Category: Entrevistas

Entrevistas

“Es un paso importantísimo que las mujeres estemos ganando el derecho al aborto”

Así lo expresó Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA de los Trabajadores.

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Agustín Rossi: “Si no hay ley de aborto, todo el colectivo que reclama su aprobación va a redoblar el esfuerzo”

El jefe de bloque del FpV-PJ habló con Primereando sobre la situación política y económica del país, haciendo especial hincapié en la sesión de este miércoles en la que se se va a tratar en Diputados la despenalización del aborto.

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“Tenemos una gobernadora que dice que el pobre no puede llegar a la universidad”

Primereando habló con el diputado nacional Carlos Castagneto (FPV) sobre la situación política y económica del país.

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Carlos Minucci: “Este Gobierno se transformó en un ejército de ocupación”

El titular de Apsee y referente de la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), recibió en su oficina a Primereando. Adelantó privatizaciones, pidió la unidad del movimiento obrero, criticó la administración Cambiemos, y advierte: “Lo único que les queda es la represión”

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Sabbatella: “El arco opositor hoy se ha constituido en mayoría”

El referente de Nuevo Encuentro dialogó con Primereando Las Noticias. Por Martín Piqué.

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Hugo Yasky: “En una situación como esta, el paro general tiene que ser una respuesta inmediata”

Diputado nacional del FpV-PJ y secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky es una de las caras visibles de la convocatoria a concentrarse en el Obelisco este viernes 25 de mayo, que es feriado. La consigna, que ya circula por las redes, retoma una frase sanmartiniana: “la Patria está en peligro”.

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Fernanda Vallejos: “El macrismo dilapidó el capital político que tenía a partir de la protección mediática”

La economista y diputada nacional habló con Primereando Las Noticias sobre la situación de la economía argentina. Por Martín Piqué.

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Walter Correa: “Yo apelo a la conciencia colectiva para que el año que viene podamos volver a tener un gobierno nacional y popular”

Martín Piqué

@MartinPique

La Cámara de Diputados tiene sus diputados de extracción gremial. Siempre los tuvo. Antes se los llamaba, en la jerga política, “dipusindicales”. Eran otros tiempos, de presunta ortodoxia, pleno empleo e industrialización. Cuando los sindicatos hacían valer su carácter de columna vertebral del movimiento peronista: exigían el 33% por ciento de los cargos. Mucho tiempo después, con otro mundo y otra clase trabajadora, mucho más fragmentada, el kirchnerismo sorprende con un dato que pocos subrayan: en la última elección, la de 2017, la lista que encabezó Cristina Fernández en la provincia de Buenos Aires fue la que presentó más candidatos provenientes de organizaciones sindicales y del mundo del trabajo. Uno de esos candidatos, hoy diputado nacional en ejercicio, era el secretario general del Sindicato de Obreros Curtidores de la República Argentina, Walter Correa.

De 53 años, nacido y criado en el partido de Moreno, segundo cordón del conurbano, Correa trabajó desde muy joven en la Curtiembre Paso del Rey, una de las plantas de tratamiento del cuero más conocidas del oeste. A los 19 años, sus compañeros de trabajo lo votaron delegado. En 2004, a sus 39, fue elegido secretario general. Correa también fue concejal en su comuna, a la que conoce bastante y de la que se suele decir –con justicia- que se trata de uno de los distritos más complejos y con mayores deudas estructurales del GBA: según un estudio del Centro de Estudios Metropolitanos de 2017, Moreno es uno de los tres municipios con más necesidades básicas insatisfechas (NBI) pero, al mismo tiempo, es el anteúltimo distrito en el ranking proporcional de presupuesto anual por habitante (4089 pesos por habitante al año, una cifra muy baja).

“El segundo cordón del conurbano es la primer caja de resonancia de lo que pasa en el país”, apunta Correa al arrancar la entrevista. El gremialista de los Curtidores que llegó al Congreso tiene muchos años de militancia sindical y territorial. Forma parte de la conducción de la Corriente Federal de los Trabajadores, polo combativo de la CGT, en cuya mesa además se sientan –entre otros- los dirigentes Héctor Amichetti (gráficos), Sergio Palazzo (bancarios) y Vanesa Siley (judiciales), quien también es diputada nacional. “En la Cámara de Diputados las responsabilidades son mucho mayores y, de alguna forma u otra, estamos generando la verdadera oposición en el Parlamento”, dice Correa a modo de balance. Lleva cinco meses en su banca. En ese lapso presentó un proyecto para impedir el embargo de las cuentas sueldo, una de las modificaciones a la Ley de Contrato de Trabajo que intenta imponer el macrismo. El debate quedó trunco.

Hace diez días, Correa asistió a un encuentro con Cristina en el Instituto Patria en el que participaron alrededor de 200 dirigentes, delegados de comisiones internas y militantes sindicales de la Corriente Federal, de la CGT y de la CTA. “Yo quiero que ella sea la que siga conduciendo los destinos de nuestro pueblo. Y como un militante más, estoy plenamente convencido de que mi conducción es Cristina Fernández de Kirchner”, remarca cuando la conversación gira hacia ese punto.

El futuro inmediato lo encontrará el próximo miércoles, en su banca de Diputados, donde la oposición intentará darle media sanción al proyecto que retrotrae las tarifas a los valores del 1° de noviembre de 2017. Unos días más tarde, el sábado 12, Correa será local en su pago chico: inaugurará en Moreno un nuevo local partidario que lleva el nombre de Ateneo Néstor Kirchner (la primera unidad básica fundada por NK y CFK, en 1981, se llamaba Ateneo Juan Domingo Perón) y luego será el anfitrión de un Encuentro contra la Reforma Laboral, el Tarifazo y los Despidos para el que se esperan visitas de peso.

 

 

 

-¿Qué evaluación hace de estos cinco meses como diputado nacional?

-Básicamente, yo tengo militancia sindical y tengo militancia política en mi distrito, que es Moreno, donde estuve cuatro años de concejal por el Frente para la Victoria. Sobre la experiencia en la Cámara de Diputados, la verdad, siempre le agradezco a mis compañeros, a Cristina y a la militancia, la posibilidad que me dieron de poder estar representando a los laburantes en un momento tan importante. Es todo un desafío. Y la experiencia nos ha permitido generar conciencia y consolidar un núcleo de oposición que no sea funcional a la oligarquía que arremete por todos lados.

-En las últimas dos semanas se produjo una corrida del dólar y una devaluación récord. Esto impactará en el salario. Los gremios que ya cerraron su paritaria, ¿van a intentar reabrirla?

-No tengo ninguna duda de eso. Porque muchos compañeros y compañeras han discutido mucho y por eso han incorporado la cláusula gatillo. Y, más allá de la cláusula gatillo, está la realidad. Como hubo una devaluación terrible y el incremento del dólar se traslada a los precios, no tengo ninguna duda de que muchas organizaciones sindicales van a querer reabrir la paritaria. Algunas por convicción, y otras por presión de las mismas bases a partir de la constatación de que no alcanza el dinero para cubrir las necesidades básicas de las familias de los laburantes.

-Uno de sus intenciones como diputado es ponerle un freno a la idea de que se pudieran embargar las cuentas sueldo, que es una iniciativa importante para el oficialismo.

-Repasemos cómo se desarrolló todo este debate. En principio, la intención de embargar las cuentas sueldos formaba parte del mega-decreto del gobierno nacional (el decreto 27/2018), en el que imperan los intereses financieros y de la banca, contra los derechos de los laburantes. Lo que ellos (por Cambiemos) hicieron en ese mega-decreto fue atentar, lisa y llanamente, contra el artículo 147 de la ley 20744 (que establece la condición inembargable del salario del trabajador, salvo excepciones), que es la ley de Contrato de Trabajo. En el decreto casi que se anula ese artículo. Establece que ellos, la banca, tienen la posibilidad, de alguna forma u otra, de embargar la cuenta sueldo en la que vos cobrás tu salario. Lo que nosotros hicimos, por el contrario, fue simple. Restablecer ese artículo para que los trabajadores tuvieran la garantía del artículo 147 de la ley. Por eso generamos una cuestión política en contra del mega-decreto y, puntualmente, sobre lo que significa la embargabilidad de los salarios. Pero ellos después modificaron al mega-DNU: lo dividieron en tres partes. Y anularon el hecho de embargar los sueldos. ¿Pero al final qué sucedió? Lo que pasó es que ellos (por los diputados de Cambiemos), en el último tramo de la sesión, se fueron del Parlamento (se refiere al escándalo de la sesión del miércoles 21 y madrugada del jueves 22 de marzo, cuando la bancada oficialista se retiró para no votar la derogación del mega-DNU). Se retiraron del Congreso. Es por eso que el decreto, al no tener el rechazo de las dos Cámaras, como sucede hoy lamentablemente, sigue en vigencia. Está en práctica. Eso conforme a la ley. Todo eso más allá de que hayamos presentado ese proyecto, y más allá de que el oficialismo haya anulado esas tres cuestiones del mega-decreto en los tres proyectos de ley aprobados. Es lamentable que la embargabilidad de la cuenta sueldo tenga hoy validez, porque el mega-decreto está vigente. Es más, nosotros hoy tenemos a compañeros laburantes a los que ya les están descontando y absorbiendo todo su salario.

-¿En serio? ¿Le consta eso?

-Sí, sí. Es más. Tenemos un montón de compañeras y compañeros que están revisando los recibos de sueldo para seguir de cerca las situaciones. Porque hay casos en los que los dejan con la cuenta sueldo en cero.

-Ese día el Frente Renovador se opuso a derogar primero el mega-DNU, y apoyó la propuesta de Cambiemos, que era postergar la derogación para al final del día. Entonces se colocó el tema en el último lugar del temario. Pero al final nunca se trató. Porque antes de que llegara el momento el bloque de Cambiemos se retiró en masa del recinto.

¿Qué pasó realmente ese día?

-Previo a esa jornada de la que usted habla, hubo convocatorias a la unidad, como los encuentros de la UMET y de San Luis. Fueron un montón de cuestiones, en las que hubo muy lindas fotos y muy lindos escenarios. Pero, la verdad, ese día en el Congreso, cuando se trató el mega-decreto, muchos de los que hasta entonces venían hablando de unidad fueron funcionales a la estrategia de Cambiemos. Por eso Cambiemos puso en el último punto de orden del día la derogación del mega-decreto. Y entonces se rajaron del Parlamento antes de que el tema se tratara. Por lo tanto, este mega-decreto sigue en vigencia. Lo digo otra vez: yo lamento que algunos, por acción u omisión, sean funcionales a la estrategia parlamentaria de Cambiemos.

-Hace unos días, cuando hubo que discutir por el tema tarifas, el mismo sector -que encabeza Graciela Camaño- se mostró unido y coordinó bien con el bloque FpV-PJ. En Diputados, por lo que se ve, la situación es cambiante.

-Es interesante lo que usted plantea. Yo pienso que muchos compañeros tienen un discurso muy bonito, muy aggiornado, muy bueno, pero a mí me gustaría mucho más que esas virtudes se trasladaran al plano de la práctica. Al plano del compañerismo, la solidaridad. A la práctica de ser una verdadera oposición.

-Sugiere que hay sectores del peronismo que tienen una actitud ambivalente hacia el gobierno.

-Lo digo sinceramente. Yo creo que hay sectores del peronismo que, la verdad, tienen en sus oficinas los cuadros de Perón y de Evita, pero que no cumplen con el mandato del peronismo.

-¿Qué piensa del proyecto de Reforma Laboral que el gobierno envió hace una semana al Senado? En su contenido figura un nuevo cómputo de indemnización que no tiene en cuenta las horas extras ni los bonos; la creación de una agencia que evaluará los programas médicos a realizar por las obras sociales; un blanqueo para los trabajadores no registrados sin que los empleadores deban dar cuentas ante la Justicia; o la creación de un Fondo de Cese Laboral para que los trabajadores financien el monto indemnizatorio con una parte de su salario. ¿Qué opina de este proyecto?

