Por Martín Piqué @MartinPique
El despacho del intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi (56 años, ingeniero graduado en la UTN, hincha de Argentinos Juniors) tiene una mesa de trabajo de vidrio. Eso permite ver desde arriba el contenido del primer cajón: un cúmulo de carpetas, ordenadas y llenas de números. En un tramo de la entrevista con Primereando las noticias, Ferraresi señala las carpetas, toma dos y las exhibe para luego guardarlas en su lugar. En ese momento está hablando de cuál es la clave para administrar un municipio. La conversación gira luego hacia la primera etapa del kirchnerismo, con el propio Néstor Kirchner de presidente: fue una etapa en la que por distintas razones se buscó garantizar los famosos superávits gemelos –comercial y fiscal- que se habían convertido en un mandato y, al mismo tiempo, una señal de indentidad. Ferraresi dice que se identifica con ese cuidado obsesivo por los números. Pero en el arte de gobernar un municipio, dice el intendente, otra de las claves es animarse a cargar con más tributos a los sectores económicos de más rentabilidad. Avellaneda es un caso atípico en ese sentido. En esa comuna famosa por sus estadios de fútbol hay una terminal portuaria, una petrolera multinacional con conexiones en el gobierno de Cambiemos –Shell, por supuesto-, muchas sucursales bancarias, un hipermercado.
“Los que más tienen son los que más pagan”, resume. “Eso me permitió tener independencia económica”, acota luego. Y esa decisión, que no está exenta de riesgos –como la judicialización con la que suelen amenazar ciertas empresas- también permite reducir la dependencia política de las transferencias por coparticipación que envía la gobernación de María Eugenia Vidal. Ferraresi conversa –concentrado, con respuestas rápidas- mientras en el ambiente suena la transmisión de Radio Del Plata. Es un día de trabajo normal en la sede de la intendencia de Avellaneda, sobre la calle Güemes. En el frente del edificio hay una estatua de Kirchner con el brazo izquierdo adelantado, como si estuviera señalando algo.
Ferraresi conversa con disposición sobre todos los temas que van surgiendo y la charla se extiende por más de una hora en un mediodía bien de verano. Por el temario desfilan la caída de Mauricio Macri en las encuestas, el deterioro creciente de la economía, la decisión de Hugo Moyano de enfrentar al gobierno, la figura de Vidal y su singularidad en el marco del macrismo. En un momento, como si se estuviera guardando una carta para definir la última mano del truco, Ferraresi lanza una definición fuerte. “Estoy convencido de que el macrismo va a perder la elección presidencial”, asegura, convencido.
–¿El peronismo se encuentra ante una oportunidad política? ¿Macri está debilitado? ¿O hay que ser prudentes y entender que, más allá de este clima social y de las dificultades de la economía, el macrismo todavía tiene mucho poder?
–Olvidate, tienen un poder claro. Pero a mí me parece que el macrismo no va por las imágenes y por las elecciones. Van por el poder y por el saqueo, y por la recuperación económica para los sectores económicamente concentrados. Cuando toma una medida no evalúa el impacto negativo. No le importa. Lo que sí pasó, y enseguida lo empezamos a percibir, es que la Reforma Previsional generó un quiebre. Ese día, en Avellaneda, se registraron siete cacerolazos. Y eran los mismos lugares en los que nos hacían cacerolas a nosotros. Después el caso de Triaca. Esta vez al gobierno le entraron balas. Desde ese momento hay un antes y un después. Aunque no sé si al macrismo le interesa tanto la elección. Creo que le interesa dejar a la Argentina en el peor lugar desde el punto de vista del endeudamiento. Porque eso beneficia a los sectores para los cuales trabaja. También quieren avanzar en un proceso general de privatización: lo muestra la baja del volumen de producción de YPF en detrimento de Shell. O cómo vienen deteriorando a Aerolíneas Argentinas. O como el cierre del ferrocarril de la provincia de Buenos Aires (Ferrobaires). La mina de Río Turbio. Quieren desplazar al Estado para favorecer a esos sectores del sector privado y más concentrado. Para lo cual instalan el mismo concepto de los ’90: primero instalar el mal nivel de los servicios, después ir promoviendo la aceptación de la privatización. Igualmente hay una disputa. Otros dirigentes del macrismo piensan distinto. Piensan en la construcción política. Cambiemos es un adversario fuerte pero que empieza a entrar en tensión interna. Porque no todos los sectores tienen las mismas intencionalidades: al campo no le pasa lo mismo que al sector financiero. Y las empresas multinacionales, que en el año anterior generaron la balanza negativa más importante de la Argentina, no les pasa lo mismo que a otras industrias con un gran arraigo en el país. Yo, a esta altura, estoy convencido de que el macrismo va a perder la elección presidencial.
