El presidente sólo recibió un premio de una ONG ultraderechista en un evento donde su discurso pasó desapercibido.
El octavo viaje de Javier Milei a Estados Unidos no dejó otra cosa que un premio ignoto entregado por una ONG de ultraderecha. Ni foto con Donald Trump, ni respaldo del Fondo Monetario Internacional, ni apoyo de la Casa Blanca, ni un solo anuncio económico. El presidente regresó al país con las manos vacías y un discurso que nadie escuchó: mientras hablaba en la cena de gala de la organización MACA, los murmullos y ruidos del salón no cesaban. Aplausos breves, más por protocolo que por entusiasmo, fueron el único eco que recibió.
El desaire fue más evidente por el fallido encuentro con el exmandatario republicano. Desde Casa Rosada intentaron explicar el papelón con una versión poco convincente: según ellos, Milei se retiró antes de que Trump llegara a la gala, debido a una supuesta demora por problemas técnicos en el helicóptero del magnate. Sin embargo, también circuló una versión inversa: habría sido Milei quien llegó tarde, y Trump quien se fue antes. Lo cierto es que la foto no ocurrió, y eso fue un golpe al relato presidencial.
La ceremonia tuvo lugar en Mar-a-Lago, la residencia de Trump en Palm Beach, donde el presidente argentino recibió el “Lion of Liberty Award” de parte de MACA, una organización que reproduce el discurso más extremo del Partido Republicano. Tras el premio, Milei dio un discurso que pasó desapercibido entre cubiertos, charlas de pasillo y falta de atención general. Ni siquiera pudo desplegar su ya clásico show con motosierra.

Acompañado por su hermana Karina Milei y por el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, el presidente esperaba capitalizar el viaje con gestos políticos que ayudaran a reforzar su debilitado frente interno. Pero no hubo ningún acercamiento con el FMI, ninguna reunión con funcionarios de Washington y ni una sola promesa de apoyo. Tampoco hubo avances en temas comerciales como la rebaja de aranceles o un posible acuerdo de libre comercio.
El regreso al país se dio apenas pasada la medianoche, en medio de otro revés: el Senado había rechazado la designación de Manuel García-Mansilla como juez de la Corte Suprema, lo que enrareció aún más el clima en el oficialismo. El malhumor presidencial se hizo evidente, y ni Caputo ni Karina lograron torcer una agenda que se cerró sin resultados. La supuesta gira estratégica terminó convertida en una postal de aislamiento internacional.
Así, el Gobierno de La Libertad Avanza quedó una vez más expuesto en su sobredependencia de símbolos vacíos. El único logro del viaje fue una estatuilla de una organización marginal, que sirvió apenas para alimentar las redes sociales libertarias. Sin foto con Trump, sin acuerdos, sin inversiones y sin respaldo institucional, Milei regresó como se fue: solo, sin plan y con el orgullo herido.