El Gobierno libertario sigue designando amigos y figuras con currículums cuestionables en áreas claves del estado.
En una nueva contradicción con su discurso de austeridad y meritocracia, el presidente Javier Milei designó a Gabriela Muñoz, cantante y tiktoker sin formación profesional ni experiencia en gestión, como jefa de la oficina central de ANSES en Neuquén Capital. Pese a su falta de idoneidad técnica, Muñoz percibe un sueldo que supera los 4 millones de pesos, mientras millones de jubilados deben conformarse con aumentos mínimos.
¿Mérito o favoritismo político?
Gabriela Muñoz, quien se define como “cantante y compositora”, no posee antecedentes laborales vinculados al sistema previsional ni formación académica que respalde su designación en un cargo clave. Su principal vínculo con el actual gobierno es su militancia en Libertarios Neuquén, agrupación que fundó y que forma parte del aparato político construido por Hugo Márquez, líder de la iglesia bautista Jesús es Rey.

Muñoz incluso integró la lista de La Libertad Avanza (LLA) para diputada nacional, pero al no obtener una banca, fue recompensada con este puesto estratégico en ANSES, ocupando una categoría 26 con un salario base de 1.725.342 pesos, al que se suman adicionales y beneficios por zona austral, llevando su ingreso a más de 3,5 millones de pesos mensuales.
La contradicción con los jubilados
La designación de Muñoz contrasta fuertemente con la realidad de los jubilados y pensionados. Esta semana, ANSES confirmó que los jubilados que cobran la mínima recibirán un aumento de apenas 7.000 pesos, dejando su ingreso mensual en 266.607 pesos. Las Pensiones Universales para el Adulto Mayor (PUAM) y las Pensiones No Contributivas tampoco superan los 213.000 pesos, una cifra que dista abismalmente del salario asignado a la nueva funcionaria.

Un discurso que no se sostiene
El Gobierno libertario, que llegó al poder prometiendo un Estado eficiente y una gestión basada en la meritocracia y las transparencia, parece seguir el mismo patrón que criticaba: acomodar a militantes y amigos en áreas estratégicas con sueldos elevados, mientras exige exámenes de idoneidad al personal contratado y transitorio del Estado.
La contradicción no pasa desapercibida, especialmente en un contexto donde los sectores más vulnerables apenas sobreviven con ingresos insuficientes. La pregunta queda en el aire: ¿es esta la “meritocracia” prometida por Javier Milei?