El punto en que la ideología macrista mata al pragmatismo

(por Andrés Fidanza) Hay un tema en particular que saca la versión más ideológica y patronal de Mauricio Macri: los derechos laborales. En su discurso, los derechos de los trabajadores se confunden rápidamente con abusos gremiales (que en algunos pueden existir), a partir de valoraciones personalísimas y estadísticas difusas. Y a su vez se vuelven la causa central de la falta de inversiones y los responsables casi únicos por los millones de pesos que desaparecen en el aire. En ese punto, la ideología se impone en estado de emoción violenta sobre liderazgo pragmático.

Macri no identifica a la fuga, a la evasión, el desempleo, la concentración oligopólica, ni a la falta de protección diferenciada a las Pymes por parte del Estado. Ni siquiera los señala como motivos parciales: al momento de explicar la imperfección del capitalismo argentino, el presidente se concentra únicamente en las herramientas (legales) de la defensa a los trabajadores.

Ayer, el presidente aprovechó un acto que no tenía relación con el asunto, para volver a denunciar la “mafia de los juicios laborales”. Durante la asunción de Jorge Faurie como canciller, reactivó su campaña contra la Justicia del Trabajo. Esta vez, lo hizo con un dato agregado: "un grupo de jueces minoritario, conducido por (Héctor) Recalde".

Hace un par de semanas había acusado directamente a los jueces Enrique Arias Gibert y Graciela Marino, de la Cámara Nacional del Trabajo. Pero esta vez sumó el elemento de la personalización sobre un diputado kirchnerista, en un interno por sumar fuerza, polarización y un toque de conspiración a la denuncia.

En la Bolsa de Comercio, antes cientos de abogados del conservador Colegio de Montevideo, había pedido que el Consejo de la Magistratura removiera a los jueces Enrique Arias Gibert y Graciela Marino, de la Cámara Nacional del Trabajo. Una semana después, el macrismo avanzó contra Arias Gibert: pidió en el Consejo que Facebook entregue sus posteos porque el juez “expresaba posiciones contrarias al Poder Ejecutivo, referidas al conflicto de los bancarios”.

Si bien finalmente no se votó en la comisión de Disciplina y Acusación (el juez Luis Cabral pidió una postergación), el planteo lo hizo el representante del gobierno en el Consejo y dirigente cercano a Daniel Angelici, Juan Bautista Mahiques.

Arias Gibert y Marino están en la mira del oficialismo desde febrero pasado, cuando avalaron la paritaria del gremio bancario. A pesar de que el macrismo había sugerido un techo salarial del 18%, los trabajadores acordaron un aumento del 24%. Y en su fallo los jueces advertían que el Ejecutivo no debía interponerse en ese convenio. La decisión les costó un pedido de juicio político por parte del ministro de Trabajo Jorge Triaca.

El caso de los jueces laborales, sumado al intento de destituir al camarista Eduardo Freiler “por corrupto”, muestra que el macrismo está decidido a apurar algunos cambios en el Poder Judicial. Sobre todo antes de las elecciones, cuando podría modificarse la composición del Consejo. A pesar de ser poco visible y tener 13 integrantes de perfil muy bajo, se trata de un organismo clave: se encarga de la postulación y remoción de jueces.

Para avanzar con un jury contra un juez, el macrismo necesita 9 sobre 13 votos en la reunión plenaria. Y por ahora cuenta con 8 propios. Pero en caso de que faltara un consejero o se produjera una mínima alteración (el senador kirchnerista Ruperto Godoy está en la cuerda floja: un fallo recomendó apartarlo por no ser abogado), con 8 votos le alcanzaría. El oficialismo se encuentra a un paso de lograrlo.

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