoxo se evidenció en el acto. Las afueras de Comodoro Py fueron copadas por parejitas sueltas, desde adolescentes hasta bien veteranas; por familias de clase media que apoyan más ahora que cuando Cristina era presidenta; por las orgas más cercanas al FpV, como La Cámpora y Nuevo Encuentro, entre otras; y por el staff de dirigentes más leal a la ex presidenta. Alcanzó para darle épica a la vuelta de la ex presidenta, y para hacer gala de la vitalidad callejera que mantiene el kirchnerismo. Pero faltó presencia sindical y territorial de peso.
Sólo apareció una gobernadora -Lucía Corpacci, de Catamarca-; un grupo de intendentes y unos pocos dirigentes sindicales. Tal como empezó a ocurrir desde la ruptura con la CGT de Hugo Moyano, los grandes sindicatos tampoco estuvieron en Comodoro Py, salvo algunos grupos aislados como el gremio de los curtidores, una rama de los petroleros, algunas seccionales de Luz y Fuerza, algunas de Uocra, el Satsaid (telecomunicaciones), ATE Capital y los docentes privados nucleados en Sadop, entre otros. Muchos de los gremios presentes –enrolados en la CGT o CTA- fueron los que firmaron una solicitada contra el pago a los fondos buitre y quienes luego marcharon en conjunto el 24 marzo.
El discurso de CFK, sin embargo, fue más una invitación que un reproche para los que faltaron al evento. Y en ese clave debería leerse la amplia agenda de reuniones y charlas peronistas que, por estos días mantuvo Máximo Kirchner.
Así, tras cuatro meses silenciosos, Cristina propuso articular en un armado amplio toda esa energía desde abajo que el kirchnerismo monopoliza. La fortaleza de esta invitación movimientista estará atada, en gran parte, a la suerte del gobierno macrista.