–¿Ah sí?
–Estoy convencido. Ahora, eso sí, nosotros tenemos que construir el espacio como para ganar la elección. Por ahora se está trabajando bien en experiencias de unidad. Se empezó a entender que es necesaria una unidad para ponerle un freno a este gobierno. Algunos sectores se están juntando por su historia y también por su realidad. La CGT con la CTA. Con la Corriente Federal de Trabajadores. Son datos. El fin de semana se juntaron en Mar del Plata jóvenes del kirchnerismo, del massismo, de distintos espacios del peronismo. Todo este proceso se va dando. El encuentro en la UMET. Antes, en Resistencia, una movida similar con (Jorge) ‘Coqui’ Capitanich y con (Alberto) Rodríguez Saá. En todos estos procesos hay algo que está bueno y es que nadie se presenta como el salvador, sino que vamos dejando de lado las mezquindades y las vanidades en pos de la construcción de la unidad.
-Algunos analistas sostienen que bajó la aprobación a Macri, y que hay mucho pesimismo con las perspectivas de la economía, pero que eso no significa que la sociedad tenga expectativa en la oposición. Se está produciendo como un vacío. Por ahora, claro.
-Sí, hay un vacío. Y la unidad a construir tiene que ver con llenar ese vacío. Con la sumatoria de distintas expresiones. Lo importante son los espacios. No importa tanto el quién sino el para qué. Este proceso de unidad nace para recuperar la libertad de prensa, para generar las condiciones para que la protesta popular pueda ser una herramienta posible y que no vayas preso por manifestarte. Este cambio trajo consigo la persecución a los luchadores populares, y eso es inaceptable. Y, por otro lado, está la economía… que no va bien. Con la reforma previsional, el aumento de las jubilaciones se redujo del 12%, que establecía la anterior fórmula de actualización, al 5,75%. El gobierno intentar imponer el 15% como tope salarial. Todo va en detrimento de los sectores más bajos, más vulnerables, y del consumo interno. Estamos viviendo un proceso económico que se deteriora. Y ese proceso económico en deterioro se va a expresar en un proceso político que no va a ser la continuidad del macrismo. El macrismo tiene una fuga de imagen y una fuga de votantes que irán a otro lado. Todo eso va a desencadenar en un escenario de tres vías, o un escenario de dos vías polarizando. Como mínimo, ya tenemos un escenario de segunda vuelta para la elección de 2019.
-¿Sí? ¿Tan seguro?
-Sí. Podrá haber PASO. Podrá haber una propuesta programática de segunda vuelta con dos vías alternativas. Y en un escenario de tres vías es muy poco probable que el macrismo saque 40 puntos. Recordemos que el macrismo, en el mejor momento de ellos, con la mejor candidata que tienen haciendo campaña, que es la gobernadora (María Eugenia Vidal), apenas perforó los 40 puntos en la provincia de Buenos Aires. Contra el kirchnerismo que venía castigado, estigmatizado, agraviado, perseguido. Si ese es el poder electoral de una fuerza en la que una exponente –la gobernadora- que jugó todos los partidos, que fue la que se cargó la elección al hombro, alcanzó el 40%, concluimos que no es un número tan impactante…
Vidal, ¿la alternativa de recambio?
