De la Torre, ministro de intervención municipal
(por Ignacio Cantala) El deterioro de la situación económica, social y laboral en la Provincia de Buenos Aires generado por las políticas de ajuste de Macri y Vidal ha impuesto en la política provincial una nueva institución: la intervención municipal.
La ausencia de signos de mejoría en el panorama general conjugada con la inexperiencia e incapacidad de gestión de los nuevos intendentes de Cambiemos, puso a Vidal en la necesidad de “intervenir” muchos municipios propios.
Quien encarna el rol de interventor es una figura conocida, no tanto por su gestión o su pensamiento sino por haber pertenecido a casi todos los espacios del universo peronista en los últimos años.
Joaquín de la Torre es el actual Ministro de Producción y en los hechos el responsable de comandar los destinos de los distritos más poblados del interior provincial o aquellos con fuertes problemas de gestión. Recientemente retó a los intendentes propios por la incapacidad para proyectar obra pública. Las dificultades en la administración de los recursos se saldan con horas de trabajo fue el mensaje.
Mar del Plata fue su primera misión, cuando Vidal lo convidó a abandonar a Massa y sumarse a su equipo de gobierno. Allí, la sincera torpeza política de Carlos Arroyo, expresando genuinamente una versión tardía y estilo doñarosa del conservadurismo nacionalista, navegó durante todo el año en una marea turbulenta que conducía al municipio directo al naufragio.
De la Torre se instaló tres días de la semana en la ciudad y logró que el barco no se hunda. "Hay que pasar el verano" le dijo a Arroyo, quien poco gustoso escuchaba el parafraseo ucedeista.
Bahía Blanca, Olavarría y Junín son otros de los distritos que reciben permanentes "visitas técnicas" de De la Torre y su equipo.
Ante la inundación producida en San Nicolás, con la gobernadora en Playa del Carmen y el vicegobernador dando un tibio presente que nadie registró, De la Torre fue llamado nuevamente a la tarea.
Aunque cultive el bajo perfil y el alto colesterol, esta semana debió salir a aclarar que la gobernadora quiso volver de sus vacaciones pero sus funcionarios le dijeron que no. Difícil creerlo, excepto porque los mismos funcionarios quisieran ocultar sus falencias. Resulta común cuando la política se ejecuta desde el escritorio que los funcionarios le mientan a sus jefes.
Vidal gusta de recibir intendentes en su despacho, concurrir a actos relámpagos y enviar mensajes por los medios. La realidad de los pesares que aquejan a la provincia la penetran solo cuando su propia magnitud los hacen ineludibles.
La inundación de La Emilia tuvo en sus vacaciones una variable independiente a la estrategia del bloqueo mediático y le generó un altísimo costo político.
De la Torre debió enviar maquinarias y equipo humano de su distrito, San Miguel, para afrontar la situación. Un elemento novedoso de la actual intervención de San Nicolás es la decisión eventual de dejar caer al intendente Passaglia. En el arte de salvar a la reina todos son fusibles.
Por el lado de Nación, la Ministra Stanley envío algunos camiones con ayuda que fueron más útiles para la realización del video que daba cuenta de ello, que para mitigar las necesidades de los inundados. En desarrollo social la línea de la directora de comunicación a su equipo fue "hagamos el video, contemos la historia e impongamos los hechos". Ningún video pudo con los camiones hidrantes que Patricia Bullrich y Ritondo enviaron para reprimir a los vecinos.
Con Marcos Peña repartiendo pauta publicitaria más negocios y con los grandes medios como vehículo, Cambiemos asume a la perfección la noción de la historia como una lucha de interpretaciones, donde los hechos son subsumidos por la versión que de ellos se cuente. Lo hacen además por todas las redes sociales, incluidas las que sólo el micromundo de internautas frecuenta.
Impedir que los hechos sentidos se impongan a la realidad creada, requiere intervenciones territoriales que disminuyan el ruido distorsivo en un año electoral que se avecina complicado para el proyecto de Macri.
De la Torre viene a cumplir esa tarea. Y como las potencias que se disputan la reconstrucción de las ciudades que ellos destruyeron, el ex intendente viaja a cada localidad con todas sus empresas.
Vidal lo respeta. Salvai intenta ordenarlo. Pero ambos le desconfían. No es para menos, De la Torre fue fiel intendente K en 2007, luego impulsor del nunca realizado sciolismo rupturista, posteriormente armador estrella en los albores del Frente Renovador y hoy primera espada del peronismo sistémico en el PRO.
Lo cierto es que tanto dinamismo posicional es fundamento de su rol intervencionista. Su tarea es de corto plazo. Acomodar, contener, recaudar, pero siempre con el objetivo inalterable de permanecer en el sistema político.
Un dirigente del Frente Renovador que pidió reserva afirmó "sus convicciones son del tamaño de la intención de voto de sus circunstanciales jefes". Confirmando este modus operandi donde la imagen pesa mas que las realidades el propio De la Torre admitia en la semana previa a su pase al PRO que "bajó el trabajo, subieron los gastos y la gente esta apretada","la situación (social) está mucho peor, porque el ingreso de los trabajadores ha bajado".
El 11% de intención de voto que posee Massa en Buenos Aires parecen darle la razón a la fuente y explicar su salida anticipada del Frente Renovador.
"Van a correr detrás de Stolbizer" se jactan los hombres de De la Torre. "La ambición de Sergio le restó credibilidad en la gente y para evitar licuarse buscan a quien sacó menos de 4 puntos en la última elección. Que nos digan traidores, pero ellos son patéticos" lanza uno de los hombres más cercanos al ministro.
La guerra fría entre Vidal y Monzó, tiene en la figura de De la Torre un terreno de expresión. Mientras Monzó busca sumar peronistas a Cambiemos, el hombre de San Miguel bajo las órdenes de Vidal, se preocupa por dividir y enfrentar las facciones de peronistas. A Monzó lo acusan de querer sumar y armar para consolidar un equipo de un futuro gobierno massista. Por ahora De La Torre lo enfrenta, aunque si el viento sopla hacia otro rumbo él estará dispuesto a respetar su trayectoria. La del viento, que es la propia.