El presidente continua esgrimiendo todo tipo de argumentos falaces para atacar a la Universidad Publica, hace pocos días publicó un calculo erróneo sobre la Universidad de Rosario que lo dejo en completo ridículo.
El presidente Javier Milei ha intensificado su ataque contra la universidad pública, ahora a través de un discurso plagado de falsedades. Durante el acto de cambio de nombre del “Centro Cultural Néstor Kirchner” a “Palacio Libertad Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento”, Milei habló del “mito de la universidad gratuita”, calificándola como un “subsidio de los pobres hacia los ricos”. Esta afirmación, que se repite en su narrativa, busca construir una base ideológica para desmantelar la educación pública, privando a las clases populares de una herramienta esencial para la movilidad social.
Milei afirmó: “La universidad pública nacional no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos y de la clase alta y media alta, en un país donde la gran mayoría de los niños son pobres”, se trata de un discurso que en su momento también fue utilizado por el macrismo cuando la gobernadora María Eugenia Vidal criticaba la creación de nuevas universidades en la Provincia de Buenos Aires argumentando que los pobres no podían acceder a la universidad. Sin embargo, esta aseveración ignora por completo la realidad de miles de estudiantes de bajos recursos que acceden a las universidades públicas gracias a su carácter gratuito convirtiéndose en muchos casos en la primera generación de universitarios en sus propias familias y comunidades.
Mentiras y manipulaciones
El discurso de Milei es una distorsión clara de los hechos. Su declaración de que la universidad pública solo beneficia a los ricos no se sostiene ante los datos. Según el último informe del 2022, más de 2,1 millones de estudiantes asisten a instituciones de gestión estatal en Argentina, un país donde casi el 53% de la población es pobre. De hecho, las estadísticas muestran que el índice de pobreza entre los estudiantes universitarios ha aumentado significativamente influyendo en sus trayectorias educativas ya que muchos deben abandonar o resignar las cursadas para conseguir otros trabajos y poder sobrevivir a la dura recesión económica de los últimos meses.
Para finales del primer trimestre de 2024, el 48,5% de los estudiantes universitarios provenían de hogares pobres, un aumento de 20 puntos en menos de un año. Esto desmiente categóricamente la idea de que las universidades públicas están “llenas de ricos”.
Además, Milei ignora el hecho de que casi el 48% de los nuevos inscriptos en universidades públicas son la primera generación de sus familias en acceder a la educación superior, un dato que reafirma el rol fundamental de la universidad pública en la movilidad social ascendente. En algunas universidades, como la Universidad Arturo Jauretche, este porcentaje llega al 75%, lo que refleja el impacto directo de estas instituciones en comunidades de bajos recursos.
El miedo a la auditoría: otra falacia
Otro punto del discurso de Milei es su ataque a las universidades por supuestamente oponerse a ser auditadas. “Dejen de mentir, delincuentes que no quieren ser auditados”, exclamó el presidente. Sin embargo, esta acusación carece de sustento. Las universidades públicas ya están sujetas a controles y auditorías por parte de los organismos competentes, como lo son la Auditoría General de la Nación (AGN) y la Sindicatura General de la Nación (SIGEN). El discurso de Milei intenta sembrar desconfianza en la gestión universitaria, sin aportar pruebas concretas de irregularidades.
Un ataque calculado contra la educación pública
Lejos de ser un comentario aislado, las palabras de Milei son parte de un ataque sistemático para desmantelar la universidad pública. No solo ha vetado la Ley de Financiamiento que garantizaba un flujo adecuado de recursos para las universidades, sino que además ha propuesto un presupuesto para 2025 que reduce a la mitad el dinero que necesitan estas instituciones para funcionar. El ataque discursivo es solo la última fase de un plan más amplio para justificar la destrucción de uno de los pilares fundamentales del sistema educativo argentino.
En conclusión, el discurso de Milei está basado en distorsiones y falsedades, con el fin de instalar una narrativa que justifique el desmantelamiento de la universidad pública. Lejos de ser un “subsidio a los ricos”, la universidad pública sigue siendo una herramienta esencial para garantizar el acceso a la educación y la movilidad social en un país marcado por la pobreza y la desigualdad.