El gobierno celebra la desaceleración inflacionaria, pero persiste la opacidad: no se conoce la composición exacta de la canasta del IPC.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que la inflación de abril fue del 2,8%, marcando una desaceleración respecto al 3,7% de marzo. Sin embargo, persiste una falta de transparencia en la metodología utilizada: el INDEC no publica la composición detallada de la canasta que utiliza para medir el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Aunque se conoce que el IPC se construye a partir de una canasta representativa del consumo de los hogares, el INDEC no ofrece un listado público de los productos específicos que la integran, lo que dificulta la evaluación crítica y la replicabilidad de sus mediciones.
Esta falta de transparencia se suma a la preocupación de que, mientras el gobierno celebra la desaceleración de la inflación, los datos disponibles no permiten una comprensión completa de cómo se calcula este indicador clave.

La inflación de abril también se enmarca en un contexto de cambios en las políticas económicas, como el levantamiento del cepo cambiario y la implementación de un régimen de flotación entre bandas en el valor del dólar. Estas medidas han generado expectativas sobre su impacto en los precios, pero la falta de información detallada sobre la canasta del IPC limita el análisis profundo de estos efectos.
En resumen, aunque la inflación muestra señales de desaceleración, la opacidad en la metodología del INDEC plantea interrogantes sobre la precisión y representatividad de las mediciones oficiales.
¿Qué necesita una familia para no ser pobre?
Según los últimos datos del INDEC, en abril una familia tipo necesitó $1.110.000 para cubrir la Canasta Básica Total (CBT), que incluye no solo los alimentos necesarios para una dieta adecuada (como la Canasta Básica Alimentaria o CBA), sino también otros gastos imprescindibles como transporte, salud, educación, vestimenta y servicios.
Este monto es el umbral a partir del cual una familia comienza a dejar de ser considerada pobre. Si los ingresos de una familia no alcanzan a cubrir este total, se la clasifica en situación de pobreza. En paralelo, aquellos hogares cuyos ingresos no llegan a cubrir la CBA, que es aún más estricta y solo contempla lo esencial para subsistir, son considerados indigentes.
Estos datos reflejan un panorama preocupante para la mayoría de las familias argentinas, que luchan cada vez más por alcanzar este mínimo para no caer por debajo de la línea de pobreza.