El presidente Javier Milei participará como orador principal en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que por primera vez se llevará a cabo en Argentina.
El presidente Javier Milei participará como orador principal en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que por primera vez se llevará a cabo en Argentina. Aunque este evento ideológico es visto por algunos como una plataforma para fortalecer su agenda libertaria y su alianza con sectores conservadores de Estados Unidos, la situación económica del país sigue empeorando, con la inflación descontrolada y la falta de inversiones extranjeras que prometió su gobierno.
Mientras Milei dedica tiempo y recursos a organizar y asistir a este tipo de foros internacionales, como el CPAC, donde se debatirán las “amenazas del socialismo” y se promoverá el liberalismo económico extremo, la realidad de la Argentina es otra. Las prometidas inversiones internacionales no se concretan, y la crisis económica sigue hundiendo al país en una espiral de incertidumbre. El desempleo crece y los precios suben, afectando a millones de argentinos que ven con escepticismo cómo su presidente parece más enfocado en debatir ideologías que en gestionar soluciones concretas.
El cierre del evento estará a cargo de Milei, quien en su discurso reforzará su postura de lucha contra el comunismo y el socialismo, temas recurrentes en su retórica. Sin embargo, la falta de políticas claras para atraer capital extranjero y estabilizar el mercado está haciendo que muchos cuestionen si este tipo de eventos ideológicos realmente ayudarán a resolver la crisis económica que afecta al país.
Un evento contradictorio
La paradoja argentina con Javier Milei es evidente: mientras el presidente se presenta como un financialista globalista, su participación en eventos como la CPAC lo coloca junto a sectores que se oponen abiertamente al globalismo. Como explica Jorge Elbaum, figuras como las de la CPAC y la derecha europea no son liberales en el sentido tradicional. Estos grupos, lejos de promover la libre competencia y los mercados abiertos, defienden un proteccionismo cultural y económico, bajo lemas como “América primero” y con posturas críticas hacia Wall Street, al que asocian con los demócratas en Estados Unidos.
Lo que une a Milei y estos sectores conservadores no es su visión económica, sino coincidencias en temas como el racismo, el supremacismo y el anti-globalismo. Así, mientras Milei intenta fortalecer su alianza con estos movimientos, queda la contradicción de estar alineado con fuerzas que, en realidad, rechazan muchas de las bases económicas que él promueve.
Otra contradicción significativa en la postura de Javier Milei es su alineación ideológica con los participantes de la CPAC, muchos de los cuales tienen estrechos vínculos con la Rusia de Vladimir Putin. Figuras como Donald Trump, quien ha expresado abiertamente su admiración por Putin, y el primer ministro húngaro Viktor Orbán, han adoptado posturas más conciliadoras respecto a Rusia, e incluso están dispuestos a poner fin a la guerra en Ucrania bajo términos que beneficien a Moscú.
En contraste, Milei ha manifestado su firme apoyo al atlantismo, representado por la OTAN, y se ha posicionado claramente a favor de Ucrania y del presidente Volodímir Zelensky en el conflicto. Este respaldo a la alianza occidental y a Ucrania lo distancia de los sectores que lideran el evento, quienes, aunque comparten ciertos valores conservadores, mantienen una postura más ambigua o incluso favorable hacia Rusia.
La paradoja radica en que mientras Milei busca afianzar sus lazos con estos movimientos conservadores, su visión internacional está alineada con el bloque occidental, lo que lo coloca en un delicado equilibrio entre sus convicciones libertarias y el pragmatismo político que parece buscar en estos foros.