El presidente del Gobierno aprovechó que le tocó hablar después de Milei y ha defendido los retos de regulación de la Inteligencia Artificial y la lucha contra el cambio climático.
No es la primera vez que Sánchez usa al presidente de Argentina, Javier Milei, como ejemplo de lo que no hay que hacer. Lo ha hecho durante la campaña y ahora, sin mencionarlo directamente, ha marcado su diferencia.
Para Sánchez, “el segundo reto global al que ha hecho referencia es la gobernanza de la Inteligencia Artificial. Eso sí, una gobernanza basada en la defensa de los derechos fundamentales de los ciudadanos por encima de los intereses de estados y corporaciones”.
Para ello, alertó en prestar “más atención a las preocupaciones de nuestros trabajadores, nuestros jóvenes y nuestros mayores, y menos atención a las promesas vacías de algunos gurús de Silicon Valley, que están más interesados en ganar adeptos o escalar en la lista de millonarios de Forbes que en el verdadero progreso de la humanidad”.
“Los que aprendimos a no creer en la mano invisible del mercado, no podemos profesar ahora una fe ciega en la mano invisible de la Inteligencia Artificial. La invisibilidad suele buscarse para hacer el mal, no el bien. Sólo confío en las manos de carne y hueso. Las que levantan la persiana de un negocio cada mañana. Las que sostienen un libro en la escuela, hacen la cena por la noche para su familia o depositan un voto en la urna. Me importan esas manos, reales y visibles”.
El tercer reto para Pedro Sánchez es “garantizar la prosperidad de nuestros ciudadanos” para evitar el auge de la extrema derecha. “Lo cierto es que esta terrible tendencia no es más que un síntoma de problemas más profundos. La erosión de las clases medias y trabajadoras, las mismas que sufrieron durante las crisis financieras de 2008 y 2012, y que ahora se angustian ante un futuro marcado por la incertidumbre mientras siguen perdiendo poder adquisitivo”, ha lamentado.
“Hemos demostrado que es posible crear riqueza y mejorar al mismo tiempo las condiciones de los trabajadores. Hemos aumentado el salario mínimo un 54%. Hemos ampliado los derechos laborales. Hemos reducido la temporalidad, la desigualdad y la pobreza”.
Y ha pedido implicación a las empresas: “Ustedes son un producto de la democracia. Un producto de un orden internacional basado en reglas, y de estados de bienestar que sostienen a las clases medias y trabajadoras, que garantizan la paz y aseguran niveles adecuados de capital humano y prosperidad. Sin estos pilares, sus modelos de negocio se derrumbarían como un castillo de naipes”.
Fuente: LPO