El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, falleció el pasado domingo después de que el helicóptero en el que viajaba sufriera un accidente cuando se dirigía hacia la ciudad de Tabriz.
Por Joshua Lentulus
“De Allah venimos y hacia El es el retorno” (Corán, Sura 2 Aleya 156).
Es el comienzo de muchos de los comunicados de las distintas entidades y asociaciones islámicas del país por el reciente fallecimiento del presidente Seied Ebrahim Raisi de la República islámica de Irán. Se encontraba en el país de Azerbaiyán, en un encuentro inaugural de la tercer presa construida por ambos países en el río Araks, que, tras el encuentro inaugural con su par, el presidente Ilham Aliev, del convoy de tres helicópteros de la comitiva presidencial, se pierde contacto con el helicóptero en el que viajaba junto al presidente, el ministro de asuntos exteriores Husein Amir Abdolahian, el Imán de la mezquita de Trabriz, ayatolá Hashemi y el gobernador de la provincia de Azerbaiyán Oriental, Malik Rahmati.

asistieron Seyed Ebrahim Raisi e Ilham Aliyev
De la reciente tragedia que conmueve al mundo, sea desde la empatía con el gobierno iraní
o desde la formalidad institucional de los gobiernos, el nuestro, hasta la noche del día
martes 21 de mayo, cuando estoy escribiendo esta nota, no ha emitido ningún comunicado
al respecto. Tras desastrosos comunicados de prensa referidos al conflicto en medio
oriente, resulta un alivio que se mantenga un silencio antes que una manifestación de
barbárico jubileo por el fallecimiento del presidente del país de un pueblo estigmatizado por
el “telón de acero” de los medios de comunicación de occidente.
Sin embargo, se trata de un silencio que habla por la indiferencia del conformismo, que implica reaccionar a los acontecimientos cuando estos coinciden con tus intereses. ¿Cuál es la diferencia entre el interés y el valor? en que los valores implican un obrar de carácter universal, mientras que el interés congrega a quienes creen y toman las mismas oportunidades de acuerdo a sus intereses particulares, excluyendo a quienes no coinciden.
La política internacional Argentina, parte de la percepción internacional sostenida por todo
actor político del país, no sólo por intermedio de sus instituciones, por lo que este silencio
generalizado en todo el arco político delata la reivindicación de un exceso de prudencia, en
pos de disimular la cobardía de pronunciarse en señal de condolencias por la tragedia
padecida por el pueblo persa.
A su vez, la dirigencia política no se ha pronunciado, salvo pequeñas excepciones, sobre el
horror sufrido por el pueblo palestino en Gaza, guiados por el interés de no entrar en
conflicto con argumentos moralistas sobre “que muerte pesa mas”, o el tener que defenderse de acusaciones de simpatía política con las milicias armadas. En una época de relativismo y cuestionamiento permanente, es de extrañar que no se aproveche dichos principios de la posmodernidad para reivindicar los propios valores, relativizando el de los sostenedores del “telón de acero” atlántico.
Sin embargo, si por valores solo se tiene intereses, desde la pasiva expectativa ante la
oportunidad, solo se actuará en base a la reacción ordenada de a quien reconozcas con el
sentido de autoridad que te congrega. Los “valores” occidentales, que tanto se ha explicitado en el discurso de la política exterior institucional, han mutado, partiendo de los meros vínculos materialistas del comercio exterior, a una cosmovisión valorativa del mundo en esos términos, convirtiendo a occidente en un club del “desarrollismo” moral, en donde los guías de estos los valores son los países que establecen una influencia desigual en lo económico y cultural en nuestro país.
Ningún valor universal, en contraste con el interés materialista, parte de la desigualdad, sino de la humildad de reconocer en el otro los mismos defectos a solucionar y virtudes a animar, reivindicando estas últimas como el fundamento de unidad entre los pueblos. No hay un “menos que” jerárquico en el diálogo, sino un mismo tránsito que nos iguala sobre aquello de donde venimos y hacia dónde nos dirigimos.