-En principio, este paquete es una parte de la Reforma Laboral. Que no es Reforma sino Precarización Laboral. El tema del blanqueo es un indulto a los patrones, a los malos patrones. A los que hicieron siempre las cosas mal. Que no pagaron cargas sociales, ni cumplieron con los convenios colectivos, ni pagaron la obra social. Que siempre infringieron la ley. Y esto lo que hace es indultarlos. Y a nosotros, los trabajadores, nos saca el derecho de hacer el reclamo administrativo o de hacer el reclamo judicial. Con respecto al tema de la indemnización, lo que están haciendo es anular los derechos adquiridos, que establece la legislación vigente, para que los promedios de indemnización sean mucho más baratos para los patrones. El hecho de despedirte con menos dinero. Con todo esto que ellos podaron, vos hacés el promedio de indemnización –yo el otro día estuve revisando eso con mis compañeros- y, si un trabajador tenía previsto cobrar su indemnización de un promedio de 100 mil pesos, con estos cambios que quiere implementar el gobierno de los patrones no llegará a 60 mil pesos. Esto para tener una idea. El gobierno también impulsa unas pasantías noventistas, que prevé que los compañeros que están estudiando y que se incorporan en una industria no tendrán un sueldo ni un horario establecidos. Esos pasantes quedan medio en el aire. Y después lo de las obras sociales, que es una cosa medio agarrada de los pelos: lo que menos quieren es salvaguardar la salud del trabajador, o las enfermedades profesionales. Impulsar este tipo de proyectos por parte del gobierno equivale a seguir provocando a la clase trabajadora. Y desde ya estoy plenamente convencido que esto va a ser rechazado por los sectores sindicales, por las organizaciones gremiales, no sólo en el Parlamento sino también en la calle.

 

 

 

-La CGT está en una especie de transición desde el último acto sindical, que fue la concentración del 21F en la avenida 9 de Julio. ¿Cuál es la posición de la Corriente Federal de los Trabajadores y la suya propia ante la necesidad de renovar autoridades?

-Ahora están llamando a un Comité Central Confederal para reconfigurar un poco la conducción. Esto es lo que se dice. Se hará el 22 de agosto. A mí me parece que el triunvirato ya cumplió un ciclo. Y me parece que los compañeros que hace dos años y medio que vienen peleando y vienen luchando tendrían que unificar todo su potencial dentro de los congresales para articular un grupo de compañeros que pueda conducir la CGT y ponerla al servicio de los derechos de los trabajadores. Ponerla al servicio de la defensa de los trabajadores. Al servicio de una verdadera defensa de los intereses de la clase trabajadora. Eso es lo que aspiro yo como miembro de un gremio afiliado a la CGT. Y la Corriente (Federal de los Trabajadores) pretende lo mismo. Lo que pretende es que la CGT se ponga a la altura de la situación y que se ponga a la cabeza de la lucha del movimiento obrero organizado.

-¿Tiene usted algún candidato o candidata para ser secretario general?

-Mire, nosotros, en la Corriente Federal, tenemos un candidato, que es el programa. Tenemos un programa de 17 puntos que va mucho más allá de los nombres. De todas maneras, yo, desde lo personal, creo que hay compañeros como Sergio Palazzo o como Pablo Moyano o muchos compañeros que están en condiciones de ser el secretario general de la CGT.

-¿Cómo está el sector de las curtiembres en materia de actividad económica, funcionamiento, pago de los salarios, demanda de trabajo?

-Nuestro sector no escapa a la situación de la industria nacional. No escapa a la situación de las PYMES. Nuestro sector se ve invadido por las importaciones. También se ve en una situación insostenible a partir de los tarifazos. Las PYMES no pueden afrontar los tarifazos. Y, después, también tenemos una cuestión que es inédita, que es el hecho de que el Ministerio de Agroindustria empezó a bajar los aranceles para exportación de cuero salado: nos quiere llevar a una situación inédita porque desde la época de (Juan Manuel de) Rosas que no se iban del país los cueros salados. A lo que ellos apuntan es a liberar el cuero y supeditar nuestra actividad al mercado y a la Bolsa de Chicago, que es donde cotiza el cuero a nivel mundial. Estamos empezando a padecer una apertura de la materia prima como nunca sucedió en los últimos años de nuestro país.

-En los últimos 15 días el gobierno perdió la capacidad de mostrar garantías en materia de gobernabilidad de las variables económicas. Con una tasa de interés de 40%, con la devaluación y el dólar casi en 23 pesos, y con el anuncio de un recorte salvaje de la obra pública. ¿Qué consecuencias políticas y hasta electorales puede tener este deterioro de la economía?

-Yo estoy plenamente convencido de que ellos tienen una receta, que es la del Fondo Monetario Internacional, la de la banca financiera mundial, la de las grandes corporaciones. Y la receta es ser funcionales al mundo de la timba financiera. Lamentablemente, hay muchos compañeros –compañeras y compañeros- que han sido estafados ante la mentira de Cambiemos de la revolución de la alegría y de pobreza cero. Esos mismos compañeros hoy lamentablemente están haciendo la triste experiencia de ver un gobierno neoliberal, un gobierno conservador, un gobierno totalitario, que realiza nada más y nada menos que las políticas que siempre realizaron en los ’90 y que realizaron durante la dictadura.

-Hasta hace un tiempo se decía que era muy probable que Cambiemos reeligiera en 2019, que tenía la vaca atada, que tenía el apoyo de todos los medios, que tenía el apoyo del poder económico internacional. Y ahora, por el contrario, el comentario generalizado es que están muy débiles. ¿Se complica la reelección de Macri?

-En este punto yo voy a citar a Juan Domingo Perón. “A veces la víscera más sensible del hombre es el bolsillo”. Y hoy la situación está afectando el bolsillo de nuestro pueblo. Y, la verdad, yo apelo a la consciencia colectiva reciente que tiene nuestro pueblo, que son los 12 años de gobierno nacional y popular. Apelo a esa consciencia colectiva reciente para que el año que viene nosotros podamos volver a tener un gobierno nacional y popular y para que, por medio de las urnas, se vaya este gobierno de la oligarquía.

-Hace unos diez días se realizó en el Instituto Patria un encuentro con Cristina de secretarios generales, delegados de comisiones internas, militantes sindicales, legisladores y concejales que provienen de las filas gremiales. ¿Cuál cree que va a ser el rol de ella en la etapa que se abre?

-En principio, lo que sucedió ese día en el Patria fue que se reunió el frente sindical de Unidad Ciudadana. Estuvieron presentes un montón de compañeros legisladores provinciales y nacionales, había también concejales, consejeros escolares, dirigentes de base, dirigentes de regionales, dirigentes de varios sectores: de la CTA, de la CGT, de la Corriente Federal. Y, sinceramente, a Cristina la vi entera, la vi plenamente dispuesta a abrazar a todos los sectores. Yo, por otro lado, lo que interpreto del rol que puede tener Cristina en este momento es que su rol es central. Me parece que ella tiene una centralidad importantísima, y que eso no sólo lo digo yo sino que lo dicen diversa cantidad de compañeros y compañeras que en octubre de 2017 depositaron su confianza en el voto de Unidad Ciudadana. Eso es indiscutible. Y además va a ir potenciándose más y más.

 

 

 

-¿Está queriendo decir, con palabras elegantes, que Cristina puede llegar a ser candidata?

Yo quiero, sinceramente, que Cristina sea la que siga conduciendo los destinos de nuestro pueblo. Como un militante más, yo estoy plenamente convencido de que mi conducción es Cristina Fernández de Kirchner. Que lo haga o no lo haga, pero que siga conduciendo.

-Usted mencionó que su militancia política arrancó y tuvo muchos años de presencia en uno de los municipios más pobres y con más necesidades del segundo cordón del conurbano: Moreno. ¿Cómo está hoy Moreno a dos años y medio de gobierno macrista?

-Mire, el segundo cordón del conurbano es la primer caja de resonancia de lo que pasa en el país. Y, la verdad, hoy Moreno está atravesado por tres cuestiones: en materia de seguridad, cada vez tenemos menos efectivos policiales y los que tenemos lo que hacen es pavonearse en el centro de Moreno o en el centro de Paso del Rey requisando los bolsos de los laburantes que llegan de Capital Federal. Eso es una locura. Y revisando la mochila de los estudiantes. Eso es lo que hace la seguridad de la provincia de Buenos Aires. Con respecto a la salud, el Hospital de Moreno está en un total abandono. Lo único que hicieron fue reforzar la seguridad del Hospital y poner algunas rejas para que algunos grupos sociales y algunos grupos de cristianos no le den de cenar a los indigentes a la noche. Y, con respecto a la educación, el Consejo Escolar está intervenido por la gobernación hace seis meses: el ejercicio democrático de elegir y ser elegido no se puede realizar. Porque los consejeros escolares no pueden asumir porque está intervenido el Consejo Escolar. Le doy tres ejemplos como para que tengamos en cuenta qué es lo que está pasando. Vuelven algunas postales que no se veían desde los años ’90: ya tenemos algunos compañeros y compañeras que se están enganchando a la electricidad, porque no pueden seguir pagando la luz. Tenemos compañeras y compañeros que están cortando leña para tener su calefacción o cocinar. Esto es lo que está pasando hoy en el conurbano.

-Un sacerdote muy conocido en la zona oeste denunció que el avance del narcotráfico en Moreno era muy visible y que para muchos pibes sin perspectivas económicas la tentación de dedicarse a esa actividad es muy fuerte. Y que por eso hay mucha violencia. El cura luego tuvo que abandonar su lugar de residencia y mudarse. El caso incluso llegó a los medios nacionales. ¿Qué está pasando en Moreno con este tema?

-Usted se refiere al cura Eduardo Farrell, que es un padre que está, porque más allá de que se mudó, sigue predicando en Merlo, en Moreno. Le puedo decir que está bien y que está entero. Y que su compromiso lo sigue haciendo. Con respecto a lo que es el narcotráfico, sinceramente yo le puedo decir que al retirar efectivos, al sacar a la Gendarmería, al no realizar lo que tienen que realizar, no sólo en Moreno sino en todo el conurbano, tenés las consecuencias. Que es el tema del consumo de droga, que es parte de la crisis social, del desempleo, de las frustraciones. Yo en los años ’90 perdí a un compañero en una fábrica tomada porque no pudo con el alcohol y no pudo con la droga. Es una consecuencia también de lo que el pueblo sufre.

-La primera unidad básica que abrió Néstor Kirchner en Santa Cruz se llamó Ateneo Juan Domingo Perón. En una semana, en el centro de Moreno, se va a inaugurar un Ateneo Néstor Kirchner. ¿Qué significa esa inauguración?

-Somos un grupo de compañeros que abrazamos la conducción de Cristina Fernández de Kirchner, que abrazamos los 12 años del gobierno nacional y popular, y que lo que queremos es las organizaciones libres del pueblo, como decía Raimundo Ongaro, se concentren en un Ateneo con el nombre de Néstor Kirchner, y desde ahí ejercer la militancia, la formación, la capacitación. Tenemos un aula armada que se va a llamar Raimundo Ongaro con esta concepción clara de formar las organizaciones libres del pueblo. Es un desafío, le ponemos muchas ganas. Hoy (por el viernes) estuvieron varios compañeros pintándolo. Lo que anhelamos es que el sábado 12 de mayo podamos inaugurarlo. Y después vamos a hacer un acto, un encuentro de trabajadores en contra de la Reforma Laboral, en contra de los tarifazos, en un club de Moreno que está ahí muy cerquita. Esperamos compañeros de Merlo, de Rodríguez, de San Miguel y de Moreno. Vamos a repetir el acto que se hizo hace poco en Florencio Varela con estas connotaciones. En contra los tarifazos, de los despidos y de la precarización laboral.

