Fenómeno barrial: Desde que asumieron Milei y Caputo, la deuda aumentó más de USD 35.000 millones

El gobierno de Javier Milei ha decidido vivir de prestado, confiando en el endeudamiento sistemático como tabla de salvación para sostener reservas y cumplir con exigencias externas.

Desde la llegada de Javier Milei a la presidencia y Luis Caputo al Ministerio de Economía, la deuda pública argentina se incrementó en más de USD 35.463 millones, según datos del Instituto de Análisis de Gobierno (IAG). Este aumento refleja una estrategia oficial centrada en endeudarse para cumplir con metas del FMI, a costa de comprometer aún más la estabilidad financiera del país.

El aumento incluye tanto deuda en moneda extranjera como en pesos. A mayo de 2025, el stock de deuda bruta nacional ascendió a USD 461.019 millones, sin contar mecanismos adicionales implementados para engrosar reservas como: emisiones de deuda en dólares por hasta USD 1.000 millones mensuales, un nuevo REPO con bancos extranjeros por USD 2.000 millones, y la reactivación del BOPREAL, todo lo cual supone aún más deuda.

Más deuda para cumplir con el FMI

El nuevo programa con el FMI implicó una suba en los compromisos de pago por USD 17.000 millones adicionales respecto al acuerdo de 2022, según explicó el investigador Hernán Herrera. La baja en el stock de deuda registrada entre abril y mayo fue solo aparente: se trató del pago de Letras Intransferibles al BCRA, lo que cambió deuda intraestatal por deuda con el FMI, mucho más exigente en términos de soberanía y condiciones.

En el último año, la deuda bruta en situación de pago normal creció USD 25.273 millones, debido principalmente al aumento de deuda en pesos (equivalente a USD 25.105 millones), mientras que la deuda en dólares apenas bajó USD 90 millones, según estimaciones privadas.

El riesgo detrás de la estrategia

Aunque algunos indicadores de deuda sobre PBI y reservas mejoraron levemente (por ejemplo, la deuda como porcentaje del PBI bajó del 100% al 70%), esto se logró mediante ingresos de divisas del FMI que inflaron artificialmente las reservas. De hecho, la deuda en moneda extranjera llegó a superar el 1.100% del nivel de reservas antes de caer a menos de 700%, aún una cifra alarmante.

El intento de reforzar reservas mediante licitaciones en dólares y flexibilización de restricciones a inversores externos tiene un costo elevado: más deuda, y mayor exposición a flujos volátiles de capital. A ello se suma un nuevo REPO de USD 2.000 millones con siete bancos internacionales, y la emisión de bonos en pesos suscribibles en dólares.

El aval del FMI y un déjà vu con el pasado

El FMI celebró estas medidas, calificándolas como “importantes avances” para la desinflación y la reconstrucción de reservas. Sin embargo, lo que desde Washington se aplaude, en Argentina revive recuerdos del pasado. La estrategia de Caputo hoy remite a su propio rol durante el gobierno de Mauricio Macri: en ambos casos, se recurrió al FMI para sostener reservas, sin controles de capital firmes y con mayor exposición al endeudamiento.

Antes del nuevo acuerdo con el FMI, el cronograma de pagos para los próximos 10 años era de USD 55.363 millones. Con el nuevo programa, la cifra asciende a USD 72.487 millones, incluyendo pagos por capital, intereses y sobrecargos, con vencimientos especialmente abultados desde 2028.

El gobierno de Milei ha decidido vivir de prestado, confiando en el endeudamiento como tabla de salvación para sostener reservas y cumplir con exigencias externas. Pero esta política, lejos de resolver los desequilibrios de fondo, profundiza la dependencia financiera y posterga soluciones estructurales, al tiempo que Argentina se hunde en un espiral de deuda que amenaza su futuro económico constituyendo una pesada herencia para gobiernos futuros y para el país en su conjunto.

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