Cuando Cuba participó del mundial
Por Santiago Masetti/ En la tercera Copa del Mundo disputada en Francia, en 1938, la selección cubana de fútbol llegó a cuartos de final y culminó séptima entre los 15 combinados que participaron de la competencia. Aquello sucedió entre la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, cuando le negaron la sede a Argentina.
El mundo, a fines de la década del ’30, estuvo marcado por una gran tensión internacional. Por los efectos de la crisis de 1930 y por la aproximación de la Segunda Guerra Mundial, donde las potencias se alistaban para afrontar un escenario bélico.
La situación internacional que se vivía antes del comienzo de la copa de 1938 tenía en vilo al mundo entero. El 11 de marzo de ese año,las tropas de la Alemania nazi invadieron y anexaron Austria al territorio del tercer Reich con la famosa operación militar conocida como “Anchluss”; mientras que en España la Guerra Civil atravesaba uno de sus momentos más críticos y Madrid resistía a las fuerzas franquistas.
Dentro de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) la situación también era complicada. Jules Rimet, presidente de la Federación, maniobró para que el mundial se disputara en Europa y no en América, que correspondía por el orden de alternancia entre un continente y otro. Por caso el Mundial anterior, es decir el de 1934, se había jugado en Italia, por lo que Argentina debía ser la sede de 1938.
Rimet, en cambio, decidió otorgarle a su país natal, Francia, la organización de la Copa 1938. ¿El motivo? El presidente de FIFA sospechaba que los próximos mundiales de fútbol se verían interrumpidos por diferentes incidentes bélicos, por lo que decidió implementar un drástico cambio en el devenir de la naciente competencia.
Como respuesta a la arrogancia europea, Argentina boicoteó el encuentro internacional y resolvió no enviar su seleccionado. Uruguay, México, Colombia, Costa Rica y El Salvador se plegaron a la postura argentina. La única federación americana que llegó a Paris fue Brasil. En esta coyuntura la FIFA invitó a Cuba y a las Antillas Holandesas, para obtener una representación continental mínima.
Así, el de Francia 1938, fue un Mundial signado por las ausencias. Porque además de casi todas las selecciones de Nuestra América, se añade que España se encontraba en plena Guerra Civil; Austria estaba anexada a Alemania y muchos de sus jugadores pasaron a ser parte del seleccionado teutón; en tanto Portugal no quería atravesar territorio español por temor a la contienda en el vecino país; mientras que China y Japón, a su vez,no pudieron salir del encierro debido a la segunda guerra Sino – Japonesa.
El comienzo de la Copa marcó, de alguna manera, lo que se viviría en los años de la Segunda Guerra Mundial. El equipo alemán cantaba su himno haciendo el saludo nazi, mientras el público francés respondía cantando la Marsellesa. Benito Mussolini visitaba los estadios para ver a la selección azurra y se dijo entonces que en el partido que enfrentó a Brasil amenazó a los jugadores con fusilarlos sino ganaban el juego.
En lo que se refiere al fútbol y a Cuba, la selección caribeña jugó tres partidos. Al llegar a octavos de final empató 3 a 3 con Rumania y debió desempatar; se impuso 2 a 1. En cuartos de final Cuba se enfrentó a Suecia (favorecido por la no participación de Austria), y cayó derrotado por un aplastante 8 a 0.
La selección cubana de fútbol quedó séptima en la clasificación final, con 5 goles a favor y doce en contra. Hector Socorro, Tomas Fernandez y Jose Magrina convirtieron los tantos cubanos, los únicos en mundiales. Toda una hazaña al ser el primer país del Caribe en participar de una Copa del Mundo.
En tanto la final la disputaron Italia y Hungría, con un 4 a 2 a favor de los italianos. Así, estos revalidaron el título alcanzado cuatro años atrás y se convirtieron en la primera selección ganadora de manera consecutiva de dos campeonatos mundiales.
De este modo, finalizaba un Mundial de fútbol y comenzaba una nueva guerra que desangró a Europa y provocó un nuevo acomodamiento hegemónico de las potencias del orbe.
La Copa del Mundo tendría que esperar doce años para despertar nuevas emociones; aunque esta vez en un país latinoamericano como Brasil y con un campeón gigante como Uruguay.