 

 

 

– Walter Festa es uno de los intendentes del conurbano que ha recibido más críticas por su capacidad de gestión o por los resultados que obtuvo hasta ahora. Más allá de las dificultades estructurales que usted mencionó. ¿Qué piensa de la gestión de Festa?

-Yo a Walter Festa lo considero un compañero. Y considero que la provincia de Buenos Aires está disciplinando a todo lo que es Moreno. Por eso es que, sistemáticamente, nos están castigando con la discriminación en materia de seguridad, con lo que le decía de la educación, y con la cuestión económica. Sinceramente, nosotros lo que vemos es que hay un ataque sistemático para no dar cumplimiento con un montón de cuestiones que sí cumplen en otros distritos, como el de Mar del Plata. Acá (por Moreno), lo que se está haciendo, es sofocar a todo el pueblo trabajador.

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Daniel Arroyo: “El gobierno perdió la sensación térmica, el olfato, después de las elecciones”

Por Martín Piqué

@MartinPique

El politólogo Daniel Arroyo (vecino del partido de Vicente López, 51 años, dos hijos) ingresó a la Cámara de Diputados el 10 de diciembre en representación de la provincia de Buenos Aires. Integrante del bloque del Frente Renovador, Arroyo tiene un posgrado en Control y Gestión de Políticas Sociales emitido por FLACSO. De hecho, en el ambiente político se lo considera un especialista en políticas sociales. Eso explica por qué fue secretario de Políticas Sociales (viceministro) durante el mandato presidencial de Néstor Kirchner y luego ministro de Desarrollo Social en la provincia de Buenos Aires de la gobernación de Daniel Scioli. Antes había sido consultor externo de la CEPAL para analizar el impacto del plan Jefes y Jefas de Hogar. Como representante del massismo, Arroyo se sumó con cierto protagonismo a las iniciativas que promueven la unidad del universo opositor. Forma parte del autodenominado ‘espacio UMET’, que reúne a exponentes del kirchnerismo, del massismo y del randazzismo aunque con un eje común en el que predomina lo metropolitano (CABA más AMBA). Con la excepción, claro, del santafesino Agustín Rossi.

Arroyo recibe a Primereando en su oficina del anexo de la Cámara de Diputados. Esta entrevista se produce en medio de una semana convulsionada para el gobierno. Algunas interpretaciones no exageran al describir a la cuarta semana de abril como la peor de Cambiemos desde que las elecciones de medio término. A la corrida récord contra el dólar, fogoneada por tenedores de LEBACs y por productores agropecuarios que hacen uso de las herramientas que les amplió el propio macrismo para demorar la liquidación de sus cosechas, se sumó una nueva iniciativa opositora. Al igual que con la Reforma Previsional, la mayoría opositora en la Cámara Baja dejó en segundo plano sus diferencias para, primero, conseguir el quórum y, luego, forzar al gobierno a sesionar sobre un tema que a la Casa Rosada le provoca escozor: la necesidad de frenar los aumentos de servicios públicos y la intención de retrotraer los valores al 1° de noviembre de 2017.

Arroyo cree que el malestar producido por la política de ajuste estructural presentada como “reformismo permanente” por el propio Macri a la semana de las legislativas está produciendo “un quiebre” en un sector de los votantes del macrismo. Sin embargo, también advierte que una franja no desdeñable de los argentinos perjudicados por los aumentos de tarifas y la pérdida de poder adquisitivo que produce la declinación de las paritarias ante la inflación, sigue confiando en que estas medidas son necesarias. Se trata, dice el diputado, de otro efecto de “la batalla cultural que va ganando Cambiemos”. “El ciclo de Cambiemos se inicia sobre una sociedad agotada”, profundiza luego, al referirse a las razones del desencuentro entre el kirchnerismo en su última etapa en el gobierno y un sector que lo había votado.

En relación al futuro no tan lejano, Arroyo habla con un tono en el que se le nota –casi sin proponérselo- un optimismo mesurado. “Yo analizo los procesos políticos como tendencia. Y me parece que, con sus más y con sus menos, va primando la idea de la unidad”, vaticina al referirse a las elecciones de 2019. Dice que para hacer posible una nueva alternativa política los distintos polos del pan-peronismo tendrán que “construir una identidad” común. Esa identidad que cobije a todos los espacios o corrientes internas, agrega Arroyo, será clave en las PASO. Porque permitiría que los votantes del sector o candidato que pierda la primaria prioricen su identificación o simpatía con la identidad totalizadora a pesar de que su postulante pierda la primaria. “Al final, ¿qué es Cambiemos? Un frente electoral en el que están el PRO, el radicalismo, la Coalición Cívica y partidos más chicos. Compitieron, hay alguien que lideró y, en función de eso, llevó adelante un proceso. Bueno, la oposición tiene que hacer algo parecido. Si hay un esquema de identidad y programa común, los votantes acompañan”, plantea.

En dos tramos de la entrevista, Arroyo repite que ingresó como diputado “hace cuatro meses”. Es un modo elegante de tomar distancia de los proyectos que votó el Frente Renovador durante los dos primeros años del macrismo, en 2016 y 2017. Un lapso, vale recordarlo, en el que se aprobó el acuerdo con los fondos buitre, por citar una ley polémica (iniciativa que fue aprobada con el voto positivo del Frente Renovador con la excepción de Felipe Solá, Facundo Moyano y Héctor Daer, quienes se levantaron del recinto antes de la votación, por lo que figuran como ausentes).

Otro momento tenso, que Arroyo sí vivió como diputado, fue la sesión en la que se proponía derogar el mega-DNU firmado por Macri y su reemplazo por tres leyes. El kirchnerismo había propuesto iniciar la jornada con el voto de la derogación del decreto -lo que hubiera sido un triunfo simbólico para la oposición, pero que además suele ser el procedimiento habitual en estos casos- para luego debatir las leyes. Cambiemos consiguió el apoyo del Frente Renovador e impuso la idea de postergar el tratamiento del mega-DNU y reservarlo para el final del temario. Arroyo también se refiere a esa sesión, que terminó con un escándalo, en este reportaje.

-Esta semana se registraron varias jornadas muy tensas, con récord de venta de dólares y pérdida de reservas, y hay una impresión de que el gobierno está perdiendo la gobernabilidad de los factores económicos. Que está teniendo problemas graves. ¿Comparte esa visión?

-Yo primero creo que el gobierno está teniendo problemas graves. No sé si está perdiendo la gobernabilidad general, económica, pero sí está teniendo problemas graves. El miércoles yo vi tres imágenes juntas que marcan el conflicto. Una es la discusión en el Congreso sobre las tarifas. Está claro que se han disparado alocadamente las tarifas. Que el gas subió 1600%; la luz, 500%; el agua, 400%; el transporte, 300%. Hemos llegado a un punto en el que el problema social central, hoy, es el sobre-endeudamiento de las familias. Hoy tenemos a familias con costos fijos altos, porque tienen que pagar mucho de luz, de gas, de agua, de alimentos. Como sus ingresos no les alcanzan, se endeudan: pateando los pagos en cuotas, en la financiera de la esquina, a la vuelta, con intereses del 100% o 150% anual. Una foto de la semana que pasó es, entonces, fue el debate sobre las tarifas. Y un gobierno que dice no a las demandas de frenar los aumentos y retrotraer las tarifas. Y que contesta que todo lo que puede hacer es dividir el importe en 3 cuotas y pagar con interés. Segundo, hay un problema macroeconómico claro: un problema que hasta acá lo venía llevando bastante el gobierno con tasas de interés altas, con una expectativa de inflación que más o menos el Banco Central la manejaba, con la idea de que las Lebac eran un buen negocio y entonces había un circuito financiero. Pero con todo eso está claro que hay problemas. La meta de inflación no es la real, y es evidente que va a estar por arriba del 20%. No queda claro que con las tasas de interés altas el gobierno pueda sostener su esquema macroeconómico y está teniendo límites el endeudamiento. No porque el gobierno no quiera: está claro que su apuesta es endeudarnos a todo lo que pueda y a 100 años. Pero cualquiera que está viendo lo que pasa en la Argentina desde afuera, el propio FMI dijo que acá hay un problema con el endeudamiento. La tercera foto de la semana pasada fue lo que pasó frente al Congreso, que es lo que pasa permanentemente. Vinieron los panaderos a entregar pan. A dar pan directamente.

-Así empezó la Revolución Francesa. Es una imagen medio mítica para la historia universal.

-Bueno, es medio mítica esa imagen por lo que significa el pan en términos de vida cotidiana. La semana anterior fue el verdurazo y así todo. Es un país en el que les va mal a los verduleros, les va mal a los panaderos, y les va bien a los financistas. Pero no sólo a los financistas grandes. Al tipo que vende droga en el barrio, que tiene plata y que es el que termina dando créditos a tasas de interés de 100% o de 150% anual. Yo lo que planteé en el Congreso la semana pasada es que esa postal, de los panaderos entregando pan, reflejaban un día negro para la Argentina porque perdieron los panaderos, los verduleros, las PYMES, las empresas recuperadas, las empresas familiares, la cooperadora de la escuela: todos aquellos a quienes las tarifas les hacen imposible la vida, y ganaron los prestamistas. Los que dan plata para sostener eso. Este escenario sostiene el sobre-endeudamiento. Me parece que hay un problema general. El gobierno no lo está viendo bien. Y, por otro lado, tiene una idea equivocada: tiene un modelo de Argentina que es un modelo que deja a 20 millones de personas afuera.

-¿La decisión de Emilio Monzó de no renovar su condición de titular de la Cámara de Diputados en el caso de que haya un nuevo mandato macrista, esa decisión implica que el ala dialoguista, no ultra de Cambiemos, es la que está perdiendo dentro de la coalición oficial?

-En ese punto hay dos cuestiones. La primera es que en Cambiemos no gustan los librepensadores. Más allá de dialoguistas o no dialoguistas, más CEO o más político. Por ejemplo, (Carlos) Melconian, que claramente era un ministro muy amigable en sus conceptos con la idea del gobierno, hacía lo que le parecía, y eso no cerró bien. Como (Alfonso) Prat Gay. O como otros librepensadores, entre los cuales incluyo a Emilio Monzó. Hay una idea de la cosa más cerrada. Un núcleo del gobierno que cierra y el resto tiene que acomodarse. En segundo lugar, el gobierno perdió la sensación térmica. Perdió olfato después de las elecciones. Ganó las elecciones y entendió que tenía un cheque en blanco. Cuando, en realidad, lo que hizo la sociedad en las últimas elecciones fue decir: “miren, acá hay problemas, pero bueno, denle para adelante, vamos que podemos”. Yo vi la campaña como un matrimonio que lleva un año y medio de casados, que percibe que en la pareja hay problemas evidentes, pero ante el cual uno dice “recién llevo un año y medio de casados, debo ser yo el problema, vamos para adelante, pongámosle garra a esto que tiene que funcionar”. Después de eso el gobierno –interpretando que la sociedad dijo ‘este es el rumbo’- ejecutó una serie de medidas, a saber: recorte a los jubilados, a la Asignación Universal por Hijo, a los pensionados; subió el gas, la luz y el agua; subió los alimentos, que se fueron a las nubes; liberó el precio del combustible. Cualquiera sabe que si aumenta la nafta aumentan todos los precios en la Argentina. Hubo 12 mil despidos durante estos pocos meses que llevamos en el año. Armó un decreto de necesidad de urgencia en el que intentaba generar el embargo de la cuenta sueldo, cuando está todo el mundo endeudado. Creo que el gobierno perdió el esquema. Yo creo que el gobierno tiene un modelo en la cabeza que es el modelo chileno. Es un modelo que tiene una tecnocracia muy buena y muy competitiva.

