Las Abuelas de Plaza de Mayo presentaron al nieto 120
Abuelas de Plaza de Mayo presentó ayer a la tarde al nieto 120, José Luis Maulín Pratto, quien a 38 años de ser apropiado durante la última dictadura cívico-militar, la Justicia Federal de Santa Fe aún no le restituyó su verdadera filiación ni su nombre.
“Después de conocer hoy en profundidad a José Luis y su historia, Abuelas decidió incorporarlo al listado de nietos restituidos y darle la bienvenida”, informó la asociación presidida por Estela de Carlotto.
En una conferencia de prensa, se explicó que el caso “no se registraba entre las denuncias de niños desaparecidos en Abuelas de Plaza de Mayo, ni tampoco en los nuevos casos que, gracias a las investigaciones de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), se van incorporando al Banco”
“Sin embargo, se trata de otro caso de sustracción, ocultación y falsificación de identidad de un bebé en el marco del terrorismo de Estado, como todos los de nuestros nietos y nietas apropiados”, añadieron las Abuelas.
En octubre de 1976, en la ciudad santafesina de Reconquista, una patota integrada por policías, miembros de la III Brigada Área de Reconquista y personal militar realizó un operativo en la casa de una joven pareja. A los golpes, destrozando todo, secuestraron a Rubén Maulín, un trabajador y militante político del PRT, adelante de sus dos hijos pequeños y de su esposa Luisa Beatriz Pratto, embarazado de cuatro meses. En el mismo operativo se llevaron a la madre de Rubén, Ana Elena Schoesting, y otros familiares. Luisa quedó sola con sus dos hijos y su embarazo. Semanas más tarde, su hermana menor, Griselda, llegó de Buenos Aires para ayudarla pero también fue secuestrada.
Los represores se ensañaron con Luisa: fue torturada en su domicilio, frente a sus hijos, y violada en reiteradas ocasiones. Cuando fue a dar a luz a un sanatorio privado local, el 26 de marzo de 1977, Luisa fue registrada con el nombre de la apropiadora -Cecilia Góngora de Segretín-, evidenciando la premeditación del delito pero, a la vez, dejando la prueba del apellido que llevaría su hijo.
El bebé fue entregado así al matrimonio conformado por José Ángel Segretín y Cecilia Góngora, vinculados familiarmente a la Fuera Aérea, y pasó a llamarse José Luis. Sus apropiadores lo inscribieron en el Registro Civil con un acta de nacimiento fraguada, firmada por la doctora Elsa Nasatsky de Martino.
En la causa que se lleva adelante en Santa Fe están imputadas Góngora y Nasatsky, quien atendió el parto el 26 de marzo de 1977.
La investigación se inició en noviembre de 2008 a partir de las declaraciones testimoniales de Luisa y su hermana Griselda Pratto en el Juzgado Federal de Reconquista, en el marco de la causa Sambuelli.
En enero de 2009, José Luis llamó a Luisa luego de esucharla en una entrevita radial y le dijo que, según las descripciones que ella había dado, él podría ser su hijo. Se encontraron por primera vez en febrero, y en abril se presentó a la justicia para reclamar por su identidad. Rápidamente José Luis, Rubén Maulín y Luisa Pratto viajaron a Buenos Aires y realizaron el estudio en el Banco Nacional de Datos Genéticos para confirmar su vínculo: era el hijo que durante 32 años habían buscado.
“José Luis dice que recuperó a su familia y su familia lo recuperó a él; desde 2009 mantiene una relación estrecha que se fortalece día tras día”, explicaron las Abuelas de Plaza de Mayo.