Viva la Rivalidad: una reflexión sobre fútbol y Política

El pasado miércoles 5 de marzo tuvimos el primer ejemplo constitutivo de organización social, muy por lejos de los idealismos académicos, al ser las hinchadas de fútbol quienes sin pudor y con desafío declarado rompen con la inercia de los cánticos militantes para hacerlos reales.

Por Joshua Lentulus Aivazian

Mucho se ha hablado sobre la futbolización de la política desde un criterio peyorativo, al sembrar la discordia, con insultos y burlas, entre dos tribunas enfrentadas. Una visión reduccionista para quienes la pasión es entendida como un actor ajeno en el motus de sus acciones. Así se ha percibido el fanatismo históricamente desde aquella visión elitista, porque justamente es algo que no puedes cambiar del individuo, como bien decía el personaje de Pablo Sandoval en “El secreto de sus ojos” “Una persona puede cambiar de nombre, de calle, de cara…pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión., y aquello que no se puede cambiar, siempre será una amenaza para la casta del arbitraje político y comunicacional.

Imagínese una universidad del entrenamiento instintivo del fanatismo, en donde se enseñe a repudiar la injusticia y las faltas en vivo y en directo, sin pasar por el filtro del sesgo discursivo y comunicacional. En esta universidad, si bien no hay una titulación que certifique una profesión, su formación resulta más resolutiva que la de muchos profesionales. Los egresados no practican una profesión, sino que la encarnan a la espera de responder y reaccionar con un minimalismo moral eficaz y certero, y una vez que el discurso político presidencial parte de la anarquía cautiva de los vulnerables por los bárbaros, la evolución organizativa de la sociedad empieza por su primer eslabón, la comunidad deportiva.

“Una persona puede cambiar de nombre, de calle, de cara…pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión”.

El pasado miércoles 5 de marzo tuvimos el primer ejemplo constitutivo de organización social, muy por lejos de los idealismos académicos, al ser las hinchadas de fútbol quienes sin pudor y con desafío declarado rompen con la inercia de los cánticos militantes para hacerlos reales. La futbolización política se hace social en el ejercicio de las declaraciones, vinculando la pasión con la necesidad de la autodefensa por encima de las deficientes instituciones y organizaciones sociales, siendo constituidas otras en el espíritu de su existencia, la defensa del vulnerable ante la falta del rival. Los valores de una hinchada que da “aguante” a su equipo es más que un mero  acto pasional tribunero, es un ritual del convencimiento sobre la posición moral que  hay que tomar sobre aquello que se encarna y proclama, la justicia y honor de tu equipo.

“El deporte es un juego, pero lo de mañana es la vida.” Hernán Aisenberg, referente de la Coordinadora de Hinchas del Fútbol Argentino.

Atacar el insulto y protestar contra las faltas, mientras se festeja la justicia  de la victoria, en un partido con múltiples atropellos, pero sin arrepentimiento ni  resentimiento. Nunca escucharás a un periodista o referente político instalar un  discurso que lo obligue a exponer la realidad de sus cualidades, lo que una  hinchada si hace por representación de su equipo. Un panelista o referente siempre  cambiará de nombre, de calle, de cara…. y por eso teme y desprecia a quien posee  una identidad que no puede cambiar, su pasión. Y no cualquier pasión, mal entendida desde el fanatismo fratricida o los supremacismos políticos, sino la pasión justiciera de la defensa del honor del vulnerable, nuestros abuelos, quienes en el futuro seremos y aspiramos habitar en la justicia de nuestra dignidad. Dejando como conclusión las sabias palabras de nuestro juglar nacional Charly Garcia, “Pero nunca van a conseguir cambiarme Baby, cambiarme Baby .Viva la rivalidad, siga la rivalidad”

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