-Chile es una sociedad muy desigual.

-En efecto, Chile es una sociedad muy desigual históricamente. Es una sociedad en la que no hubo peronismo. (Salvador) Allende intentó hacerla más igualitaria pero Chile tenía sindicatos combativos. Hasta Allende. Después de Pinochet se hace muy desigual. Pero es una sociedad en la que no hubo peronismo en términos de derechos consolidados como derechos. Chile es una sociedad que tiene entonces tres características: una tecnocracia muy competitiva y muy buena realmente a escala internacional, una sociedad que acepta la desigualdad, y cuando hay problemas, están los Carabineros. El orden está garantizado. Ese es el esquema. La Argentina, históricamente, no ha sido así.

-Es más plebeya la Argentina, ¿no?

– Argentina tiene el sueño del ascenso social, el esquema de los derechos instalados, y el esquema de que la protesta genera resultados. Efectivamente, va una piba a la escuela sin corpiño, hay un problema y la piba, juntándose con otros, entiende que movilizándose va a tener respuesta a su protesta. Y todo esto va desde lo micro hasta lo macro. Es una cultura política. Que va desde lo micro hasta lo macro. Ahora, ¿cuál es el tema central del macrismo? Es que, sobre la cultura política, intenta imprimir un modelo. ¿y cuál es? La Argentina sigue creciendo en base a soja, minería y sector financiero y salarios bajos. El gobierno macrista pensado para Argentina consiste en un país muy competitivo en lo que es naturalmente competitiva: producción primaria, soja, minería, sector financiero, mundo del conocimiento. Y salarios bajos para hacer competitivo al combo. A ese modelo le sobran 20 millones de personas. No da empleo. Dejan afuera a 20 millones de argentinos. La tensión argentina hoy es que estamos viviendo un modelo que intenta modernizar el país sobre estas características y una resistencia que plantea que eso no puede ser así y que los 20 millones de argentinos quieren ser incluidos. Esa es la tensión actual. Y esa tensión actual tiene un problema político. Y es que el que está mal, que la tiene complicada, que ve que la cosa no va, no ve nada enfrente. No hay todavía un espacio político que cubra esa demanda de “nosotros queremos estar adentro, tenemos derecho, esta es una sociedad de 44 millones de argentinos”. Eso es lo que le está faltando a la política. Y la responsabilidad de eso es de todos aquellos que participamos en política y que somos opositores al modelo actual.

-Se escucha mucho decir a los portavoces o dirigentes más importantes de Cambiemos: “Vinimos para quedarnos, vamos a gobernar muchos años”. Eso circula y quizá no tiene tanto que ver con estos últimos días, en los que se empezaron a registrar estos problemas graves en materia económica. Lo dice Marcos Peña en la intimidad, lo ha dicho Rogelio Frigerio en reuniones con gente de la oposición en confianza, sin micrófonos de por medio. Como una convicción de que ellos, por distintas razones, van a estar muchos años y que no van a entregar fácilmente esta experiencia histórica.

-Esa es la mirada del gobierno. Podemos llamar a este esquema, representado por Cambiemos, ‘neoliberalismo tardío’. El esquema del actual gobierno tiene tres dimensiones, que lo hacen diferente a otras etapas. Una, es una creencia muy clara en el mercado y en la apertura económica. Una creencia que no tiene nada que ver ni con la realidad post-Trump. Es una creencia fundamentalista, de apertura muy fuerte, de que el problema de la Argentina era la falta de competitividad. Esa creencia, que a mí me parece negativa, absurda e incorrecta, después de Trump no tiene ningún sentido. Además, es ahistórica, en este contexto histórico. Un segundo punto es el objetivo de colonización del Estado. Sobre todo en los tres temas centrales: alimentos, medicamentos y combustibles. Que son los tres temas que van a marcar cuánta pobreza habrá en la Argentina y cómo vamos a vivir, con qué grado de integración. En esas tres áreas los que tienen que regular están de los dos lados del mostrador. Liberar el precio del combustible es pensar exclusivamente en la rentabilidad de las empresas y no en el tipo que carga nafta, en el productor, en la PYME, o en los 44 millones de argentinos. Lo mismo con los medicamentos. Y con los alimentos ya es grotesco. Es pensar que una función, que debe regular los alimentos, basada solo en los niveles de rentabilidad de los supermercados y de las cadenas de comercialización. Nadie pensando en el que va a comprar. Y, tercero, acá hay una estructura de negocios. Porque por donde uno mire hay alguien con una off-shore, o tiene cuentas afuera, o tiene prebendas a la hora de conseguir licitaciones. Esa mezcla entre una mirada o una creencia de apertura, una colonización del Estado y una estructura de negocios marca que seguramente quienes gobiernan van a querer estar un rato largo en el gobierno. La obligación de quienes creemos que eso está mal es construir unidad: no fragmentarnos, dividirnos y ser testimoniales, sino construir una oposición que pueda ganarles de verdad. Pero, además de esas tres cosas hay algo muy importante para el macrismo, y es que ha logrado crear sentido común. La batalla cultural la va ganando Cambiemos. La persona que está mal, que la tiene complicada, que entiende que así no van bien las cosas, interpreta sin embargo que esto era parte de lo que había que hacer. Que los que estuvieron antes habían dejado todo en una situación muy complicada. Que los que estuvieron antes robaron mucho.

-¿Cómo lo lograron?

-Yo creo que había un agotamiento con el modelo anterior. A mí me parece que el kirchnerismo fueron tres etapas. Una, del 2003 al 2009, en la que baja la pobreza, baja la desocupación, mejora la situación en general, y es un gobierno clásico, en el sentido de un gobierno peronista-desarrollista. Es lo que Kirchner llama el fifty-fifty. Busca equilibrar el peso de los trabajadores, con un rol activo del Estado, con viento de cola a nivel internacional, busca equilibrar trabajo y capital. 2009: crisis del campo, crisis internacional. Para mí empieza una segunda etapa, que yo ubicaría entre 2009 y 2011, y que yo denominaría progresista. Ley de Medios, matrimonio igualitario, Asignación Universal por Hijo: medidas interesantes y rupturistas pero que estaban desenganchadas del esquema económico-productivo. Y cuando Cristina gana don el 54% de los votos, del 2011 en adelante, llega una tercera etapa, que es la etapa refundacional. La idea de refundar el tipo de cambio, la Justicia. Y ahí hay un problema de gestión, hay un contexto internacional que no ayuda nada y entra en declive. A favor de eso, hay que decir que en todo el ciclo kirchnerista se apuntó a favorecer a los sectores más pobres de la sociedad. En una parte del ciclo fue mejor, en otra no tanto, pero igualmente, aguantando, la idea fue acompañar a los sectores más pobres. Eso caracterizó al kirchnerismo en su conjunto. Para mí, en la segunda y en la tercera etapa el kirchnerismo fue perdiendo también la dimensión económica-productiva. Lo que no era fácil. Pero quedó lejos la idea de hacer una reforma tributaria, de definir los cinco ejes estratégicos productivos de la Argentina. De definir sobre qué sectores vamos a asentar el empleo y sobre qué sectores no. Faltó eso, aunque siempre es fácil decirlo desde afuera y cuando el tiempo ya pasó. Ese ciclo largo, con todas esas dimensiones, con toda esa tensión, con todo ese conflicto político, agotó. Agotó a mucha gente que sintió que quería tomar oxígeno. Que quería cambiar. Que ya era suficiente. Y ahí arranca el ciclo de Cambiemos. Sobre una sociedad agotada. Se construye un sentido común sobre una sociedad que decía “ya está, no quiero más eso”.

-Pero la elección presidencial del 2015 fue pareja.

-Fue pareja pero un ciclo, con los logros que tuvo el kirchnerismo y con el nivel de integración que logró, debería haber cosechado un nivel de votos mucho más alto que el que tuvo en 2015. El kirchnerismo ayudó a mucha más gente que la que terminó, como clase, votándolo. Hubo un agotamiento cultural. Por parte de gente que había estado mejor, que sacaba cuentas y que podía estar conforme por el matrimonio igualitario, o por la asignación por hijo, o simplemente por la orientación, decía “ya está, basta, estoy cansado”. Y creo que la última etapa de cadenas nacionales en los medios de comunicación no fue entendiendo la sociedad posmoderna, que no quiere que el Estado se meta en su casa. El ciudadano que dice “hagan ustedes, no me joroben, yo quiero vivir de modo simple, desenganchado de la política”.

-¿Y eso cómo se vincula esta subjetividad posmoderna con la tradición del peronismo, que consiste, entre otras cosas, en politizar un poco la sociedad, a través de un Estado fuerte?

-El peronismo es hijo de la era industrial. Es hijo de la modernidad, no de la posmodernidad. Que implica, primero, la idea de la verdad; no de la pos-verdad. Yo te demuestro a vos, que estamos mal por esto y esto: tengo que demostrar lo que digo, no tengo que generar sensaciones. Por ejemplo: “hay tanta pobreza en la Argentina porque se mide así”. Segundo, el trabajo como eje central. “El trabajo dignifica”, esas frases. Y lo tercero es que logró una unicidad muy a la Argentina, en términos de que hay un montón de argentinos que se denominan peronistas de las maneras más diversas por las razones más diversas. Ese ciclo del peronismo, que tuvo una etapa muy industrialista en los ‘40/’50 y una etapa más acuerdista en los ’70, es difícil de imaginar en esta etapa. Porque suponía un liderazgo y una idea dominante. El esquema de que todos creemos en esta idea, en esta creencia, vamos de este lado. La posmodernidad no es eso: la posmodernidad es, en cambio, múltiples ideas en conflicto, es convivencia, ‘yo pienso de una manera, vos de otra’. Es de frentes electorales más diversos. Y contextos con identidades más débiles en los que emergen figuras ‘sueltas’, como (Donald) Trump, como (Emmanuel) Macron.

-Aunque esos ‘sueltos’ expresan el malestar ante la globalización y el neoliberalismo.

-Absolutamente. Expresan, primero, el malestar que genera la desindustrialización, el respeto a la vida íntima, “yo no me voy a meter en tu vida, en tu casa, vos manejá tranquilo, hacé lo que quieras”. La posmodernidad es el cuidado del cuerpo, del yo, de la persona que quiere estar bien, con su familia y todo eso, algunos interesados en la política y otros no. Pero que la vida tiene una dimensión individual. Esa cosa de que el hombre es un ser político por naturaleza no es posmoderna. El hombre vive, tiene un montón de dimensiones privadas, y además le interesa lo público: a veces participando, como a la gente como nosotros, y otras prendiendo la tele y enterándose y no mucho más que eso. La cosa de no meterse en la casa, de no sobre-exigirte con la política. Eso el kirchnerismo no lo interpretó, y el macrismo en parte lo interpretó, y estaba en el sentir de la sociedad. Después de eso, el macrismo construyó algunos valores propios: la idea de la meritocracia, en términos de que acá estamos sosteniendo a gente que no hace cosas, gente que no trabaja, hay que fortalecer al que trabaja, al que le pone el esfuerzo. El macrismo jugó sobre la fragmentación, no en términos de ricos y pobres, sino de pobres y pobres. Porque el mismo que está en el barrio laburando se cansa del que corta (la calle) y vive en su propia cuadra. Y, me parece, que el macrismo entendió algo que recién ahora estamos entendiendo quienes no somos gobierno que es el mundo de las redes sociales en términos de vínculos, de contactarse, de entender qué pasa. Bueno, todo esto que enumeré le permitió al gobierno construir sentido común. Ese, para mí, es su principal logro. Y, a mi modo de ver, también el gran problema de la Argentina. Más allá de las políticas económicas que llevan adelante, que no me gustan nada.

-Voy a citar una frase algo cruda que está recorriendo al mundo opositor: ‘ganaron la batalla cultural y la única manera de ganarles es que la situación económica se los lleve puestos’.

