UNIDAD o PASO, el peronismo es su propio laberinto

(Por Ignacio Cantala)       El peronismo se debate entre la Unidad y las PASO. Cristina define la estrategia y marca el compás. Randazzo mantiene su postura y devela sus intenciones.

Si como dice el refrán es cierto que cuando los peronistas se pelean se están reproduciendo, igual de cierto es que cuando el justicialismo parece encerrado en su propio laberinto sus bases lo empujan a salir saltando las paredes.

La definición en torno a cómo encarar la elección legislativa enfrenta dos posiciones. Algunas de las diferencias se manifiestan públicamente y otras corren por el camino subterráneo de la verdad no revelada o de la simple operación. El sector que se aglutina en la figura de Randazzo utiliza argumentos legales, espíritu participativo y renovador para enaltecer el valor de las PASO como herramienta de la unidad, mientras en off plantean que sólo la derrota del peronismo en octubre permitirá construir nuevos liderazgos.

Los más lúcidos reconocen que su disputa por la conducción del peronismo resulta inviable mientras el liderazgo de Cristina siga conservando la vitalidad e intención de voto que revelan todas las encuestas.

Los liderazgos políticos se sostienen en la representación popular y se consolidan en la construcción política. Sin territorio y sin variedad de actores no hay fuerza ni proyecto político posible. Para los que gustan de las metáforas sencillas sirve para el caso la que ejemplifica la construcción de una casa comenzando por los cimientos, las paredes y el techo. La inclusión de Alberto Fernández como jefe de la no campaña de Randazzo supone un replanteo arquitectónico. Lo primero, le recomienda Alberto, es comprar la televisión. Después alquilar el techo y las tapas. Sus servicios y vínculos con Magnetto cobijan a los huéspedes.

Este sector plantea la PASO como un fin en sí mismo. La argumentación legal repite tautológicamente que se trata de una ley y no de una interna partidaria. Presentan la PASO de manera aislada. Aislada de la coyuntura actual donde el resto de las fuerzas políticas presentarán listas únicas y aisladas de la historia reciente, donde la utilización de las PASO en la elección a gobernador de la provincia de Buenos Aires fue una de las causales de la derrota. Paradojas de la política. Quienes piden autocrítica y reflexión, esquivan sus responsabilidades y protagonismos en la batalla fraticida de las PASO 2015. Son los hijos de todas las batallas y los padres de la derrota.

Julián Domínguez se consuela con sentirse merecedor del perdón celestial. Para el resto, la política es una lucha de poder que admite pecados, perdones y reincidencias.

Más llamativo resulta la referencia al “dedazo” como mecanismo de selección de los candidatos. Como el planteo no proviene de una ONG que promueve aspectos de una reforma política, sino de cuadros políticos de larga trayectoria no deja de causar asombroso que nieguen ahora la misma dinámica por la que cada uno de sus voceros accedió a lugares de responsabilidad institucional.

En realidad, en este punto se manifiesta nuevamente el planteo de fondo, que busca desconocer el liderazgo y la representación popular de quién conduce un proyecto político, define la estrategia y los mejores candidatos para defenderlo. El “dedazo” es así el modo social y mediáticamente aceptado y políticamente correcto para introducir su cuestionamiento a la conducción de la fracción mayoritaria del peronismo.

Sin las expresiones sobre las PASO o sobre el resto de los actores políticos de la interna peronista, la no campaña de Randazzo sería aún más muda de lo que es, pues nadie ha manifestado una propuesta ni un programa claro para modificar las realidades angustiantes que atraviesa la sociedad.

Tras la entrevista a Cristina y su agenda de reuniones con intendentes, los sectores del “randazzismo” reafirmaron la decisión de ir a las PASO.  “Habia que demostrar fortaleza” afirmó un hombre cercano a Alberto Fernández y por eso presentaron los avales. Los nervios crecen en el espacio a medida que el círculo de apoyos no se amplía  y sus diferencias internas se hacen públicas.  Carlos Vilas, Jorge Taiana y Enrique Martínez son voces conocidas que manifiestan un malestar  profundo del conjunto.

Los tres intendentes (Zabaleta, Bucca y Katopodis), a quienes el resto de sus colegas llaman “los tres empanadas” aludiendo a la memorable escena de Esperando la Carroza que expresa la pobreza material y simbólica, se pasean sin descanso por radios y televisión. En la paranoia del aislamiento, hasta el propio Pérsico salió a cuestionar a los intendentes por la ausencia de merenderos en los distritos del conurbano. Difícil que un intendente se sienta interpelado de ese modo.

Convite a la unidad programática

Cristina, fiel a su estilo, jugó fuerte. Personalidades como la de la ex presidenta no aceptan condicionamientos. Se ofreció como prenda de unidad y como candidata. Las encuestas la acompañan. Sigue siendo la referente opositora con mayor intención de voto.

El cuestionamiento al techo electoral, producto de su nivel de imagen negativa, es relativo. Cuanto menos, sigue siendo un techo muy alto para cualquier otro candidato.  Los más optimistas afirman incluso que cuando se presentó rompió los supuestos techos.

Las encuestas arrojan un dato novedoso. La imagen negativa está disminuyendo. Explican que la ferocidad del ajuste ha puesto en valor la gestión de Cristina en el universo de indecisos.

El convite a la unidad introdujo una autocrítica. No se puede repetir la experiencia de Diputados y Senadores que en nombre de la gobernabilidad y la racionalidad han apoyado las leyes más importantes para el gobierno de Macri y más perjudícales para el conjunto de la población.

Afirman que la lista de unidad tendría una mayor potencia, pues presentaría a la sociedad una alternativa competitiva y no un peronismo dividido. Se propone una unidad plural, diversa, programática, sostenida con coherencia y credibilidad, como principal capital para construir una nueva mayoría.

La claridad y el coraje político de Cristina calmaron las aguas. Los intendentes, aunque ansiosos, esperan las definiciones. Una sola cosa tienen claro: no se enfrentarán a Cristina. Nadie quiere desperdiciar su caudal de votos y regalar el poder local en una elección que se presenta reñida.

Cristina hace un arte de la paciencia y la utilización de los tiempos. Los ansiosos se lanzan y los cautelosos esperan. Lo concreto es que todos bailan a su ritmo.

La ex presidenta se niega a hablar mal de su ex ministro y recuerda que el enemigo es la derecha y la estrategia de dividir al campo nacional y al movimiento obrero, incluso con la cooptación de dirigentes. El ánimo renovado por la interna del peronismo responde a este impulso histórico.

Finalmente, si el peronismo construyó su propio laberinto su voluntad, ampliada al campo popular será quien la resuelva. Como dijimos al principio, la salida es por arriba y contando votos.

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