Por el deterioro en los precios pagados a productores, la cosecha de peras y manzanas en 2016 fue la peor de la década.
Según un Informe de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) el sector frutícola en nuestro país está atravesando una aguda crisis, que se potenció en el último año. Un contexto cada vez más competitivo a nivel global, donde nuevos actores se siguen incorporando a la oferta internacional, se conjuga con una diversidad de factores internos que atentan contra el potencial de nuestros recursos naturales.
Ocurre que en los últimos años se perdieron mercados de exportación, mientras que en 2016 el consumo interno y la industria de transformación primaria presentaron un marcado deterioro. Todo esto, además, se encuentra traspasado por un fenómeno estructural de inequidad al interior de la cadena de valor frutícola en nuestro país. Este fenómeno, que se repite en más de una economía regional, tiene que ver con una estructura de mercado en la que confluyen un número muy alto de productores de poca escala, un número menor de empacadoras, conservadoras e industrias de transformación, y por último un número mucho más reducido de comercializadoras y exportadoras. En esta dinámica, la posibilidad de fijación de precio recae sobre el último eslabón de la cadena, derivando en la compresión de los márgenes de rentabilidad para los agricultores del Alto Valle. En un contexto económico donde los costos de producción aumentaron fuertemente por el proceso inflacionario, la sustentabilidad de la actividad frutícola se ha erosionado y la devaluación, como principal política para mejorar las perspectivas sectoriales, se ha mostrado a todas luces como insuficiente. Con todo, un debate profundo sobre la cadena de valor es imperioso para que la producción no se vuelva inviable y nuestro país resigne su posición actual de ser el quinto exportador mundial de manzanas y el primero de peras entre los países del hemisferio sur.
En primer lugar, es interesante observar lo que ocurrió con la producción a nivel global, en los últimos años. En la oferta mundial, dado lo que es el ciclo de cultivo convencional, Argentina compite contra los países del hemisferio sur, mientras que nuestra producción es complementaria estacionalmente con los países del hemisferio norte. Por tanto, es relevante analizar comparativamente lo que ocurrió con nuestra cosecha, en relación a la de los demás países del Sur. Como se señaló previamente, Argentina ha sido históricamente un importante jugador mundial en el mercado de frutas , ya que la relación entre su producción y el (escaso) tamaño del mercado interno, lo ubica en una posición muy ventajosa. El siguiente gráfico, ilustra la evolución de la producción de la Argentina en comparación al resto de los países productores más importantes del hemisferio sur, en la última década.
Producción total de frutas de pepita, Argentina vs principales países del hemisferio sur, 2007-2016
(en miles de toneladas)
Fuente: Producción propia en base a The World Apple and Pear Association (WAPA).
Como señalan los economistas de la UNDAV, el desplome de nuestra producción en el último año se ubicó en más de 21 puntos porcentuales debajo de la cantidad de frutas de pepitas cultivadas en 2007, mientras que descendió un 15,5% en comparación al valor promedio de la última década. Situación contraria ocurrió en el resto de los países , donde, si bien se presenta una tenue caída en el último año, la producción consolidada es un 11,6% mayor a la de hace diez años atrás y casi un 5% superior a la del promedio de la década.
En este escenario, y teniendo en cuenta el contexto de los principales mercados de exportación de la cadena, se pone un manto de duda sobre la recuperación del sector frutícola. El hecho de que la producción frutícola tenga un impacto tan relevante en las provincias de Neuquén, Río Negro, Mendoza y San Juan, entre otras, demuestra la necesidad de fomentar políticas activas para propiciar la expansión del sector. Ampliar el horizonte comercial de los distintos nodos de la cadena de valor hacia nuevos mercados no explotados es perentorio, ya que los destinos tradicionales parecen ya no representar una opción asegurada. Para comprender la situación actual de los núcleos productivos regionales, los siguientes gráficos muestran el desempeño en 2016 de las principales exportaciones de las provincias previamente mencionadas.
Principales exportaciones por provincia, 2015-2016
(en toneladas)
Además, según el Informe del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV, de estos sustanciales derrumbes de las ventas al exterior, resulta alarmante que nuestro país en 2016 comenzó a importar productos primarios del sector frutícola. Como muestra el siguiente gráfico, a diferencia de un 2015 en el cual las importaciones fueron virtualmente nulas, en el año pasado se adquirieron productos primarios por más de 4.000 toneladas (mayormente manzanas).
Importaciones de frutas de pepitas y carozos, 2015-2016
(en toneladas)
Es llamativo observar, que incluso se presentaron exportaciones en los meses de mayor abundancia relativa de oferta en el mercado interno, esto es, en la segunda mitad del año.Con todo lo enunciado, a continuación se presenta, a modo de resumen, los principales resultados empíricos encontrados a partir del análisis integral del sector frutícola.
Descargá la Infografía – Crisis Sector Frutícola