-Una. Y dos, discutir el sentido común. Las dos cosas.

-No apostar casi religiosamente a que la economía se los lleve puestos, entonces.

-Porque no es que la economía se los va a llevar puestos a ellos. La economía se está llevando puestos a una parte importante de la gente. Desde fin de año en adelante hay un quiebre. Una parte de la gente que creía que este era el camino, que tenía cierta lógica, que había que aguantar un poco, ahora dice: ‘no, esto parece que siempre va para el mismo lado’. Aunque otra parte de la gente sigue creyendo a pesar de todo. Eso también es producto de la batalla cultural. En definitiva, hay que construir una alternativa económica. Porque una alternativa económica sin hacernos los tontos: porque en la Argentina hay un problema de déficit fiscal. Mañana gobierna la Madre Teresa de Calcuta y también tendrá un problema de déficit fiscal. Además, viene un cambio en el mundo del trabajo. En términos de tecnologías, las nuevas lógicas. Hoy, cualquiera de nosotros hace un trámite bancario por Internet, saca la entrada del cine desde su casa o agarra un mueble armado en el supermercado y lo lleva a su casa.

-¿Y qué se hace para dar trabajo, para dar empleo, con ese contexto?

-Tenemos una gran oportunidad. Nuestro trabajo, a mi modo de ver, está dividido en tres siglos: nosotros tenemos trabajadores del siglo XXI, vinculados al software, a la industria de la soja, al mundo del conocimiento, que compite y sale y le va bien en el mundo, y al que este gobierno promueve y ayuda y le va bien. También tenemos una Argentina del siglo XX: la señora que en su casa cose ropa a fasón, el que hace changas. El gasista, el plomero, el carpintero. Y además tenemos una Argentina del siglo XIX: los pibes sin secundario completo, perdidos, fuera de todo. Para entender el mundo del trabajo amplio de hoy en nuestro país hay que hacer tres cosas. Uno, es darle fuerza a quienes tienen capacidad de competitividad, en parte porque nos permiten ingresar recursos y divisas para trabajar. Segundo, definir qué industrias cuidamos: a la industria textil hay que cuidarla en la Argentina. Es obvio que en China o en India alguien hace ropa más barata que acá, pero en la industria textil de nuestro país trabajan mujeres y jóvenes, franjas sociales entre las que hay un 20% de desocupación. La textil, por lo tanto, es una industria socialmente relevante. También tenemos que definir qué economías regionales y qué sectores vamos a cuidar. Y, por último, hay que hacer mucha obra pública, que genera mano de obra intensiva. Mucha obra de pico y pala. Vereda, cordón cuneta, núcleos húmedos, vivienda social. Obras que le dan trabajo a la mitad de los pibes que no tienen secundaria completa. El gran valor nuestro es que nuestro defecto es una oportunidad, y es que estamos muy mal de infraestructura.

-Cambiemos apuesta a dar un gran salto en infraestructura con el régimen de participación público-privada. ¿Cómo lo ve?

-Eso está pensado para el siglo XXI. Y ha fracasado en varios lugares del mundo, como por ejemplo Inglaterra. Además, implica creer mucho en que el sector privado va a acompañar permanentemente. En definitiva, no parece el mejor sistema. Y no el más transparente, claramente.

-Hablando sobre la oposición. En un momento usted habló de “no ser testimoniales” para construir una oposición real y efectiva. En lo que lleva en el gobierno hubo pocos frenos sociales al macrismo: la movilización contra la jurisprudencia del 2×1 fue un freno. Un segundo freno apareció cuando, en diciembre, hubo una gran resistencia social a la Reforma Previsional. Fue la primera vez que la oposición, en Diputados, actuó coordinadamente e hizo caer una sesión legislativa. Pero después eso no se mantuvo. Sobre todo cuando se discutió la derogación del mega-DNU. Graciela Camaño apoyó a Cambiemos a que la derogación del decreto se votara al final del temario y no al inicio. El kirchnerismo lo quería votar al principio. Pero, al final, se levantó el bloque de Cambiemos y se retiró de la sesión. Eso hizo que regresaran las desconfianzas y acusaciones cruzadas. ¿Por qué la oposición no logra mantener la coordinación legislativa en Diputados para representar la demanda de oposición al gobierno? ¿Por qué esa coordinación entre los bloques aparece a veces, pero después se cae?

-Dos cosas. Mi impresión es que quien más ha hecho en este tiempo para unir a la oposición es el propio gobierno. Medidas como la Reforma Previsional, como el tarifazo, como la Reforma Laboral, han contribuido con la articulación de la oposición, que arrancó por el espanto. La Reforma Previsional es un espanto, claramente. Segundo, dentro de la oposición hay situaciones diferentes, entre quienes tienen que gobernar –gobernadores e intendentes, que deben pagar salarios y conseguir obras públicas- y quienes somos diputados de la oposición, como mi caso, que no tengo ninguna responsabilidad de gestión. Por lo que puedo ser más crítico, naturalmente, porque no tengo que sentarme a conversar con nadie sobre cuestiones vinculadas a la gestión.

-Y el capital suyo pasa, justamente, por representar el rechazo al gobierno.

-Sí, exactamente. No es lo mismo ser un intendente, que después hay que ir juntando las monedas para pagar, que un diputado que representa a la oposición.

-Aunque hay algunos intendentes que firman el Pacto Fiscal de Vidal y otros que no. Y en ambos casos argumentan por qué hay que hacerlo o por qué no. Es decir, no hay una sola modalidad de ser un intendente opositor a Cambiemos. Ni de ser gobernador.

-No hay una sola forma de ser intendente opositor, o de ser gobernador. Sí. Pero sacando eso, yo no veo tan descoordinado el trabajo legislativo de la oposición. Al contrario. Veo un proceso de fortalecimiento de la articulación de la oposición en Diputados.

-¿Pero la oposición en Diputados no se asusta cuando logra demostrar algo en sintonía con aquella frase famosa de “el rey está desnudo”. De pronto, hay espacios opositores que parecieran decirse “uh, estamos yendo demasiado rápido, mirá si esto se cae, tenemos que ser responsables”.

-No, no. Sinceramente no veo eso. Además, yo no veo ningún problema de gobernabilidad. El gobierno tiene problemas macroeconómicos pero no tiene ningún problema de gobernabilidad. Es un gobierno que ganó las elecciones de medio término. Nadie está discutiendo la gobernabilidad. No hay nada de eso. Y eso queda claro en los temas centrales que se trataron en el Congreso: la Reforma Previsional, el mega-decreto, que lo dividió en tres leyes y finalmente se fue atrás con el tema del ANSES, que permitía el uso de los fondos privados, como también lo de las cuentas sueldo, y el tercer elemento, que fue el tarifazo, cuestión en la que claramente hemos trabajado y presionado muy bien, como se refleja en las últimas dos sesiones, para que no suceda. Todo indica que va a haber algún proyecto de tarifas de la propio oposición que va a llegar al reciento. Yo al proceso lo veo al revés de lo que usted planteaba. No lo veo con tanta ida y vuelta sino como un proceso que se va dando. Claro, en un contexto. Porque la Argentina es compleja. El siglo XXI es el siglo de los frentes electorales. El siglo de la articulación de lo diverso. Y también es el siglo de los políticos ‘vivos’: los tipos que creen que pueden ser candidatos y que emergen como alternativa. Algunos más de derecha, otros más de izquierda. Es así a nivel mundial. En este contexto, yo a mí me veo, como veo a todo el mundo, manejando en la neblina. En la oposición legislativa somos toda gente que está manejando en la neblina. Y cuando uno maneja en la neblina se te va el auto cada dos por tres de la línea. Tenes que volver. Al mejor conductor se le puede ir el auto.

-Hay mucho ensayo y error.

-Pero si estás yendo para algún lugar correcto, es correcto. Nosotros tenemos que construir una unidad opositora. Y yo creo que estamos caminando en esa dirección. Mi análisis es simple. Fragmentados gana el gobierno. Unidos, con un programa serio, con una alternativa seria, primero le hacemos bien a la democracia, porque tiene que haber una alternativa seria y competitiva, y segundo, tenemos la obligación de ganar en el 2019 para cambiar un esquema que si se consolida va a producir cada vez más tensión social.

-Vuelvo al tema tarifas, ¿usted cree que finalmente va a haber un proyecto consensuado de la oposición, que se va a aprobar en las dos cámaras y que el procesado va a terminar con un veto de Macri?

-Yo creo que va a haber un proyecto consensuado. Nosotros (por el Frente Renovador) tenemos un proyecto que es la base del proyecto consensuado, detalle más, detalle menos, que es: volver al 1° de noviembre de 2017. O sea volver atrás con los cuatro meses de tarifazos tan altos. Armar lo que llamamos el Coeficiente de Variación Salarial: que las tarifas aumenten en la misma proporción que los salarios, y quitar una parte significativa del IVA en términos generales. Para mí vamos a terminar con un proyecto consensuado que el gobierno va a tener que llevarlo al recinto y se va a votar. Entiendo yo. No sé qué pasará después si lo veta el presidente o no. Me parecería un error que eventualmente se vete.

-Macri ya vetó la ley anti-despidos. Aunque era otro el momento del gobierno. Eso sí, no tuvo costo. El sindicalismo se lo morfó. Y el propio Macri fue bastante cínico porque llevó a un acto a la Casa Rosada a un montón de empresarios para que se auto-comprometieran a no despedir cuando ese mismo día ya estaban despidiendo.

-Cosa que no cumplieron. Volviendo al tarifazo. Pocos temas son universales, pero universales de verdad. Los temas universales son las tarifas, la escuela y la inseguridad. Temas que vos digas que tocan a todos. El tema educativo nos toca a todos. Todos pagamos luz, gas, agua. Y todos tenemos problemáticas de inseguridad. Por eso esto es uno de esos temas sobre el que no sería lógico, si sucede, que se vete. Por otro lado, lo lógico es que haya tarifas que se puedan pagar. Y no esta locura.

-¿Qué piensa de la intervención del PJ?

-No quiero opinar sobre nombres, porque cuando empezamos a opinar sobre nombres duramos 15 minutos en la discusión sobre la oposición. Sí quiero discutir procesos. Para mí esto es simple: todo lo que fragmente no ayuda; todo lo que unifique, sí ayuda. Si fomentamos, desde la intervención, desde las reuniones distintas, desde los distintos grupos, que se articule una oposición bien amplia, está bárbaro. Y si hay diez dirigentes que estén haciéndolo, me parece bárbaro. Si fomentamos la fragmentación, en cambio, es el 2017. Cuando el gobierno ganó, y tuvo a tres expresiones pan-peronistas enfrente.

-Que si se hubieran sumado, ganaban. Pero no se pudieron sumar.

-Por eso. Eso es menos grave en una elección legislativa, en la que sumás legisladores. Sí es muy diferente, en cambio, cuando estás disputando la orientación del país, que es cuando se elige presidente y gobernadores. Ahí es donde está el punto clave. Hay que ver para dónde va la intervención. Cada encuentro del PJ, reuniones, grupos, que fomenta la unidad, a mí me parece bien. Se haga dónde se haga y tenga el rol que tenga. Todo lo que dice “no, acá no, hasta acá no, mi límite es este, vamos por este lado” promueve la fragmentación y no es conveniente.

-Luis Barrionuevo, el interventor, dijo que como los kirchneristas armaron Unidad Ciudadana ahora que se vayan del PJ y armen su propio partido.

-Hay que ver cómo va el proceso. Yo creo en la naturaleza de las cosas. Y para mí la naturaleza de las cosas es que se va a ir construyendo una oposición amplia.

-¿Usted cree que está el gobierno detrás de la intervención?

