Eran los meses previos a las elecciones en las que Raúl Othacehé sabía que sus días al frente del municipio estaban contados por una segura derrota en la interna del Frente para la Victoria, tras su retorno del massismo. En medio de una serie de aprietes, amenazas y violencia estatal descontrolada, una patota del "Vasco" tomó las instalaciones del Club Semillero del Lago. Eran los comienzos de junio.
El centro recreativo queda cerca del Arroyo las Torres, en las calles Arribeños y Galeno, contenía a más de 200 pibes con sus familias. Allí desarrollaban actividades deportivas, recreativas y culturales. Pero hoy está usurpado.
La noticia trasciende los límites de Merlo en esta fecha porque hasta ahora el “miedo” le ganaba la batalla a los miembros de la Comisión Directiva (CD) y a los vecinos que nunca dejaron de pelear por su club. Con la derrota consumada de Othacehé, el reinado del terror se derrumba al tiempo que crece el deseo de la comunidad de recuperar lo propio.
Florencia Lizaraso, una docente del distrito que es candidata a concejal de Merlo por el FpV y que participa de la CD que maneja el Club desde el 2008, le contó a PRIMEREANDO que la violenta usurpación se produjo paradojicamente –o no tanto– el 3 de junio, día en que se llevó a cabo la marcha #NiUnaMenos que instaló en agenda política el drama de los femicidios y la violencia de género y en todo el país.
"Nos avisaron que se había metido la gente del Vasco en el club rompiendo las cadenas. La bufetera llegó al Club acompañada por mi mamá porque ese día nos juntábamos para ir al Congreso para ir a la marcha y cuando quiso entrar no la dejaron. Eran como diez hombres armados. La bufetera pidió ingresar a sacar sus cosas y cuando ella va a entrar uno de los hombres le cierra la puerta en el pecho y la lastima", narró Lizaraso.
Contó que a su mamá, que tiene problemas de diabetes y obesidad, "la tiraron contra el piso y le gatillaron en la cabeza”. La bufetera debió abandonar su vivienda que queda a pocas cuadras del Club, ya que “le cascotearon la casa y le dijeron que la iban a matar". Todavía no pudo volver a su hogar.
"Cuando quisimos hacer la denuncia en la policía Primera de Merlo nos preguntaron si 'esto era político' y luego nos dijeron que no nos podían tomar la denuncia completa". Para radicarla debieron dirigirse hasta la Fiscalía de Morón donde lograron hacerse oír. El espeluznante relato, que muestra además la complicidad policial, explica por qué recién ahora cobran el valor para visibilizar el tema con fuerza.
Desde ese momento a la fecha el Club permanece usurpado por patotas. Para justificar su presencia en las instalaciones, un medio local que hasta entonces respondía a Othacehé difundió la versión de que tuvieron que "intervenir" el Semillero porque ahí se ejercía el juego. "Esto no es verdad, el barrio está indignado con lo sucedido", aclaró Florencia.
"Hoy siguen los barras viviendo en el club, e instalaron allí un supuesto comedor. Ahora que perdieron poder se quieren comunicar conmigo y devolver las llaves con un libro de actas porque tienen miedo a quedar presos", indicó y agregó que: "Ellos no pueden devolver algo que nosotros no les prestamos, no queremos sentarnos a charlar con ellos". Y contó que lo que lo que aguardan es que la situación se resuelva a partir de "lo que lleva adelante la fiscalía de Morón".
Mientras tanto, la CD intenta con las herramientas que tiene "que los chicos sigan haciendo actividades recreativas" pese a no tener a disposición el establecimiento. La tarea es compleja ya que la Liga de Merlo -que también responde al Municipio- desafilió al Club luego de que fuera usurpado. "Lo que hacemos es salir del distrito, llevamos a los pibes a jugar amistosos en Morón".
Lizaraso es actualmente candidata a concejal del Frente para la Victoria en la lista que en encabeza Gustavo Menéndez y que venció a Othacehé en las PASO de 9 agosto, tras 24 años al frente de Merlo. La derrota del Barón del conurbano genera expectativas para que esta lamentable usurpación pueda revertirse y que a nivel general este tipo de episodios no vuelven a repetirse nunca más.
"Nuestra esperanza es que después de las elecciones se empiecen a acomodar los roles de las instituciones, que perdamos de una vez el miedo y que los barrios vuelvan a tener voz", vislumbró la docente y candidata.
Con el fin del reinado del Vasco las posibilidades de que haya un cambio en el distrito están más latentes que nunca y las prácticas de violencia política parecen comenzar a dar paso a nuevos tiempos.