“Comer tiene que ser barato en la Argentina, no puede ser un debate, tiene que ser una regla”

Martín Piqué

@MartinPique

Cuando se habla de políticas sociales en la Argentina, su nombre siempre está en la conversación. Daniel Arroyo, de él se trata, es politólogo, cuenta con un posgrado en Políticas Públicas de FLACSO y vasta experiencia en la gestión del Estado ante situaciones de pobreza. Electo en 2017 como diputado nacional por el massismo, hoy es una de las caras públicas del reclamo para sancionar por ley la emergencia alimentaria. Desde hace meses, Arroyo es mencionado como un probable integrante del equipo de gobierno de Alberto Fernández siempre que, como se descuenta, la fórmula del Frente de Todos ratifique en la elección general del 27 de octubre la importante diferencia que obtuvo en las PASO.

En esta entrevista con Primereando, el diputado por la provincia de Buenos Aires advierte sobre la extrema gravedad del panorama social. Arroyo considera que la crisis de 2001 fue en términos estructurales más complicada que la actual (la desocupación y la pobreza eran mucho mayores) pero acota que en materia de alimentación la coyuntura inmediata, en este 2019, presenta un cuadro mucho más grave. Sus propuestas para enfrentar la urgencia apuntan a reasignar partidas, transferir recursos a las provincias, ordenar compras directas de comida para abastecer a comedores y merenderos y aplicar la llamada ley de góndolas.

Para el 10 de diciembre, una vez que asuma el nuevo gobierno, Arroyo propone que se fijen precios para los alimentos básicos e implementar un esquema que alivie la situación de la población de bajos recursos que está altamente endeudada.

“Hay que armar un sistema de crédito no bancario. Con los 600 mil millones de pesos de la política social hay que tomar 20 mil millones y con eso poner en marcha un sistema de crédito a tasas bajas, del 2% o 3% anual, fuera de los bancos, para financiar la compra de máquinas y herramientas”, esboza en diálogo con Primereando.

Las organizaciones sociales están planteando la necesidad de sancionar de manera urgente la emergencia alimentaria. Muchas voces autorizadas advierten que se está ante una catástrofe social. ¿Qué se puede hacer en el cortísimo plazo ante esta situación?

-Yo creo que hoy, ya mismo, hay que declarar la emergencia alimentaria. Declarar la emergencia alimentaria significa dos cosas. Una es rearmar, reasignar, partidas presupuestarias para volcar dinero en comedores, merenderos y comedores escolares. Hay más gente en los comedores, hay un problema de hambre, y hay un problema de mal nutrición: se está comiendo fideos, harinas y arroz. El otro punto que significa la emergencia alimentaria es que te da la posibilidad de licitar rápido. Tener la posibilidad de comprar rápidamente alimentos y volcar alimentos en los comedores, en los merenderos, y transferir a las provincias. Eso hay que hacerlo hoy, ya. Nosotros queremos sancionar una ley en el Congreso pero si el gobierno lo decreta también estaría bien, porque lo que hay que hacer hoy es realmente tener en cuenta la urgencia. Y hoy hay más gente, más demanda, y todo eso más costoso y no alcanzan los alimentos. Hay realmente un problema de hambre. El 10 de diciembre a las 10 de la mañana yo creo que hay que hacer cuatro medidas para parar la caída social. Primero, regular el precio de los once productos de la canasta básica. Necesitamos establecer un criterio para regular el precio de los once productos de la canasta básica, que tenga que ver con aplicar la ley de góndolas. Que nadie tenga más del 30% de la góndola. Entonces, que estén todos los productos: los productos de una empresa, los de otra, los de los productores locales. Hay que fortalecer la producción de los pequeños productores locales. Meternos en el tema de la intermediación y achicar los costos de la intermediación: porque el tambero saca el litro de leche a 7,50 pesos y termina en 60 pesos en la góndola. Eso lo tenemos que hacer el 10 de diciembre. Así que, en definitiva, el 10 de diciembre lo primero que hay que hacer es regular el precio de los once productos de la canasta básica. Lo segundo que hay que hacer es desendeudar a las familias. Porque el otro tema central en la Argentina es que todo el mundo debe plata y, entonces, termina tomando crédito al 200% de interés anual en la financiera de la esquina. Hay que armar un sistema de crédito no bancario. Con los 600 mil millones de pesos de la política social hay que tomar 20 mil millones y con eso poner en marcha un sistema de crédito a tasas bajas, del 2% o 3% anual, fuera de los bancos, para financiar la compra de máquinas y herramientas: para que el carpintero tenga una sierra circular, para quien cosa ropa en su casa tenga una máquina de coser, y para desendeudar a la familia.

-Recién mencionó un par de iniciativas en materia crediticia. ¿Qué se hace con los jubilados que tienen parte de su jubilación afectada a un crédito de ANSES y que, si no los ayuda la familia, no llegan ni a comer ni a comprar los remedios?

-Primero vinieron los créditos Argenta y después los nuevos créditos del ANSES, al 50% de interés hoy. A esos créditos los tomaron 2 millones y medio de personas. Lo tomó una persona que cobra 2600 pesos de asignación por hijo y también lo toma el jubilado que cobra 11500 pesos de la jubilación mínima. Ahí hay que hacer un esquema, un rearmado, muy profundo. Porque hay que desendeudar. Hay que implementar una herramienta que permita desendeudar a las familias. Esto tiene que ver con máquinas y herramientas, y con poner en marcha un mecanismo que permita desendeudar a las familias.