-No. Pienso que el gobierno está detrás de la fragmentación. Le conviene fragmentar. A este gobierno, y a cualquier gobierno, le conviene que los que están enfrente se dividan en dos o tres. Es casi Ciencia Política I. Cualquier gobierno apunta a eso. Ni siquiera es criticable. Tiene que estar en nuestra capacidad poder construir una alternativa. El gobierno, sin embargo, con sus políticas, nos está ayudando a construir una alternativa amplia. Nadie puede votar una Reforma Previsional, nadie puede entender que se anuncie un 1600% de aumento de gas. Hay acciones del gobierno que casi naturalmente abroquelan no sólo al peronismo, sino más que al peronismo, en una gran unidad opositora.

-Usted forma parte del llamado espacio UMET, un espacio de diálogo de varios dirigentes del peronismo que alientan la unidad. También estuvo en la reunión de Gualeguaychú. ¿Cuál fue el logro de esa cumbre, cuyo convocante principal era el senador Miguel Pichetto? Algunos analistas del peronismo interpretaron que la cumbre de Gualeguaychú fracasó, al no asistir gobernadores.

-La Argentina es un país híper-centralizado y muy poco federal. Y varias provincias y municipios naturalmente tienen que interactuar con el Estado central. Gobierne Juan, Pedro o Mario. Y eso es una lógica distinta que hay que interpretar y que hay que entender. Porque finalmente quien está gobernando –sea un lugar chiquito o un lugar grande- lo primero que tiene que poder hacer es pagar salarios, que le funcione el hospital, que le funcionen las escuelas. Los tiempos y las maneras no se pueden juzgar de la misma manera. En ese sentido, yo no me psicopateo mucho. Esto es un proceso. Nosotros en la UMET nos juntamos el 8 de febrero de 2018. Casi dos años antes de la elección. Nos juntamos y armamos ocho comisiones de trabajo para discutir educación, mercado de trabajo. Eso habla de seriedad. No es que nos juntamos 15 días antes para ver las listas. Eso habla de seriedad. Todos los encuentros que se están dando se realizan con mucha anticipación. Yo veo un proceso positivo. Yo analizo los procesos políticos como tendencia. Si la tendencia es a construir una oposición unida y que tenga chances electorales, eso es lo que hay que hacer. Si la tendencia es a fragmentarnos, no. A mí me parece que, con sus más y con sus menos, va primando la idea de la unidad.

-En los días en los que se realizó el encuentro de Gualeguaychú circuló la versión de que hubo una especie de acuerdo legislativo en ‘bajar un cambio’, por utilizar una expresión cotidiana, en la confrontación con el gobierno. Incluso se mencionó como dato sugestivo que cuando el secretario de Finanzas, Luis Caputo, se presentó en el Congreso para su interpelación, Graciela Camaño, que tiene un rol muy importante en el bloque del Frente Renovador, no bajó ese día y no estuvo presente. Camaño es la esposa de Luis Barrionuevo, quien luego sería designado al frente de la intervención del PJ. ¿Hubo una negociación bajo cuerda? Más allá del incidente del papelito, que para mí fue magnificado y le dio una excusa a Caputo para retirarse.

-En el caso puntual de Caputo nosotros (el Frente Renovador) nos preparamos mucho en el bloque. Y estábamos re-enojados, porque no pudimos hablar. La batuta la iba a llevar Felipe (Solá), que era quien había tomado mucha información. Y después estábamos otros que también íbamos a hablar. La verdad es que quedamos todos re-calientes por cómo se dio la situación, pero al revés, porque ese día, junto con Graciela, habíamos armado todo un esquema de trabajo.

-Pero ella no estuvo.

-No, pero armamos un trabajo previo. Nosotros nos dividimos las tareas, tenemos como perfiles diferentes. Cuando los temas son más sociales y económicos yo tengo un rol más significativo. Cuando hay otros temas, otros tienen un rol más significativo. Pero con todo el bloque hicimos un muy buen trabajo. Y, la verdad, quedamos muy calientes con la situación. Es como que en la mitad de la fiesta se fue alguien que tenía mucho para dar explicaciones todavía. Y no éramos solo nosotros los que teníamos mucha información para discutir y para plantear. Hay una forma fácil de ver qué rol ha tenido el Frente Renovador. Yo soy diputado desde el 10 de diciembre. No fui diputado en la etapa anterior. Si se mira todo lo que he votado yo, hemos votado todas las cosas en contra en las cuestiones que nos habíamos planteado hacerlo. Las únicas leyes que votamos a favor son leyes universales, como la ley en contra de la pornografía infantil. Temas que generan mayorías transversales naturales, y temas que son centrales para la sociedad aunque no generen un eje político: todos estamos de acuerdo en aumentar las penas para el que genera en Internet casos de pedofilia. Pero hay una forma de ver nuestro rol o no. Yo soy el producto de lo nuevo, en el sentido de que soy diputado desde hace cuatro meses. Todas las votaciones en las que participé fueron las mismas del bloque.

-O sea que esta es una etapa distinta del Frente Renovador. Si usted hubiera sido diputado en la primera etapa le podría haber preguntado qué significó votar el acuerdo con los fondos buitres o el endeudamiento a 100 años.

-Está claro.

-Había un argumento muy repetido por Sergio Massa, que era quien conducía el bloque en aquel momento, y es que había que ser una ‘oposición responsable’. Y que al peronismo se le suele reprochar, por su historia, que no deja gobernar. Según su planteo, él quería demostrarle a la sociedad que el Frente Renovador no ponía palos en la rueda a un gobierno que recién había asumido. Pero, bueno, usted no era diputado. Ahora algo cambió en el massismo.

-Cambiaron dos cosas. Durante toda la campaña de 2017 nosotros dijimos que íbamos a votar en contra de la Reforma Previsional, en contra de la Reforma Laboral y en contra de la Reforma Fiscal. Mientras que el gobierno decía “no hay ninguna Reforma”.

-O sea que mintió.

-En la campaña no había debate posible. Porque nosotros decíamos “vamos a votar en contra de tal Reforma y tal otra” y ellos nos contestaban: “¿De qué están hablando si nadie planteó una Reforma?” Pero terminó la elección y a la semana siguiente lanzó esas Reformas. Estrictamente una semana después, en el Centro Cultural Kirchner, el Presidente lanza lo que llama el ‘Reformismo Permanente’. Y arranca con todo esto. Nosotros hemos sido muy consecuentes con lo que dijimos en la campaña. En definitiva, yo creo que estamos trabajando muy bien realmente en el bloque del Frente Renovador. Muy seriamente. Y, para mí, ‘oposición responsable’ quiere decir oponerse a lo que es una locura, los tarifazos, y proponer. Mucho de lo que proponemos, como el tema de las tarifas, hay que ver si sucede o no. Pero somos una oposición que proponemos y articulamos con todos los bloques posibles.

-Recién encontró una manera elegante, en mi lectura, de destacar la última etapa del Frente Renovador. La del 10 de diciembre para acá. Lo cual refleja que un espacio político, porque la realidad muta, puede ir teniendo perfiles distintos. Así como el massismo de hoy no es el mismo de los primeros dos años del gobierno de Macri, también quizá el bloque del Frente para la Victoria, con Agustín Rossi en la jefatura, no está funcionando de la misma manera que en los primeros dos años. Aunque sea incómodo hablar de otros.

-Yo veo al bloque del Frente para la Victoria siendo muy crítico y propositivo. Si uno lee los proyectos que presentan –por ejemplo, tienen un proyecto distinto al de nosotros en materia de tarifas- van en una orientación similar en términos de volver atrás con alguna etapa, el tema de la variación salarial. Y los diputados del Frente para la Victoria tienen mucha participación en las comisiones. Están trabajando mucho. Tengo mucha gente conocida allí. Hay muchos diputados opositores interesantes. Algunos especializados, otros con una dimensión política más interesante. Y eso se expresa en el recinto. La verdad, yo me siento y escucho el 95% de las exposiciones. En general son interesantes. Y todas van en una línea. Se ha consolidado una línea. De que el gobierno va mal, que está mal orientado, que deja a 20 millones de personas afuera, que hay que ser críticos y propositivos. Y en eso está el conjunto de la oposición. Eso es lo que a mí me alienta en el sentido de que podremos construir una alternativa política. El siglo XXI no es de un solo candidato. Estarán las PASO, las primarias, tres o cuatro candidatos de distintas expresiones.

-¿Va a haber una gran PASO del peronismo?

-Yo aspiraría a que logremos un esquema de unidad con un método. El mejor método es las PASO. Para que la sociedad pueda definir. Finalmente, ¿qué es Cambiemos? Es un frente electoral en el que están el PRO, el radicalismo, la Coalición Cívica y partidos más chicos. Compitieron, hay alguien que lideró y en función de eso llevó adelante un proceso. Bueno, la oposición tiene que hacer algo parecido.

-Lo que es determinante ahí es lo que hacen los votantes, porque si el dirigente que pierde las PASO llama a votar por el que ganó, pero los votantes no quieren hacerlo, no hay manera.

-Si hay un esquema de identidad y programa común, los votantes acompañan.

-En el kirchnerismo hay una experiencia traumática en ese sentido, que fue la PASO en la provincia de Buenos Aires de 2015. El votante de Julián Domínguez no quiso votar a Aníbal Fernández.

-Eso tuvo que ver con un nivel de conflictividad fuerte. ¿Pero qué logró Cambiemos? Una identidad. Había distintos candidatos, todos formaban parte de una identidad. Y el votante del que salía segundo o tercero quería seguir formando parte de esa identidad. Por eso hay que construir una identidad. La oposición no es una suma de voluntades. No es sumar tres candidatos. Es construir una identidad. Y la identidad nuestra tiene que ser la representación de lo invisible: yo creo que vamos a un tercer ciclo histórico. Para mí, el primer ciclo histórico fue el yrigoyenismo, que le dio vida a lo que hoy llamamos clase media, pero que en ese momento no era clase media era la chusma, lo que estaba afuera, lo que nadie veía, hasta que emergió ese proceso, que le dio derechos, reforma universitaria. Así se inició un ciclo. Antes que el yrigoyenismo estuvieron Alem, las revueltas, hubo muchos intentos. El segundo ciclo es el peronismo, que le da vida a lo que hoy llamamos trabajadores, pero que en ese momento eran la turba, los que no existían y nadie veía, el aluvión zoológico. Antes de eso hubo anarquismo, no es que el peronismo surge de la nada. Yo creo que vamos a un tercer ciclo histórico, que es la representación de lo invisible. Quien represente a los más pobres, a los que hacen changas, a los docentes, a los que tienen trabajo informal o precario, a los jubilados, a las PYMES, los comerciantes, al 60% de la Argentina, eso inicia un tercer ciclo histórico. Para mí, el kirchnerismo y otras expresiones políticas son parte de lo previo, que con idas y vueltas, ayudan a construir ese tercer ciclo histórico. Tenemos que construir ese ciclo histórico y yo quiero estar ahí. Un tercer ciclo bueno de la Argentina que, al igual que los otros dos que mencioné, genere movilidad social ascendente. Que le dé chances a los que hoy no la tienen.

-Un día antes del encuentro de La Pedrera, en San Luis, organizado por Alberto Rodríguez Saá, se reunieron, después de un tiempo de bajísimo perfil, Sergio Massa y Florencio Randazzo. No trascendió mucho de lo que hablaron, sólo la foto. A veces, el hecho político es la foto. ¿Cuál va a ser el rol de Massa en esta etapa?

-Massa es un dirigente nacional en serio. Hay muy pocos dirigentes de envergadura nacional, con conocimiento y presencia nacional. Muy pocos en la Argentina. El problema del siglo XXI es el nivel de conocimiento de la política. Son muy pocos los que lo tienen. Massa lo tiene. Yo creo que Massa y el Frente Renovador tienen un rol central de articular un proceso de oposición. De articular una oposición competitiva. Y lo está haciendo. Con (Florencio) Randazzo y con distintos esquemas. Va en esa orientación. Yo lo veo bien. Todo lo que sume, va.

