(Por Ignacio Cantala) La situación económica de la provincia no mejora y Vidal no cambia el rumbo. Datos de la situación económica y la realidad política bonaerense.
Encontrar siempre la misma piedra en el camino y no modificar el rumbo sólo se puede explicar por el convencimiento del rumbo elegido, incluso cuando esas piedras sepulten sueños, derechos y posibilidades de otros compatriotas.
De acuerdo a los números que mes a mes reflejan la situación económica de la Provincia de Buenos Aires, podemos afirmar que la Gobernadora Vidal va ansiosa y raudamente en búsqueda de las piedras. Un joven legislador suele graficar esta situación afirmando que “parece que toma decisiones porque disfruta tirándose de palomita contra las piedras”.
De este modo, llegó diciembre y el zapato del trabajador, del estudiante, de la ama de casa y del jubilado bonaerense se llenaron de piedritas que hacen imposible su andar. Por ellas debieron cambiar sus rutinas cotidianas, reducir sus momentos de esparcimiento y dejar de proyectar un mañana mejor para concentrarse en cómo garantizar que los días pasen dignamente.
Como todo el año, el empleo en la Provincia de Buenos Aires sigue en la senda negativa, y en el último trimestre la desocupación alcanzó los preocupantes dos dígitos y se ubicó en el 10,3%.
En el sector privado la tendencia descendente se ratificó en el mes de septiembre con una caída de 0,1% mensual y de 1,5% interanual.
El otro dato que complementa el escenario es el aumento de la tasa de actividad por efectos de la búsqueda de trabajo impuesta por la caída de los salarios, llegando a 45,7% en el tercer trimestre de 2016.
La situación, pese a que no perturba el gesto mediático angelical de la gobernadora, es preocupante. Así se lo manifiesta cada intendente que la visita.
La gente agolpada cada mañana en las dependencias municipales reclamando por las tarifas, por comida, por salarios, etc. son manifestaciones de una situación social asfixiante que pone en alerta a los intendentes, pues saben los pasos que completan el circulo si no se tuerce el camino, si no se decide salir del camino de piedras.
Otro dato preocupante es la recaudación fiscal, es decir, los recursos con los que cuenta Vidal para llevar adelante su gestión y su plan de gobierno. Sólo en noviembre la recaudación registró una caída del 5% en términos reales en relación al mismo mes del año anterior.
La principal razón debe buscarse en el impuesto a los ingresos brutos, que representa las tres cuartas partes de la recaudación, que tuvo una caída del 6,6%. Teniendo en cuenta que se trata del tributo que marca el ritmo y dinamismo de la economía bonaerense parece que la recesión se consolida.
Además, la caída de las exportaciones provinciales se contrajo un 8,3% y la industria manufacturera un 3,8% en lo que va del año. Uno de los pocos datos positivos tiene que ver con el nivel de ventas de automóviles de alta gama que aumentó un 10,2%, es decir, el modelo Vidal favorece a los segmentos de mayores ingresos.
Los 3.000 millones de dólares de endeudamiento contraídos hasta el mes de noviembre, que sumado a todas las colocaciones de deuda del tesoro alcanzan la cifra de $73.650 millones no han logrado mejorar siquiera la situación macroecónomica.
Es un fin de año lleno de piedras para Vidal. Piedras de la recesión, de la desocupación, del tarifazo, de la caída del salario, del endeudamiento y de la inseguridad. La paradoja es que ella misma ha sembrado ese camino buscando que muchos tropiecen y queden a un costado.
Los hombres de Vidal que siguen el termómetro del territorio reconocen en off que la “paz social” y un “diciembre sin conflictos” logrados por el gobierno nacional a costa de planes y acuerdos con las organizaciones sociales dialoguistas puede postergar reclamos, pero no más que eso.
En su nota del lunes en La Nación, Carlos Pagni preanunció marchas del silencio por la inseguridad.
Mas alla de la afición de Vidal por sembrar de piedras el camino, este cronista humildemente advierte que si bien el hombre tropieza con la misma piedra más de una vez, también es cierto que luego la levanta y la arroja para despejar su camino.