YPF incrementó un 55% su presupuesto publicitario en los primeros tres meses de 2025, gastando más de $32.600 millones, según confirmó el sitio Chequeado tras una demanda judicial que obligó a la petrolera estatal a transparentar sus números.
Mientras el gobierno nacional insiste en un relato de austeridad extrema, recorte del gasto público y combate contra los privilegios de “la casta”, puertas adentro opera una lógica muy distinta. Bajo la coordinación de Santiago Caputo, el principal operador comunicacional de Javier Milei, YPF —la petrolera estatal más importante del país— se ha transformado en el principal sostén económico de la maquinaria mediática oficialista.
En lo que va del año, YPF ejecutó el mayor presupuesto publicitario desde su reestatización en 2012. Se trata de un gasto multimillonario destinado no a promover productos, ni a mejorar la eficiencia empresarial ni su posicionamiento en el mercado energético, sino a financiar una red de periodistas, portales digitales, cuentas en redes sociales y tuiteros militantes que operan como voceros del gobierno. La pauta oficial se concentra en medios y perfiles afines al oficialismo, muchos de ellos sin mayor alcance ni trayectoria, pero con un rol proselitista claro en la defensa del presidente y el ataque sistemático a cualquier crítica o sector opositor.
El contraste no podría ser más evidente: mientras se desfinancia la educación, la salud, la cultura y la ciencia en nombre de la eficiencia fiscal, se multiplican los recursos para sostener una red de propaganda informal pero bien aceitada, financiada con dinero público. Lejos de eliminar los vicios del pasado, el gobierno los recicla y los adapta a su lógica, con un nivel de cinismo preocupante.
La pauta no es transparente, no se rige por criterios técnicos ni por resultados medibles. Se distribuye discrecionalmente, por afinidad política, y busca condicionar la agenda pública a través de un blindaje mediático que maquille los costos del ajuste. Santiago Caputo, que no ocupa ningún cargo formal pero toma decisiones clave, administra estos fondos con total opacidad, convirtiendo a YPF en una suerte de “caja negra” al servicio del marketing libertario, un temor que se replica en otras áreas del Estado como ser la SIDE donde Santiago Caputo también tiene amplia influencia.
Paradójicamente, mientras se acusa a los periodistas críticos de ser “ensobrados”, el gobierno construye su propio sistema de favores mediáticos, donde la fidelidad política es premiada con pauta y visibilidad. Esta práctica no solo desmiente el discurso oficial, sino que reinstala uno de los peores hábitos de la política argentina: usar los recursos del Estado para sostener el poder, manipular la opinión pública y castigar la disidencia.