-¿Entonces Massa no va a ser parte de una estrategia divisionista o de lo que algunos decían que podía ser representado por Juan Manuel Urtubey o Juan Schiaretti? La creación de un polo peronista que compita por afuera para dividir.

-Claramente no. Yo parto de la base de que este gobierno deja 20 millones de argentinos afuera. Y cada vez hay más consciencia de eso. Por eso es mejor que en 2019 cambiemos el gobierno. Para modificar el gobierno, fragmentados no lo vamos a poder hacer. Tenemos que hacerlo unidos. Para eso hay métodos. Pero es imposible sentarse todos y decir: ‘este es el candidato’. Massa está haciendo un buen trabajo. Está articulando. Está liderando un bloque que claramente –y yo hablo de este ciclo, en el que estoy desde el 10 de diciembre- ha cumplido con todo lo que nosotros hemos planteado.

-¿Massa es quien lidera el bloque? ¿O, como ahora no está en la Cámara, la jefatura está en otras manos?

-Graciela Camaño es claramente una líder parlamentaria yo diría de nivel internacional. Podría estar en el Parlamento de cualquier país y tendría un rol destacado. En términos de su capacidad parlamentaria. Sergio Massa es el líder político del Frente Renovador. De eso no hay ninguna duda.

-¿Qué pasó en la sesión de tratamiento del mega-DNU y cuál fue la razón por la cual el bloque del Frente Renovador no quiso tratar primero la derogación del mega-DNU para tener uno de los pocos momentos de victoria legislativa de la oposición, que en los últimos dos años se han contado con la mano?

-Le digo qué me pasó a mí. Yo no pensé que se iban a levantar y que se iban a ir. Sinceramente.

-Porque la imagen que quedó es de algo que parecía coreografiado, arreglado.

-Yo soy de los que menos experiencia parlamentaria tengo (dentro del Frente Renovador). Pero entendí que tenía racionalidad dividir las tres leyes, aprobar las tres leyes con los cambios que hubo, y luego derogar el decreto. Tenía racionalidad técnica. Esto está, se transforma en tres, ahora lo sacamos. Yo, sinceramente, me comí el amague. Estaba convencido de que iba a ser así. No vi que había una tensión ahí. Me pareció que era lógico. Pero, efectivamente, después me equivoqué. Porque se levantaron y se fueron.

-Quiero preguntarle puntualmente por la figura de Nicolás Massot, el jefe del bloque de Cambiemos. Da la impresión de que es una suerte de provocador del bloque macrista. Es el que está detrás del cortinado haciendo gestos, el que hace que el diputado Olmedo se levante y se vaya, el que hace declaraciones extremas que bordean la mojada de oreja. ¿Cómo se convive con ese tipo de situaciones? ¿O es parte del folclore parlamentario?

-A mí, con sinceridad, la gente apasionada y que va al frente me gusta. Sinceramente, me gusta. Aunque piense totalmente diferente a mí. Yo digo: “se la banca”. Me gusta esa gente. No me gusta la gente con doble faz. En cambio, sí puedo pensar “este tipo se plantó acá” y lo banco. En ese sentido, respeto a Massot. Respeto a (Alfredo) Olmedo. Aunque no tenga con ninguno de ellos ninguna cercanía ideológica.

-Pero los ve convencidos de lo que están haciendo.

-Exactamente. Y eso para mí tiene un valor. Respeto a la gente que va al frente y se equivoca más que al que trata de zafar o ver cómo cae parado o balconea la situación. Siempre. Aun líderes de otros países sobre los que a veces pienso “esto es horrible para dónde va” pero que tienen una lógica y la sostienen. Yo seguí mucho la campaña de Jean-Marie Le Pen, el padre, en Francia. No lo hubiera votado nunca. Ni que me pusieran cinco revólveres en la cabeza. Pero entendí que el tipo era genuino. Tenía una idea, alocada a mi modo de ver, pero genuina. E iba para ahí. Respeto a ese tipo de personas, lo que no quiere decir que comparta para nada sus ideas.

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Paco Durañona: “La preocupación central de Macri es evitar una segunda vuelta”

Por Martín Piqué @MartinPique

La trayectoria del intendente de San Antonio de Areco, Francisco “Paco” Durañona (43), es bastante conocida en el ámbito de la política. Abogado, hijo del dirigente histórico de la UCeDé del mismo nombre, asumió el peronismo por convicción. En sus años más jóvenes transitó por espacios afines a la cosmovisión liberal. Su camino tiene en cierto modo un espejo en su amigo Mariano Pinedo, diputado bonaerense y hermano menor del presidente provisional del Senado. Durañona tuvo un paso por la gestión pública durante el kirchnerismo: estuvo en el ANSES, luego en la Superintendencia de Seguros. Hasta que en 2011 compitió por la intendencia de la capital nacional de la tradición. Y ganó. Cuatro años después fue reelecto con el 47,93 por ciento de los votos.

En los últimos meses, Durañona levantó el perfil y le puso más pimienta a su posicionamiento. Motorizó un debate –sin disimular la autocrítica aunque con el eje puesto en lo que viene- sobre el distanciamiento y la desatención que a su juicio padeció el Interior bonaerense por parte del peronismo. En relación a María Eugenia Vidal, Durañona fue uno de los artífices de la presentación en la Legislatura de dos proyectos de ley que pretenden modificar la ley de coparticipación que rige en la provincia –para que el porcentaje recibido por los municipios crezca del 16% al 20%- y para derogar el Pacto Fiscal. En esa oportunidad, Durañona se lamentó a través de Twitter por las ausencias de otros jefes comunales del PJ. Ocurrió hace diez días.

Esta semana sumó un nuevo frente a su protagonismo. Desde el Movimiento Arraigo, fundado junto a otros intendentes, Durañona se involucró en la reorganización opositora y el debate sobre la unidad. El martes pasado -17 de abril- organizó un encuentro regional #Hay2019 en su terruño de “Areco”, como lo llaman los lugareños. Durañona, está visto, no disimula. En esta entrevista con Primereando, dice sin vacilar que el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, y el intendente de Resistencia, Jorge Capitanich, deben ser los dos candidatos de la fórmula presidencial opositora.

“A mí me gusta mucho que Rodríguez Saá y que Capitanich encabecen esta esperanza de #Hay 2019. Son nuestros candidatos. Tenemos que impulsarlos, estoy convencido. Hombres del Interior profundo con una enorme capacidad de gestionar”, los ensalzó. En la semana que pasó, un sitio web especializado en actualidad bonaerense arriesgó que en el peronismo hay cuatro nombres que pueden competir por la gobernación. Que desean hacerlo. Lo cual sería difícil, desafiante. O que hasta pueden acompañar, e ir de número 2, en una eventual formula. Los mencionados eran la matancera Verónica Magario, el lomense Martín Insaurralde, el merlense Gustavo Menéndez y –oh, sorpresa- el propio Durañona.

-¿Qué va a pasar con el PJ? La Cámara Nacional Electoral tiene que resolver la apelación a la medida cautelar que dispuso la intervención judicial.

-Es una incertidumbre. Si la intención era organizar judicialmente alguna irregularidad del partido, es extraño que hayan designado como interventor a un actor tan relevante y tan claramente cercano al gobierno de Macri, como Luis Barrionuevo. Además, las declaraciones y las puestas en escena que hemos visto en estos últimos días por parte de Barrionuevo y de su entorno, tanto como los fundamentos del fallo de Servini, que son realmente insólitos, alimentan esa incertidumbre. Y alientan las sospechas. Para darse cuenta no hace falta ser una persona del Derecho. Ni un especialista en cuestiones electorales. Cualquiera que se toma el trabajo de leer los fundamentos del fallo no lo va a poder creer. Son fundamentos insólitos. Fundamentos que podrían servir para intervenir absolutamente todos los partidos de la Argentina. En definitiva, el fallo implica una falta de respeto total a la importancia que tienen los partidos políticos, que son órganos sagrados de la Constitución. Sobre todo después de la reforma constitucional de 1994. Porque para decidir una intervención se tienen que agotar todas las instancias. Por otro lado, la intervención está en línea con lo que uno va observando casi explícitamente como estrategia de Macri. Porque la idea es fracturar al peronismo. La idea es desplazar a cualquier tipo de herramienta que tenga la potencialidad de construir una alternativa diferente a lo que en este momento está sucediendo en la Argentina. Ellos consideran, y lo han dicho, que la única manera de garantizar seguridad jurídica y confianza para que empiecen a venir no sólo las inversiones de afuera, sino también para que ministros nacionales -como el propio Aranguren- se dignen a traer sus recursos propios y el patrimonio que tienen afuera, es demostrar que el kirchnerismo, o cualquier otro espacio político que se le parezca, ha sido eliminado. Algo así, literalmente, dijo el intendente de Cambiemos de San Pedro (por Cecilio Salazar). “Que el kirchnerismo desaparezca de la faz de la tierra”, creo que fueron las palabras que utilizó. Con todo este escenario es muy difícil pensar que en los próximos días la Cámara puede tener una decisión diferente a todo esto que estamos observando. Como mínimo se va a tomar su tiempo. Pero, la verdad, a mí personalmente me resulta difícil creer que después de todo esto vuelvan las cosas a su estado original.

 

 

 

-O sea que usted es pesimista. O por lo menos no quiere ser ingenuo.

-Exactamente.

-Si esa hipótesis pesimista se llegara a concretar, y la controversia legal se dilatara mientras el PJ permanece en manos de Barrionuevo, ¿cómo se organizaría electoralmente el peronismo que se asume como opositor y que quiere ganarle a Macri? ¿Armaría otra coalición, sin el PJ nacional?

-Bueno, ya lo hemos dicho varias veces. Y lo dijo explícitamente incluso quien originó esta corriente de opinión, que fue el propio creador del Partido Justicialista, el General Perón. Lo dijo al explicar, y esto está escrito, que el partido es solamente una herramienta electoral que se utiliza cuando se acercan las elecciones. Con lo cual está claro que la herramienta electoral no va a ser un problema. De hecho, eso ya ha quedado demostrado en la última elección. No hay muchas diferencias entre lo que sucedió con el PJ en la elección pasada (se refiere a la decisión de Florencio Randazzo de competir a través del frente Cumplir que en su seno contenía, formalmente, al PJ de la provincia de Buenos Aires, NdR), y esta intervención. Forman parte de una misma estrategia, por eso soy pesimista.

-¿Cuál es esa estrategia?

-Bueno, la estrategia de utilizar parte de las herramientas que tiene la oposición para inclinarlas en favor del propio gobierno. Esto fue lo que observamos algunos, y creo, también, que fue lo que observó Cristina el año pasado, cuando se pretendió instalar la idea –creyendo que muchos de nosotros éramos ingenuos- de que era sano realizar una gran interna desde el Partido Justicialista. En aquel momento, personalmente, también creí que hubiese sido bueno. Pero ahora, viendo esta situación, me queda claro que lo que había pensado Cristina evidentemente no estaba para nada errado.

-O sea que usted piensa que cuando Randazzo le pedía a Cristina competir por dentro de una PASO del peronismo, estaba proyectando que muchos votos antiperonistas se volcarían adentro de la primaria para votar contra CFK. Y que todo eso formaba parte de una movida del gobierno, de una estrategia del poder. ¿Es así?

