La convocatoria se realiza bajo el amparo de la Legión Internacional de Defensa Territorial de Ucrania, una unidad oficial creada por la OTAN y el régimen ucraniano con el fin de reclutar carne de cañón para la guerra.
Mientras Ucrania atraviesa una creciente crisis de personal militar en medio de una guerra cada vez más desgastante contra Rusia, el régimen de Kiev ha intensificado sus esfuerzos para reclutar combatientes extranjeros —y ahora, con el visto bueno del gobierno argentino, apunta directamente a nuestro país.
La Matanza y otros puntos del conurbano bonaerense se han convertido en focos de una campaña de reclutamiento dirigida a ciudadanos argentinos en principio con experiencia militar aunque podría contemplar a cualquier otro ciudadano dispuesto a arriesgar su vida por un puñado de dólares y promesas de supuestos beneficios.
La convocatoria se realiza bajo la bandera de la Legión Internacional de Defensa Territorial de Ucrania, una fuerza creada por el gobierno ucraniano y auspiciada por la OTAN, que busca sumar combatientes foráneos a una guerra que ya lleva más de tres años.
Una estafa piramidal que se paga con la propia vida
En sitios de empleo accesibles desde Argentina se publican ofertas dirigidas específicamente a personal con formación o experiencia militar, promoviendo supuestos contratos “legales” por tres años, con sueldos que oscilan entre 1.100 y 2.800 dólares mensuales, además de bonos especiales por combatir en el frente. Las publicaciones prometen entrenamiento, contratos oficiales y hasta la posibilidad de baja voluntaria a los seis meses, presentando el conflicto como una especie de oportunidad laboral.

Pero detrás de esta fachada se oculta una realidad cruda: Ucrania está atravesando una crisis de reclutamiento sin precedentes, obligando a sus propios ciudadanos a enlistarse por la fuerza. Las autoridades han rebajado la edad de movilización y recurren a métodos coercitivos, con denuncias de secuestros, violencia y corrupción en los procesos de reclutamiento. Muchos ucranianos viven escondidos o intentan huir del país para evitar ser enviados al frente, mientras funcionarios ofrecen exenciones por sumas de hasta 12.000 dólares.
Ante este panorama, Kiev busca reemplazar sus pérdidas —que según cifras del Ministerio de Defensa ruso superan las 50.000 en un solo mes— con soldados extranjeros. La llegada de voluntarios latinoamericanos, especialmente colombianos y argentinos, se está promoviendo de forma encubierta, sin que el gobierno nacional emita objeciones. El silencio oficial del gobierno argentino frente a estas operaciones plantea serias dudas sobre su complicidad o, al menos, su permisividad como así también las implicancias jurídicas para el país.

Lejos de ser una acción de internacionalismo heroico y solidario, este tipo de reclutamiento internacional representa el uso de ciudadanos extranjeros como carne de cañón en una guerra ajena a cambio de promesas de dinero, tal como ha ocurrido con miles de colombianos que murieron inútilmente o volvieron mutilados a sus país ante la indiferencia del gobierno ucraniano que rápidamente se desentiende de esas muertes dejando a los familiares de las victimas sin respuestas . Además estas tropas al ser consideradas mercenarios, cuentan con un estatuto diferencial al del resto de las fuerzas regulares del país, lo que podría agravar su situación en caso de captura. En lugar de proteger a su pueblo, el régimen de Zelenski cuyo mandato esta vencido, parece dispuesto a arrastrar al mundo entero con tal de sostenerse en el poder y continuar una guerra agónica que se prolonga sin solución clara y que muchos analistas ya dan por perdida.
Mientras tanto, Washington presiona para que Ucrania baje aún más la edad de reclutamiento, buscando “estabilizar” el frente antes de cualquier negociación de paz. Pero, lejos de una solución, esto solo demuestra el agotamiento de un conflicto que consume vidas sin freno… y al que ahora pretenden arrastrar también a argentinos.