-¿Esto significa absorber la deuda con el Estado, aunque el Estado pierda plata?

-Es complejo hacerlo con el ANSES, porque los fondos del ANSES corresponden a la seguridad social. Hay que establecer otros mecanismos. Lo que yo estoy planteando es que hay que pensar y poner en marcha un sistema de crédito no bancario rápidamente. Lo del ANSES requiere todo un trabajo porque no es que son simplemente fondos del Estado, sino que son fondos que se han aplicado de la seguridad social.

-Fondos que tienen como destino garantizar las jubilaciones futuras, digamos.

-Exactamente. Por eso es distinto. Hay una parte que hay que hacer el 10 de diciembre, como yo digo, que es el crédito no bancario, que se fondea con partidas presupuestarias, con fondos de la política social. Eso es partida prespuestaria. Y con el ANSES hay que hacer todo un sistema para ir rearmando y desendeudando, pero ese proceso no se puede hacer de un día para el otro porque estás afectando fondos de la seguridad social.

-Hay una concepción ideológica, que el macrismo impuso de manera torpe y violenta, y es que no hay que intervenir en la fijación de precios de productos primarios o alimentos que la Argentina exporta pero que también consume su propia población. Usted propone fijar los precios de once productos básicos. ¿Cuál puede ser la reacción de los sectores agroexportadores que, cultural y políticamente, no sienten mucho agrado por las políticas del peronismo?

-Estamos en una situación muy crítica. Hay un problema de emergencia alimentaria de verdad. Estamos hablando de los once productos de la canasta básica, no estamos hablando de todos los alimentos o de una economía dirigida.

-¿Cuáles son esos once productos de la canasta básica?

-Leche, harina, arroz, huevos, fideos, pan, yerba, galletitas dulces, carne, verduras y frutas. Son once rubros que después terminan abarcando alrededor de doscientos productos en total. Cuando vos dividís distintos tipos de carne, distintos tipos de frutas, terminás en doscientos productos. Son once rubros, doscientos productos. Nosotros tenemos que partir de la base que comer tiene que ser barato en la Argentina. Eso tiene que ser una regla. Porque producimos alimentos para 400 millones de personas. O sea, no es un debate, tiene que ser una regla. El debate podría ser, por ejemplo, si los argentinos sabemos o no hacer celulares. Eso habría que discutirlo. O si un plasma en el país tiene que salir caro o barato. Eso sí es un debate. Pero que producimos alimentos no es un debate. Y que comer tiene que ser barato en la Argentina, tampoco.

-¿Por qué este gobierno no consideró prioritario esta cuestión hasta el punto en que comer se convirtió en una cosa cuesta arriba?

-Por dos cosas. El gobierno trabajó claramente con la idea de que el Estado tenía que correrse, la Secretaría de Comercio cerró en la práctica, y todo eso permitió un proceso que es histórico para la Argentina, y es que los alimentos están en dólares. Cuando eso sucede, y si al mismo tiempo tenés un tipo de cambio competitivo y también tenés demanda, terminás subiendo brutalmente el precio de los alimentos. Que es lo que pasó con Macri. Un ejemplo: en la crisis de 2001 la Argentina estaba peor. Teníamos un 57% de pobreza y 28% de desocupación. Pero en aquel momento la situación no era tan grave en el tema alimentos. Los dos hechos nuevos de esta etapa, que no habían pasado en otra etapa histórica, es el costo absolutamente inaccesible de los alimentos y el endeudamiento de las familias. Son dos cuestiones inéditas. Argentina tuvo crisis y tuvo crisis más graves que estas. Pero estas dos cuestiones no habían sucedido.

-Son rasgos nuevos de esta etapa…

-Sí, que hablan de la brutalidad de un proceso en el corto plazo y de lo absurdo de las políticas que se han aplicado. Porque las políticas que se han aplicado no sólo son brutales sino también absurdas.

-¿Cómo ve el proceso que vienen desarrollando el peronismo y el espacio nacional-popular en paralelo a esta situación social?

-Le tengo mucha fe. De verdad. Mucha fe. Primero, Alberto es una persona de diálogo. De diálogo probado. Y es una persona de capacidad de gestión. Fue jefe de Gabinete de un período bueno de la Argentina, de mucha gestión. Conoce, como se dice en el ámbito de la política, la ‘botonera’ del Estado. Porque en contextos como este se necesita gente que conozca la botonera, sobre todo porque en este momento todo está todo con alfileres. Este gobierno, el de Macri, intentó construir su gobernabilidad sobre los cuatro pilares a los que considera centrales para la Argentina que ellos desean: soja, minería, sector financiero y salarios bajos. Pero ese esquema te deja afuera a 20 millones de argentinos y argentinas. Además, este gobierno ha sido una estructura de negocios: el que tiene que controlar el precio de los alimentos es dueño de los hipermercados, el que tiene que controlar los medicamentos está del otro lado del mostrador, el que tiene que controlar el combustible lo mismo. Pero también ha sido un gobierno de baja capacidad de gestión. Aparte de un marco ideológico horrible y de estar basado sobre una estructura de negocios, este gobierno no ha podido mover las cosas. Quiso hacer algo y no le salió. En cambio, en ese punto Alberto tiene una capacidad muy diferente y además, por otro lado, su gobierno va a ser un gobierno muy federal. Realmente va a ser un gobierno muy federal.

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