-En ese momento no la vi tan claro. Lo sospechábamos. Pero en este momento la confirmo. Este avance sobre el PJ demuestra que, efectivamente, la pretensión del gobierno es utilizar herramientas nuestras, actores nuestros, para inclinar la balanza a su favor. La tan conocida frase de “divide y reinarás”, que están aplicando a rajatabla. Y nosotros tenemos que estar atentos. Yo creo que no sirve para nada quedarnos pataleando sobre una cuestión simbólica de la calle Matheu o del PJ como sello. Nuestra simbología tiene que ver con organizarnos para ganar una elección. Entonces, hay muchísimas compañeras y muchísimos compañeros con los que no nos va a resultar difícil ponernos de acuerdo en cinco puntos programáticos y convocar a una gran elección interna para dirimir nuestros candidatos. Y eso a pesar de que tenemos diferencias internas, diferencias en cuanto a cómo organizarnos, en cuanto al diseño electoral. Incluso en cuanto a algunos puntos respecto a cuáles tienen que ser nuestras propuestas. Cuantos más espacios y organizaciones del campo popular opositor se puedan sumar, más contundente va a ser. Bueno, y con respecto al Partido Justicialista, insisto: no veo que eso se pueda terminar de ordenar. Así que tendrá los candidatos que, para mí, ya están claros. Hemos visto algunas reuniones, algunos encuentros: en Gualeguaychú, ahora habrá uno en Córdoba. Hemos leído comunicados muy débiles, como el que emitió el bloque de senadores del PJ, el bloque de (Miguel) Pichetto. Hemos visto a algunos gobernadores que tienen pretensiones de ser presidentes que han incluso avalado esta intervención. Está clarísimo quiénes son los que van a utilizar esta intervención en su favor. Será un frente electoral más que le será funcional al gobierno.

-O sea que en las elecciones generales competirán directamente dos frentes de extracción peronista, cada uno por su lado. ¿Es así?

-Exactamente.

-Pero ese escenario es el que quiere Macri. Una oposición dividida en dos o hasta tres bloques.

-Claro. Hoy la preocupación central de Macri es evitar una segunda vuelta. Por supuesto que esto (por la intervención judicial del PJ y la posibilidad de que en 2019 haya dos frentes peronistas que compitan directamente en la elección general, NdR) no les garantiza evitarla. Pero, efectivamente, cualquiera que más o menos conoce los procesos electorales va a coincidir que este estado de situación a priori le podría servir a Cambiemos para ese objetivo, dividiendo el voto de la oposición. Yo, personalmente, no lo veo. Porque siempre he creído y lo reafirmo ahora. El electorado, el pueblo, la ciudadanía, no come vidrio: la gente no es tonta y podrá identificar perfectamente dónde está el frente opositor y dónde están los frentes que, de alguna u otra manera, son funcionales al gobierno. Volvamos al resultado electoral del año pasado en la provincia de Buenos Aires. En ese momento esto quedó bastante claro.

 

 

 

-¿Cómo describiría la actualidad del gobierno? ¿Y la del país?

-La situación actual no difiere de lo que viene sucediendo desde los primeros meses de haber asumido Macri. Todos los indicadores son absolutamente negativos. Aunque ahora, eso sí, es más fácil observarlo. Porque en los primeros momentos hubo un absoluto blindaje. En el sentido de intentar tapar u ocultar datos de política económica que son realmente preocupantes. Y que coinciden, además, con otras épocas en las que han gobernado espacios políticos con la misma inclinación ideológica: uno analiza datos fundamentales. Además, son los datos que difunde el propio gobierno, que insiste y se preocupa por destacar como los puntos en los que sus decisiones han hecho centro. Si uno observa los datos de la balanza comercial, se va a encontrar con que estamos prácticamente en cifras récord de déficit comercial. Es muy difícil encontrar un período tan corto de tiempo en el que las exportaciones hayan caído tan brutalmente. Eso forma parte de esta jaula de hierro en la que se ha instalado el gobierno. Un camino sin salida. Porque al no ingresar divisas, y en el marco de esta política de endeudamiento sideral, ahí ya tenés un laberinto del cual no va a poder salir. No hay ningún tipo de política de incentivo a las exportaciones ni a la producción, ni a la industria ni al valor agregado. Y sí hay incentivos permanentes a la apertura indiscriminada de exportaciones, como el último camino que vimos, con la exportación de cerdos de Estados Unidos. Lo que derivó en que una provincia argentina entera (por La Pampa) prohibiera el ingreso de carne porcina a su territorio: esto en cuanto a la balanza comercial. En cuanto al déficit fiscal, exactamente lo mismo. Niveles récord de déficit fiscal, cuando la propuesta de Macri era justamente la contraria: reducir el déficit fiscal y, a partir de allí, reducir la inflación. Esto es otra jaula de hierro. Porque estamos observando que en un momento de aumento brutal de las tarifas, con el claro sentido de bajar el déficit, no sólo que están haciendo estragos en la economía familiar, en la economía de las PYMES, en las economías regionales, en todo el funcionamiento de la economía en general, sino que el déficit fiscal no baja, sigue aumentando, y la emisión monetaria se mantiene en los mismos niveles o iguales a los anteriores. Esto es otra trampa mortal en el sentido de bajar la inflación. Solamente con estos dos datos, la realidad, queda claro, es absolutamente negativa en cuanto al estado de cosas. Ni hablar de las posibilidades de generar algún tipo de despegue para la generación de empleo, para la recuperación de la industria, para la suba de las exportaciones. Eso es lo que yo observo hoy, muy sintéticamente, en cuanto a la realidad del país.

-Las encuestas lo que muestran que han caído –algunos dicen que mucho, otros un poco- los números de aprobación e intención de voto a Macri. Pero igual tiene un piso consolidado en torno a los 33, 34 o 35 puntos. O sea que puede aspirar a llegar al 40, si en el 2019 tuviera más dinero para volcar en la economía. La que sí aparece con mejores porcentajes es Vidal. ¿Por qué siguen reteniendo esos números si la economía es un desastre?

-En primer lugar lo explica que recién ahora está empezando a haber un corrimiento del velo de la gente en general, del pueblo. Porque una cosa es que se justifiquen determinadas políticas negativas –como puede ser los aumentos de precios en las tarifas, aumentos de precios en general- y no poder mostrar ningún signo positivo, culpando al gobierno anterior, acompañado de un profundo blindaje mediático y un cinismo jamás visto en cuanto a la manera de presentarse ante los medios de comunicación: en las entrevistas, en las notas, en los discursos, en las campañas. Hoy a todos, o a muchos, nos queda claro que hubo una terrible estafa electoral pocas veces vista: con el acompañamiento de un sistema de manejo de bases de datos que ha explotado en el mundo en el que el engaño se convirtió en moneda corriente.

-Una repregunta sobre esto último: Cristina también suele hablar de “una estafa electoral” porque en 2015 nadie votó este ajuste. Bien, pero en 2017 volvieron a ganar y los votantes ya sabían cómo gobernaba Cambiemos.

-Sí, sí. Pero no fue el tiempo suficiente como para quitarse esta venda de los ojos, que es muy fuerte, eh. Un sistema de blindaje tal, de persecución y anulación de cualquier opositor, de manera violenta: a través de encarcelamientos, de persecuciones, de escraches, de presión extraordinaria a la Justicia, como estamos viendo incluso en estos momentos. Más un cinismo total en cuanto a lo que se dice y lo que se explica: no es tan fácil salir de esa trampa. Y ese envión lo pudieron mantener, y no me parece llamativo, en la elección de 2017. Sin perjuicio de que la elección de Cristina fue una elección extraordinaria, porque en ese marco, de tanto despliegue de la protección al gobierno y de la persecución a los opositores, realmente las distancias fueron mínimas. A pesar de que en la persona de Cristina se habían instalado todos los infiernos del Dante. Algo hubo ahí que efectivamente se empezó a resquebrajar. Y por más que el gobierno festejó yo creo que se quedaron profundamente preocupados. Y a medida que pase el tiempo, como no van a poder de esta jaula de hierro, las posibilidades de la oposición van a ir in crescendo, y allí es donde ya forma parte de la responsabilidad de la oposición ser inteligentes en cuanto al diseño electoral y la selección de los candidatos. Pero, personalmente, así como recién hace un rato decía que soy pesimista en cuanto a la posibilidad de ordenar la cuestión del PJ, soy absolutamente optimista en cuanto a las posibilidades electorales de la oposición respecto a la elección de 2019.

 

 

 

-En el peronismo bonaerense existe un debate sobre los riesgos de la excesiva ‘conurbanización’ del PJ, del kirchnerismo. Se plantea, a modo de crítica, que el peronismo se terminó convirtiendo en el partido de la 3era sección electoral: de los pobres de la provincia. Usted es un dirigente del Interior bonaerense. Algunas voces plantean que en esta etapa hay que hacer una política de reconciliación con los sectores productivos del Interior. Sectores que tras el conflicto de 2008, por las retenciones, sintieron una fractura muy profunda con el kirchnerismo. ¿Qué opina?

-Estoy absolutamente de acuerdo. He formado parte activa de esa discusión. Siendo intendente del interior, de un lugar emblemático como es San Antonio de Areco, capital nacional de la tradición, que tiene mucha impronta respecto a las realidades del interior de la provincia. Además, hemos trabajado mucho este tiempo con muchos colegas, compañeros, de municipios del Interior: como pueden ser Tapalqué, Alberti, tantos municipios de la provincia ríquisimos en historia y en idiosincrasia tan propia del federalismo nuestro. A quienes les hemos dado la espalda nosotros, cuando nos tocó ser gobierno, y cuando nos tocó hacer propuestas en las últimas elecciones, las de 2015 y 2017, nos alejamos todavía más. No hemos podido construir una propuesta que enamore a la familia del Interior, a los productores del Interior. No hemos podido hablar de arraigo, no hemos podido hablar de industrialización de la ruralidad, de tierra, techo y trabajo. Y estamos convencidos que no solamente la provincia de Buenos Aires sino la Argentina entera tiene que hacer un giro, desde el peronismo, como en los grandes momentos de la historia argentina y de la historia del peronismo, con mujeres y hombres del Interior. A mí me gusta mucho que Alberto Rodríguez Saá y que (Jorge) ‘Coqui’ Capitanich estén encabezando esta esperanza de ‘Hay 2019’. Me parece que son nuestros candidatos. Tenemos que impulsarlos. Yo, personalmente, estoy convencido de eso. Hombres del Interior profundo con una enorme capacidad de gestionar. Y estoy convencido de que tienen enormes posibilidades. No sólo de ganar la elección sino también de hacerse cargo del desastre que va a dejar Macri el 10 de diciembre de 2019. Gobernar la Argentina que deje Macri va a requerir mucha cabeza, mucho esfuerzo, y mucha experiencia, para poder nuevamente devolverle la felicidad al pueblo argentino.

 

 

 

-Para pasar de la enunciación a lo concreto:¿con qué acciones concretas podría el peronismo lograr re-enamorar al Interior bonaerense?

-Con modelos exitosos de municipios del Interior. Y adaptando los esquemas que le mencionaba recién. Principalmente el arraigo: esa es una cuestión que enamora a todos. El arraigo significa políticas que impliquen nuevamente apostar a la familia del Interior. Que los jóvenes se puedan quedar apostando a sus pueblos pero no por una cuestión netamente emocional: sino porque efectivamente el Interior brinda soluciones, brinda derechos, acceso a la salud y a la educación superior. Tiene que haber universidades a lo largo y a lo ancho de la República Argentina para que en los pueblos del Interior se pueda estudiar educación superior. Educación superior que esté vinculada con el potencial productivo que tienen cada una de las regiones, y formar profesionales en ese potencial productivo. Ya sea turismo, ingeniería en producción de alimentos, ingenieros industriales, metalmecánica. Una enorme cantidad de carreras que tengan que ver no con lo tradicional sino con una Argentina pujante que pueda producir alimentos con valor agregado, con el aporte de la tecnología. No sólo para garantizar el alimento puertas adentro sino, también, para poder hacer un buen intercambio con la región y poder venderle alimentos al mundo. Argentina tiene todo para construir desde ahí y esa construcción se debe dar de abajo hacia arriba, desde el Interior. Hay que elaborar políticas activas hacia el Interior.

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