En un esquema que busca maximizar ganancias para las empresas, se da nuevo impulso a los "medidores prepagos para los pobres". En Europa se registraron 40 mil muertes por hipotermia o congelamiento el invierno pasado, por la combinación de suba de tarifas y control del consumo a hogares humildes. Peligroso.
"Por las ganancias, todo". Esa parece ser la premisa que vuelve a dar impulso a un peligroso modelo energético para imponerle a los sectores más vulnerables de la sociedad. Concretamente las distribuidoras intentan implementar la instalación de medidores eléctricos de servicio “prepago”.
Para avanzar en ese esquema, especialistas del sector y representantes de entidades de consumidores recordaban antecedentes locales de intentos por limitar la demanda eléctrica a lo que cada hogar estuviera en condiciones de pagar “previamente”.
Hoy Página 12 recordó "la mala experiencia en Europa" con este sistema. "Registra decenas de miles de muertes por año por políticas de restricción del uso de la energía eléctrica en hogares de escasos recursos. ´Mucha gente puede morir de frío por el impacto de estas políticas y los mecanismos que se implementan para sostenerlas´, advirtieron especialistas y defensores de los derechos de los usuarios".
A principios de la década anterior, hubo un intento, promovido por el ENRE, de implementar los medidores para consumo prepago en la localidad de Merlo, una de las más pobres del conurbano bonaerense, pero fracasó por la resistencia de organizaciones locales
Más recientemente, se intentó probar suerte en San Isidro, al norte de la Capital, pero tampoco prosperó. Claudio Boada, titular de la Unión de Usuarios y Consumidores.
Desde principio de este año, “lo que está sucediendo en varias localidades del Gran Buenos Aires es que Edenor le retira el medidor a usuarios morosos de escasos recursos, pero sin cortarle el servicio; después de un par de semanas, les coloca un medidor nuevo con el sistema prepago, por el cual el jefe de hogar debe concurrir a las oficinas de la empresa para notificarse y empezar a hacer el pago anticipado por tarjeta, lo que le habilita el consumo de una determinada cantidad de kilowatts hora; como no hubo cortes del servicio, la gente no se queja”, explicó Boada al matutino.
“Es un esquema pensado para la gente de escasos recursos, pero es muy peligroso y va en contra del criterio de servicio público, que debería garantizar el consumo mínimo indispensable. Hay mucha gente que queda en riesgo de morir, incluso, por las bajas temperaturas, como sucede en Europa. Es una posibilidad que nunca se terminó de concretar, pero no me extraña que ahora se le dé nuevo impulso: es coherente con la política energética vigente”, explicó Marcos Rebasa, especialista en temas energéticos y miembro del Instituto de la Energía Scalabrini Ortiz (IESO).
El “disciplinamiento” de los consumidores morosos aquí, en el marco de una política de ajuste en los gastos sociales y tarifazos, tiende a copiar modelos con resultados trágicos en el exterior y que hoy están bajo severo cuestionamiento.