-Pero no fue Vidal la candidata. Ella encabezó la campaña de Esteban Bullrich. Eso sí.
-Bueno, lo mismo. La campaña electoral la hizo la gobernadora y el resultado electoral para el macrismo, la verdad, no es demasiado satisfactorio. Y el resultado después se plasma en otras realidades. Cuando uno hoy ve a la provincia de Buenos Aires se encuentra con que no da respuesta a nada, absolutamente a nada: queda claro que el deterioro y la realidad de la gente no va cambiando de ninguna manera. La gente sigue sin tener agua, sin cloacas, sin hospitales, sin pavimento, sin escuelas, sin seguridad, sin justicia. Además, este es el tercer año en el que no hay egresados de la Policía Bonaerense. En Avellaneda nosotros hoy tenemos 200 policías menos que el 10 de diciembre del año 2015. Los patrulleros brillan por su ausencia; las escuelas, la infraestructura educativa está absolutamente abandonada y las escuelas las arreglamos nosotros, como hacen también otros intendentes; hay paro de todos los bancos pero fundamentalmente del Banco Provincia, a partir de la reforma de su Caja Previsional, y eso afecta a todos los bonaerenses. Es una provincia que viene empeorando todos sus valores.
-En la campaña electoral del año pasado, desde Cambiemos lo acusaron de estar asociado a las barras de Independiente y de Racing. Dijeron que facciones de esas hinchadas habían prestado servicios para el armado de Unidad Ciudadana.
-Son denuncias falsas. Ni los conozco, no sé quiénes son. Yo soy hincha de Argentinos Juniors, voy a la cancha de Argentinos.
-Algunos medios publicaron que agrupaciones peronistas de Avellaneda están vinculadas a las barra de Independiente.
-La verdad que desconozco. Con todos los hinchas de fútbol que hay en el distrito, por supuesto, puede haber hinchas de Independiente que participen de esa movida. Como habrá de Dock Sud, de San Telmo, de Arsenal, de Victoriano Arenas… Tenemos un montón de clubes. Pero no tenemos ningún tipo de relación. Siempre quieren estigmatizarnos. La única verdad es la realidad y la realidad es que no hay absolutamente nada de eso. Es más, justamente a partir de que (Juan Manuel) Lugones (titular de la APreViDe) habló de este tipo de cuestiones, yo le mandé una carta, poniéndome a disposición. Porque hay cosas que me llaman la atención, sobre todo cuando dicen que quieren erradicar el tema de las mafias. Yo lo invité y le pedí una reunión al ministro de Seguridad (Cristian Ritondo) para que erradicamos definitivamente la extorsión en el estacionamiento. Para que erradiquemos toda la venta clandestina que hay alrededor de las canchas. Porque eso es responsabilidad y control de la policía de la provincia de Buenos Aires. Así que vamos a ver de qué lado estamos cada uno y qué estamos dispuestos a hacer en función de este tipo de cuestiones.
-Macri habla de una reforma cultural. Está claro que su gobierno busca asociar al peronismo con lo viejo, al sindicalismo con la mafia, y posicionar a Vidal como lo opuesto a todo eso.
-Sí, por supuesto. Hay una tensión en el debate cultural. En la Argentina siempre fue así: se tensionó entre esa idea de la modernidad y lo que le pasaba realmente a la gente. Pero la realidad es que los jubilados van a cobrar menos de lo que fue la inflación; con la paritaria en el techo del 15% todos los trabajadores van a tener una disminución de su capacidad de consumo. Todo esto hay que entenderlo en el marco de un proceso histórico, con avances y retrocesos. Ahora estamos viviendo un tiempo de retroceso. Por eso, a mí me parece muy interesante la consigna de resistencia de “hay 2019”. La otra vez le escuché decir a Carlos Heller si uno se hubiese imaginado, al día siguiente del triunfo de Cristina por el 54%, lo que pasaría casi diez años después: nunca se lo hubiese imaginado. O como cuando ganó De la Rúa. Lo normal era pensar que ese gobierno tenía para dos mandatos como mínimo, quizá hasta tres. Ahora pasa exactamente lo mismo. Antes no les entraban balas. Pero a partir de lo de Triaca y de la Reforma Previsional, una cantidad de votantes de ellos empezaron a reaccionar en contra de las medidas del propio gobierno. En el país hay cosas que son transversales: las subas de tarifas afectan a todos.
