¿Qué le pasó a Massa?

En 2013 parecía ser un huracán imparable. Un hecho inédito. Sergio Massa en cuestión de semanas pasó de ser un intendente con perfil de gestor, que había tenido un paso por cargos ejecutivos nacionales, a ser la nueva esperanza blanca que se sublevó para sepultar el sueño de reforma constitucional de CFK. Un hombre común, de repente, se convirtió en un sujeto extraordinario.

Con su triunfo en las elecciones de medio término y el simultáneo lanzamiento de su candidatura presidencial 2015, el sueño de llegar al Sillón de Rivadavia parecía ser palpable. Estaba al alcance de la mano. Era cuestión de tiempo.

Aunque la experiencia política indicaba que para ser Presidente hay que ser gobernador previamente, y que no es posible llegar a La Rosada sin tener gestión que mostrar en el período inmediatamente anterior, Massa parecía capaz de romper con todas las premisas conocidas.

Dos años más tarde, para Sergio todo lo sólido se desvanece en el aire. Los respaldos con los que contaba se esfumaron y sus principales virtudes se convirtieron en su Talón de Aquiles.

El pragmatismo de los Barones del Conurbano, que habían olfateado en el hombre de Tigre una victoria segura en 2013 y por ello le habían prestado su poder territorial, hoy se transformó en una debilidad. Sin una construcción propia, Massa quedó preso de una dependencia que hoy le vacía las urnas. Los Barones le retiran su estructura y ponen a prueba, una vez más, toda su expertiz en cambios de camiseta para sobrevivir a los procesos electorales, más allá de los partidos políticos. El cinismo de los votos.

Otro pilar del éxito del tigrense fue el consenso obtenido por el grueso del poder económico. Incluso los industriales, entusiasmados, colocaron a un referente de la UIA como uno de los voceros del ascendente Frente Renovador. Pero el establishment redireccionó su apoyo. Hoy los mercados celebran cada rumor que indica que Massa se retira de la competencia con subas pronunciadas en la Bolsa y todas las fichas están puestas en Mauricio Macri. La dinámica de los mercados.

La tercera pata que sostuvo la aventura electoral de 2013, fue la promoción inusitada de los medios hegemónicos a su postulación. Los mismos medios que celebraban hace sólo dos años las cámaras en las calles del Tigre, como si se tratase de una revolución tecnológica, hoy operan, hasta con denuncian falsas, para deteriorar su imagen. La crueldad de la pantalla.

El pragmatismo político de sus (ex)aliados, el acompañamiento de los grupos económicos y la protección de los medios hegemónicos, le hicieron vivir al hombre del norte del Cnurbano un éxito prestado. El potencial que tuvo en sus manos para gestionar se dinamitó, al compás de los cambios de perspectivas de los verdaderos dueños del poder.

Para mal de males, la figura que consolidó el oficialismo como alternativa a nivel nacional es un moderado como Daniel Scioli. Esta expresión de "kirchnerismo apto para todo público", también complicó la ubicación que el Frente Renovador en el espectro ideológico y le saturó parte del electorado. No sólo se quedó sin caja de resonancia, sino que se quedó sin una porción del auditorio.

Para salir del laberinto, hoy una fracción importante del establishment le ofrece a Massa darle en consignación su respaldo, pero a cambio le pide que se incorpore en una ingeniería electoral que incluye al PRO. Deberá decidir, entonces, si acepta jugar ese juego o elige un camino de marginalidad en las urnas.

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