Fuego amigo

(por Andrés Fidanza) El giro en la línea de los grandes medios puede funcionar como un presagio para el gobierno. Ante la desaparición de Santiago Maldonado, sus editorialistas pasaron por distintas etapas: callar y disimular; dar crédito a hipótesis que culpabilizaban a la víctima; y validar otras versiones mucho más fantasiosas sobre supuestos grupos guerrilleros.
De ahí, casi 40 días después de iniciado el caso, optaron por cuestionar la parsimonia y pasividad del macrismo. Un viaje que no hubiera sido posible sin el empuje de las marchas, las campañas en redes, el resultado de los focus group y las enormes inconsistencias en la gestión de Patricia Bullrich.
El machaque para poner el foco en la utilización política y en otras derivaciones secundarias, y nunca en la desaparición en sí, no resultó del todo efectivo: un caso fallido de polarización a garrotazos. Cierto cambio en el humor social obligó a recalcular el rumbo, tanto del gobierno como de los medios. La prensa, sin embargo, le sumó un suplemento de críticas al volantazo, como si no se hubiese tratado de un juego sincronizado. El pacto de no agresión entre los principales medios y el gobierno incluye todo tipo de malentendidos, fricciones, desavenencias y traiciones en potencia. Si bien la prensa hace un gran esfuerzo por cuidar al macrismo, no hay acuerdo que tenga la verticalidad del Kremlin.
La moraleja, que nunca nadie pondrá en práctica, es que difundir algunas críticas a tiempo puede ser la mejor forma de proteger a un gobierno. Desde la fragilidad del poder, no hay margen para detectar matices o estrategias sutiles, por fuera de un tablero dividido entre blancas y negras. El kirchnerismo, hasta 2015, también (sobre)vivió al calor de esa urgencia.
En un principio, cuando empezó a instalarse desde los márgenes la situación dramática de Maldonado, el gobierno apostó a la inercia del stato quo. Lo hizo en base a una mezcla de pereza y lógica resultadista: para qué gastarse en modificar el discurso, si el método de la polarización y el siga siga suelen ser los más exitosos. Cuando desde Casa Rosada reaccionaron, algunos medios ya le habían empezado a soltar la mano.
Si bien es probable que la desaparición de Maldonado no tenga demasiado impacto electoral, el caso pinta para exceder esa mirada corta y especulativa. Cuando uno se aleja del calculito más inmediato, incluidas las exageraciones políticas y los zigzagueos mediáticos, tiene componentes profundos y referencias históricas densas. Las suficientes como para convertirse en una cicatriz fija dentro del ciclo PRO.