-Y la suba del dólar y la inflación también, ¿no?
-El tema se resolvía mágicamente, decía Macri. La inflación era lo más fácil de resolver. Y sin embargo vamos a estar en los mismos niveles del último año del gobierno kirchnerista, que en ese momento enfrentaba los ataques del mercado, las corridas bancarias, y una gran especulación para comprar dólares y llevárselos. Lo mismo pasa hoy, y se financia con el endeudamiento. Tendremos que venir nosotros a resolver estas cuestiones.
-Hay una ola de despidos que no cesa. Sin embargo, ya no se habla de la tasa de desempleo.
-Sí, el desempleo crece. Pero hay una realidad nueva que tiene que ver con que el desempleo se mide en función de la cantidad de gente que está buscando empleo. Estamos teniendo una cantidad de desocupados y despedidos que nunca fueron desocupados. Ese padre no conoce de organización, de gremio, de comedor social. Y entonces se guarda en su casa. Y se convierte en un vecino deprimido, que no busca trabajo y que no sabe cómo resolver su situación. Hay un dato de la realidad que es innegable: el achique de la economía es un dato. Es un achique muy fuerte en todo lo que tenga que ver con el Estado. Pero nosotros lo vemos desde otro lugar: por eso no adherimos al Pacto Fiscal de la provincia. Nosotros creemos en un modelo de gestión con inversión pública, con un recupero fuerte, acompañamiento de la sociedad y con el crecimiento del trabajo como el mejor ordenador.
-Usted criticó la educación, la salud y la seguridad en la provincia de Buenos Aires y, sin embargo, hoy María Eugenia Vidal es una suerte de fenómeno político. ¿Por qué tiene ese diferencial positivo respecto de Macri?
-Y… porque está muy bien lo que dice. Lo que le hacen decir. Pero después, cuando uno mira el resultado, es todo muy diferente. Uno puede construir una imagen positiva pero cuando se acerca la elección la gente se empieza a preguntar por hechos concretos.
-¿Usted no le encuentra a Vidal ningún atributo personal o ninguna virtud política?
-No la evalúo personalmente porque no la conozco. La respeto como tengo respeto por todas las personas. Pero los hospitales están peor que el último día del gobierno de Scioli. La seguridad está peor que el último día del gobierno de Scioli. La infraestructura educativa está peor que los últimos días del gobierno de Scioli. Eso es lo que veo. Si uno analiza las obras de infraestructura de la provincia, ninguna ha cambiado absolutamente nada.
–Para quienes vivimos en el oeste del GBA, el avance de la obra del soterramiento del tren Sarmiento tiene impacto y visibilidad.
–Es una obra de dimensión nacional. Y está bueno, por supuesto. Pero cambiar la matriz y promover un proceso de transformación eso no está pasando. Y para llevar adelante esos temas se necesitan políticas de Estado que se desarrollen consecutivamente, más allá de qué partido gobierne. Yo, por ejemplo, en los dos años y el par de meses que han pasado desde que asumieron Macri y Vidal, he intentado hablar con la gobernadora y no he podido hacerlo hablar jamás de los jamases. Eso tiene que ver con el deterioro de la calidad institucional.
–¿Nunca habló con Vidal en estos dos años?
–No. Es más. Ella nunca vino a Avellaneda.
–¿Nunca vino invitada formalmente?
-Nunca vino. Puede venir invitada o puede venir sola. Porque ella es gobernadora.
