Javier Milei, confirmó que agasajará con un asado a los “87 héroes” que impidieron la sanción de la ley jubilatoria en la Cámara de Diputados.
En un acto de burla y provocación, que revela también una alarmante falta de sensibilidad y empatía, Javier Milei ha decidido celebrar con un asado a los “87 héroes” que bloquearon la reforma de movilidad jubilatoria en la Cámara de Diputados.
Este festejo con banquete incluido está programado para el martes por la noche en la Quinta de Olivos, un escenario que, bajo la apariencia de camaradería política, esconde un profundo desprecio hacia los jubilados que sufrirán las consecuencias de esta decisión.
El presidente Milei, en un gesto que roza lo cínico, expresó su alegría por el apoyo recibido de sectores del PRO y el radicalismo para mantener el veto a la reforma. En redes sociales, se refirió a los legisladores que impidieron la ley como “héroes”, y tachando de “degenerados fiscales” a quienes promovían el proyecto. Con estas palabras, no solo trivializa el sufrimiento de miles de jubilados que verán limitados sus ingresos, sino que también glorifica una decisión que prioriza el superávit fiscal por encima del bienestar y supervivencia de los ciudadanos más vulnerables.
La crueldad de Milei queda aún más evidente en el comunicado oficial que refuerza sus declaraciones. Según la Presidencia, los diputados “patriotas” impidieron la adopción de “medidas populistas” que habrían “quebrado las arcas públicas”, como si las vidas de los jubilados fueran simples cifras en un balance. Este tipo de discurso revela una gestión que valora más el equilibrio fiscal que el derecho de los mayores a una vida digna.
Mientras tanto, el presidente continúa sus maniobras políticas para consolidar su postura. Reunido con líderes radicales y del PRO, Milei se asegura de que su visión económica prevalezca, sin importar a quién perjudique en el camino. Es un despliegue de crueldad y cinismo que no deja lugar a dudas: la prioridad de su gobierno no son las personas, sino los números.
Esta celebración, lejos de ser un gesto de agradecimiento, es un recordatorio brutal de un gobierno que antepone el superávit a la justicia social.