Miles de brasileños despidieron a Dilma al grito de “Vuelve”
La ex presidenta Dilma Rousseff se mudó hoy de los palacios de Brasilia seis días después de haber sido destituida en un juicio político y con la intención de combatir al gobierno de Michel Temer, su ex vicepresidente.
Rousseff terminó su mudanza del Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial de Brasilia adonde vivió y trabajó suspendida desde el 12 de mayo, y se retiró del edificio oficial por sus jardines en medio de abrazos y flores de una multitud de militantes que le gritaban "Dilma, guerrera, de la patria brasileña".
Con la salida de Rousseff terminó el miércoles pasado una era de 13 años en el poder del Partido de los Trabajadores y para la ex presidenta significa también una mudanza a su ciudad de residencia, luego de haber vivido en Brasilia desde 2003, cuando Luiz Inácio LUla da Silva la llamó para ser ministra de Energía y luego escaló a la jefatura de gabinete.
"Vuelve, querida", le gritaron los manifestantes al llegar a la base aérea de Canoas, en Porto Alegre.
Como ex presidenta, no tendrá pensión ni salario, sino que habrá ocho personas a su disposición, entre agentes de seguridad, chofer y asesores, como marca la Constitución, pagados por el Tesoro nacional como todos sus antecesores.
El portavoz de Rousseff, Olimpio Cruz, sostuvo que la elección de la ex presidenta es vivir en Porto Alegre -donde reside desde los años 70- cerca de su hija Paula, sus dos nietos y su ex marido y amigo cercano, Carlos Araújo.
El Palacio de la Alvorada se convirtió esta mañana en una despedida interminable de Rousseff con sus militantes que se acercaron a darle un saludo y rosas rojas y blancas.
Allí dio su último discurso tras ser destituida el 31 de agosto: "Sufro el segundo golpe de Estado de mi vida, a través de una farsa legal que me quita del cargo por el cual fui electa por el pueblo", dijo al comparar el impeachment con su pasado de presa política.
Rousseff sostuvo que su destitución fue para proteger a Temer y sus aliados de las operaciones contra la corrupción pero también para implementar la agenda del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), cuyos candidatos fueron derrotados en 2002, 2006, 2010 y 2014 por Lula y por ella, en dos ocasiones cada uno.