–Pero alguna vez estuvo en Avellaneda, sí vino.
-Sí, a una casa de alguien, pero es como que vienen escondidos, en una cuestión muy hermética. La gobernadora no ha venido jamás a Avellaneda en el marco de una actividad pública.
-Gladys González, que fue candidata a intendenta en Avellaneda y fue electa senadora nacional junto con Esteban Bullrich, fue la interventora del SOMU. En esa intervención se designaron muchos familiares y gente allegada a funcionarios, como la empleada doméstica del ministro Jorge Triaca. ¿Qué dice del episodio?
-Está a la vista. El tiempo aclara las cuestiones. Y no es algo aislado. Hay una lista de más de 200 nombramientos que no tienen nada que ver con la actividad propia del sindicato de obreros marítimos. Y Gladys González fue candidata en Avellaneda sin ser de aquí. Ella es de Bolívar. Hay cosas que son muy fáciles de verlas. Uno, cuando tiene chicos chicos, los manda a la escuela. ¿En qué distrito están anotados los pibes?
–¿Cuál fue la mejor gobernación peronista de la provincia de Buenos Aires para usted? ¿Cafiero, Duhalde, Ruckauf, Solá o Scioli?
-La de Cafiero no la recuerdo demasiado. En la época de Duhalde hubo algo que fue transformador para nosotros que fue el Fondo del Conurbano Bonaerense, por el cual se hicieron muchísimas obras.
–Ahora puede volver, con algo parecido. Eso se votó hace poco.
-Sí, pero antes era con participación de los municipios y existía un organismo que administraba los recursos. Y había una Comisión Bicameral que hacía el control. Había una distribución equitativa entre los municipios. Permitió hacer muchas obras trascendentes acá, como haber resuelto las inundaciones de Gerli, donde había 60 mil o 80 mil vecinos que se inundaban. (Baldomero) ‘Cacho’ Álvarez era intendente y yo era el secretario de Obras Públicas. Hicimos jardines de infantes, escuelas. Por otro lado, si se mira desde la calidad institucional y desde algunas reformas, creo que la gobernación de Felipe Solá tuvo algunas consideraciones bastante buenas, como el nombramiento de Arslanian. Pero en la época de Felipe, siendo Duhalde presidente, también ocurrió lo del Puente Pueyrredón.
-Acá en Avellaneda.
-Que sucedió efectivamente en Avellaneda. Kosteki y Santillán, con toda una cuestión de la Bonaerense. Con el comisario (Alberto) Fanchiotti, sí.
-¿Cómo es la relación de los intendentes del PJ con Vidal? La relación que tiene usted no es la misma de otros. De hecho, algunos firmaron el Pacto Fiscal y los legisladores que responden a esos jefes comunales acompañaron ciertas iniciativas en la Legislatura. ¿Eso lo entiende?
-Sí, lo comprendo. Cada uno es amigo de quien quiere.
–Cerca de fin de año, en un acto que usted compartió con Cristina en Villa Dominico, tuvo palabras muy duras para esos intendentes. Ese mismo día se había concretado una reunión en la Casa Rosada, con algunos intendentes peronistas, Rogelio Frigerio y Diego Bossio. Hubo una foto incluso.
-Sí, pero yo no la critiqué. A mí me parece que no está mal. Lo que sí está mal es que la gobernadora no hable conmigo. Yo soy un intendente, represento a una determinada cantidad de vecinos de un municipio bonaerense y genero una gestión, y no le pido absolutamente nada. Todo lo contrario. Este año voy a invertir casi 300 millones de pesos en escuelas, con recursos de los vecinos de Avellaneda. Voy a invertir casi 80 millones de pesos en seguridad. Para resolver cosas de las que la gobernación no se hace cargo. Por más que uno tenga diferencias, tiene que tener una relación institucional. Lo que no nos podemos es faltar el respeto desde lo personal. Y volviendo a los intendentes, cada uno hace lo que puede. Lo que puede también va en función de la filosofía que uno tenga. Yo cuando fui intendente me empecé a preocupar por independizarme económicamente. Entonces generé una cantidad de acciones económicas, de mi matriz económica, que permitieron que el municipio tuviera independencia económica.
