(por Andrés Fidanza) El gobierno consiguió mantener la base electoral que había apostado por Mauricio Macri en la PASO del 2015. Si bien aquella era una elección presidencial, y la de la semana pasada fue legislativa, esa estabilidad es el principal logro de Cambiemos: sostener el 35% de apoyo en promedio nacional, sin fugas ni voto castigo frente a la palidez de la situación económica.
Tras 20 meses de vacas flacas, sin medidas grandilocuentes, sin goles históricos ni decisiones que hayan servido para construir una identidad muy definida sobre el oficialismo, el mérito de Cambiemos resulta aún mayor. O al menos parece más sorprendente, ante la sospecha a priori de que habría un desaire mayor hacia la performance macrista.
En la Casa Rosada lo explican en base a dos argumentos: el voto macrista constituye una realidad estructural, ajena a los vaivenes de la coyuntura, a las viralizaciones en las redes y a las metidas de pata de Esteban Bullrich. Y a su vez sostienen que el camino del gradualismo mercado friendly, cuestionado por izquierda y también por el establishment, encierra una suerte de épica sin épica. Un realismo capitalista, sin la necesidad de recurrir a un juicio a las juntas, a una convertibilidad que frene a la híper, o un pago y cancelación de la deuda externa con el FMI. El relato sobre esa normalidad por supuesto que excluye algunas anomalías sobre las que el macrismo prefiere disimular, como la cárcel para Milagro Sala, la desaparición de Santiago Maldonado o las paritarias con cierre a la baja.
Pero el éxito relativo de Cambiemos también se alimenta de otros factores indirectos: los esfuerzos mediáticos para mantener al gobierno entre algodones, el juego de la polarización permanente con la peor versión del kirchnerismo y la existencia de un peronismo dividido. Y algo más: el oficialista es un voto segmentado, con base en los sectores de mayores ingresos.
Así, entre las variables fijas (cierto corrimiento social hacia la derecha desde el 83 a la fecha), y las otras más volátiles (gauchadas mediáticas y oposición partida), Cambiemos se abrió paso en las primarias. Demostró vitalidad y dejó en offside a sus críticos más tremendistas o estereotipados. Sin embargo, a pesar de ese encadenado objetivo de logros, es probable que el desempeño mostrado en estos 20 meses no le alcance para exceder el tercio de votantes que lo acompañó en las últimas dos PASO.
Ni nueva hegemonía cultural, ni accidente de la historia. El macrismo sorteó el trámite electoral. Y lo hizo con más margen del que asumían muchos encuestadores y todos los que insisten en subestimar su existencia.