Y un día Mauricio ocupó el centro del ring
Se sabía que el resultado de la Convención radical del sábado pasado en Gualeguachú iba a impregnar la tónica políticas de la semana. Pero como en la previa el desenlace era una incógnita, resultaba difícil anticipar que la figura de Mauricio Macri capitalizaría de este modo la decisión de los boinas blancas.
La Alianza versión 2015 que plasmaron los radicales, le aporta al ingeniero la estructura para saltar del ámbito citadino porteño a todo el territorio nacional. Esto obliga al resto a recalibrar la mira y apuntar directamente contra el reforzado adversario de la derecha más pura.
El que sí advirtió con anterioridad que el contrincante del momento es el líder del PRO fue el gobernador bonaerense Daniel Scioli.
El exmotonauta eligió no participar de la batalla a muerte que le propuso el otro presidenciable del FpV, Florencio Randazzo. En nombre suyo mandó al jefe de gabinete, Alberto Pérez, quien arremetió a naranjazo limpio contra el ministro del Interior y Transporte: le refregó cables de la embajada de Estados Unidos y lo acusó de tener reuniones secretas con Clarín.
Días más tarde, DOS agarró el micrófono y seleccionó con premeditado análisis a su rival. “El adversario político es Macri”, le avisó a todos el naranja y dejó a un par de precandidatos del FpV pedaleando en el aire. Tal vez, los partidos de fútbol que Daniel Osvaldo comparte frecuentemente con Mauricio en villa La Ñata, le permitieron leer mejor el panorama y adelantarse a la jugada. Después de todo, ambos aspirantes al sillón de Rivadavia comparten -además de su pasión futbolera- el ser hijos de empresarios millonarios que se metieron a hacer política. Son de la misma estirpe.
En cambio, el caso de Sergio Massa es diferente. El tigrense acusó el golpe del resultado del convite radical y racalculó los proyectiles. Eso sí, para el líder del Frente Renovador todo es más incómodo. Es que su lugar de exmiembro del Gobierno y actual opositor es complicado. Un síntoma de ello es cómo viene perdiendo poder y adeptos en los municipios de la Provincia.
Asimismo, el diputado nacional de FR asegura que no se baja de la pelea y salió al cruce de las declaraciones del jefe Porteño, quien dijo que si gana las elecciones lo primero que hará es eliminar el cepo al dólar y el impuesto a las ganancias. Massa reiteró que él opina lo mismo, pero asegura que es el único capaz de hacerlo. “En un sector político están los que inventaron corralitos y el corralón, y en nuestro espacio están los que hicieron posible levantarlos", señaló en clara alusión a la alianza UCR-PRO.
A nivel provincial los massistas hicieron cola para pegarle a "Mauri". El intendente de San Martín, Gabriel Kapotodis y Malena Galmarini hicieron punta de lanza.
Katopodis dijo que la alianza que constituyeron el PRO, la UCR y la Coalición Cívica propone “una visión pendular de volver todo para atrás”. Malena les endilgó ser antiperonistas y una opción minoritaria.
Mauricio hace muchos años que quiere ser Presidente, pero hasta ahora el físico no le daba para soportar todos los rounds que conllevan una puja electoral. De hecho, en 2011 se refugió en la Ciudad cuando sus asesores le dijeron que perdería con Cristina Kirchner.
El expresidente de Boca cuenta, además, con un sector de la burguesía local que se siente más cómodo con un gobierno no-peronista. Y ese apoyo se tradujo en una cena en la Rural de 120 millones de pesos en contribuciones de campaña. Aunque, el empresariado pone huevos en todas las canastas.
Las elecciones anticipadas de la Ciudad y de Santa Fe serán clave para las aspiraciones de Macri y para el análisis de qué pueda suceder en los comicios nacionales. Sin embargo, el que afirme que el líder del PRO tiene garantizado su ascenso a la Rosada en diciembre no conoce el paño, tan cambiante y por momentos impredecible.
Lo que está claro es que el desplome provincial de Sergio Massa, sumado al resultado de la puja interna radical, le hicieron ganar a Macri el centro del ring por esta semana. Habrá que ver si al referente de la derecha le da la nafta para sostenerse allí hasta el último round.