-¿Cuáles fueron esas acciones?
-Analizo los sectores económicamente más poderosos del partido de Avellaneda, a los que les sigue yendo muy bien, y cargo las cuentas sobre eso. Bancos, terminales portuarias, hipermercados, petroleras.
-¿Con qué impuesto?
-Con la Tasa de Servicios Generales o muchas veces con Higiene y Seguridad, modificando la alícuota de la tasa que tributan en función de las ventas que ellos van teniendo. Así voy generando una matriz económica progresiva.
-¿Y esas empresas no se quejan?
-Por supuesto que se quejan. Me judicializan. Me amenazan.
-¿Y eso no lo hacen otros intendentes?
-Y… capaz que no lo hacen. Cuando alguien que es el mayor contribuyente de la ciudad me amenaza que me va a judicializar, yo camino por la cornisa. Pero, bueno, después buscamos un lugar en el que encontramos el consenso. Pero yo antes me planto desde una posición que considera que a esos sectores les va muy bien pero al común de los vecinos no.
-¿Cuál es el principal contribuyente de Avellaneda? ¿Una petrolera, no?
-Sí. Nosotros tenemos 125 mil frentistas de los cuales nos pagan periódicamente 89 mil, 90 mil. De esos 90 mil, 7 mil frentistas que habían pagado diez años seguidos en 2017 no nos pagaron. Es un síntoma de la crisis económica que llega a las familias. Esa decisión de los vecinos resultó en que el año pasado dejamos de recaudar 35 millones de pesos. ¿Qué hicimos entonces? Elegimos a un sector económico, sobre el que teníamos datos oficiales de que en 2017 les había ido muy bien –eran 6 empresas-, y les aumentamos en un valor grande. Tuvimos una disputa y finalmente acordamos un valor. Esas 6 empresas tributaron el año pasado 45 millones de pesos. O sea que perdimos 35 millones por un lado pero recuperamos 45 millones.
-¿Y eso no se judicializó?
-No. Son las decisiones que uno toma al gestionar. Si yo me hubiera quedado de brazos cruzados, tendría un problema. Le doy otro ejemplo: las empresas de servicios públicos. Que aumentan, aumentan y aumentan. Yo hice una ordenanza por medio de la cual a las empresas de servicios se les aumenta por Servicios Generales, Apertura de Vías Públicas, Higiene y Seguridad el mismo porcentaje que ellos nos aumenten a nosotros. Si al municipio las empresas de servicios nos aumentan el 50%, yo les aumento el 50%. Hicimos una ordenanza: nos apoyaron todos los concejales menos los del PRO. Si las empresas de servicios públicos acá todos los meses aumentan, yo les aumento. Así tengo un pari passu. Porque ellos concentran la economía, no es que la plata la reinvierten. También hemos hecho un proceso de regularización dominial que permitió que 7 mil frentistas que no pagaban empiecen a pagar. Son todas políticas que apuntan a consolidar la independencia económica del municipio. La tasa municipal es una tasa que se paga con una fórmula polinómica que establece que uno de los porcentajes es el valor de tu propiedad. Si mi casa vale el doble que la tuya, yo pago más de lo que pagás vos. Tenemos una tasa progresiva. Los que más tienen son los que más pagan. Y eso nos permite tener autonomía. Cuando yo empecé la gestión en Avellaneda, el 34% de los recursos del municipio provenían de la coparticipación; hoy la coparticipación es del 21%. Se generaron una cantidad de recursos propios.
-¿Eso es lo que le permite resistir y no depender tanto de las transferencias de la provincia de Buenos Aires?
-¡Pero es cómo deberíamos hacer todos! Nadie debería depender de nadie.
