Papelón: ante la crisis energética el gobierno recurre al gas de Bolivia y Chile

A pesar de que desde el gobierno aseguraban meses atrás de que se dejaría de importar gas de Bolivia, ahora tuvieron que dar marcha atrás.

El gobierno argentino enfrenta un nuevo giro inesperado en su estrategia energética la cual ha visto fracasar todos sus planes de contingencia que incluían alquilar barcos generadores de Turquía y el suministro de pilas de almacenamiento.

Finalmente y a pesar de haber anunciado con bombos y platillos en marzo del año pasado que dejaría de importar gas natural de Bolivia, asegurando que no volvería a hacerlo a partir de octubre Argentina dejará de importar gas natural desde Bolivia (habían afirmado desde el gobierno), la realidad actual lo obliga a reconsiderar esa postura. Las altas temperaturas que aun no constituyen una ola de calor, han disparado la demanda de energía, presionando el suministro interno y dejando en evidencia la necesidad de alternativas inmediatas para evitar cortes de energía y estabilizar los precios.

En este contexto, las autoridades argentinas se encuentran en negociaciones tanto con Bolivia como con Chile para garantizar el suministro adicional de gas. Bolivia, que había sido descartada como proveedor estratégico tras casi dos décadas de relación comercial, ahora se perfila nuevamente como una solución temporal mediante un contrato spot. Chile, por su parte, también busca cerrar acuerdos para abastecer a las regiones más necesitadas del norte argentino.

El contraste entre las declaraciones del año pasado y las acciones actuales subraya la complejidad de la autosuficiencia energética. Si bien Argentina ha avanzado en el desarrollo de su producción local, especialmente en la formación de Vaca Muerta, el sistema aún no es lo suficientemente robusto como para soportar picos de demanda sin recurrir a la importación.

Además, la relación con Bolivia enfrenta tensiones adicionales debido a una deuda pendiente que complica las negociaciones. Mientras Bolivia acusa a Argentina de no haber cumplido con un pago de 10,6 millones de dólares, la empresa estatal Enarsa sostiene que se trata de una discrepancia técnica sobre el volumen de gas entregado.

Este escenario obliga al gobierno argentino a adoptar un enfoque pragmático, al igual que con Brasil de Lula, dejando de lado las declaraciones del pasado y su disputa ideológica con el país vecino para priorizar la seguridad energética de su población. Las negociaciones con Bolivia y Chile, aunque temporales, serán esenciales para garantizar el abastecimiento durante los meses críticos, subrayando que, en cuestiones energéticas, las decisiones políticas deben estar en sintonía con las realidades del mercado y las necesidades inmediatas del país.

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