-El argumento del PRO es que no debe haber impuestos ‘distorsivos’. Tanto a nivel municipal como provincial.
-Entonces hay que cambiar la ley (de coparticipación).
–Otro argumento del gobierno es que los intendentes no deberían tener atributos para fijar impuestos que, supuestamente, desalienten la inversión.
–Son las facultades que tenemos. Las facultades que están previstas en la autonomía municipal. Y, si no, hay que modificar la ley. Eliminemos la autonomía municipal y entonces se coparticipará de otra manera. Y se hará todo de otra manera. Lo cierto es que de 135 municipios bonaerenses, tenemos 135 realidades muy distintas. Yo, en Avellaneda, tengo 39 jardines de infantes municipales. Tengo 14 jardines maternales. Tengo 24 unidades sanitarias. Tengo centro de zoonosis. Tengo orquesta sinfónica -60 empleados-, 24 empleados de la orquesta de tango. Ocho institutos terciarios del área cultural con más de 330 trabajadores. SI uno analiza qué municipio tiene las mismas características que el mío, que me lo diga. Acá hay cuatro gremios municipales. En los últimos siete años, hemos dado los aumentos salariales más importantes de la provincia de Buenos Aires. Para este año di 30% de aumento para el que viene. Y en Avellaneda, por cada año de antigüedad, se cobra 4% más sobre el total de la masa salarial más la suma fija. O sea que todos los trabajadores, de bolsillo, el año pasado embolsaron 34% más. En Avellaneda creo que hay 5000 trabajadores y seguimos dando la mayor cantidad de servicios, y lo hacemos con un nivel de salarios que está bastante por arriba de la media del resto de los trabajadores
–Vidal ofreció, para la paritaria docente, 15% en tres cuotas, sin cláusula gatillo y con una bonificación por presentismo retroactivo, que todos lo interpretan como un adicional para los docentes que no hicieron paro el año pasado. ¿Cómo ve la paritaria?
-Difícil.
-¿La oferta de Vidal es una provocación?
– Vidal primero apunta a la estigmatización del gremio. Salió una denuncia contra Baradel y el IOMA pero Baradel no tiene nada que ver, porque el gremio de él tiene un solo representante en el IOMA. Los gobernadores se comprometen a poner un límite en la paritaria en el 15% y eso es una definición macroeconómica de la Casa Rosada que seguramente tratará de llevar hasta sus últimas consecuencias. Y después cada gobernador tendrá que ver hasta dónde banca la protesta o no. Los bancarios vienen con un nivel de paros y de paralización de la actividad súper fuerte. ¿Cómo se sostiene en el tiempo? Habrá que ver.
–El acto del 21F fue un éxito de convocatoria y abre una nueva etapa en la convivencia del sindicalismo con Macri. ¿Cuál es la verdadera razón del distanciamiento de Moyano con el presidente?
-La verdad, no lo puedo contestar. Lo único que sé es que a mí me gusta este Moyano. Y me gusta lo que está sucediendo, y me gusta que articule en defensa de los trabajadores con un movimiento tan importante. Porque Camioneros es un sindicato que tiene la capacidad de movilizar y generar acciones concretas contra todo esto: el techo paritario, con el tema de la precarización, la Reforma Laboral, que era algo que venía muy rápidamente atrás de la aprobación de la Reforma Previsional.
-Algunos medios insisten con que Hugo Moyano está en decadencia. ¿Comparte?
-Nooooo. Y uno lo ve. No me parece. Tiene un sindicato con una capacidad y un poder muy fuerte. Uno también se puede equivocar y puede diagnosticar que un gobierno va a ser de una determinada manera. En el gobierno anterior se hacían paros por el tema del impuesto a las Ganancias de los trabajadores. Hoy no está ni en la agenda. Pero seguramente debe haber más trabajadores que pagan impuestos a las Ganancias que los que había en 2015. Así que, la verdad, uno va cambiando la agenda en función de la realidad.