Sin plan B, aunque CFK no se presente
(por Andrés Fidanza) El gobierno ya ató su suerte a un rumbo económico y a un discurso de campaña: rivalizar con una imagen estereotipada del populismo kirchnerista, encarnada en la figura de la ex presidenta. Ante esa estrategia cerrada del macrismo, Axel Kicillof, uno de los voceros informales de Cristina Kirchner, sugirió que ella no debería ser candidata en las legislativas. El razonamiento del diputado y ex ministro de Economía (y no sólo de él), es que la presencia de CFK pondría en un segundo plano al plebiscito sobre la gestión oficialista, tanto la de Mauricio Macri como la de María Eugenia Vidal.
Esa posibilidad generó (y todavía lo hace) un combinatoria de confusión, esperanza y revuelo entre las tribus peronistas, incluida la de Sergio Massa. En Casa Rosada, sin embargo, no hay un plan B. Ya sea CFK, Daniel Scioli o Florencio Randazzo (aunque muchos preferirían que fuera Cristina, por aquel dato estadístico sobre el techo bajo), el gobierno tiene un guión preescrito: anti-kirchnerismo de trazo grueso, denuncias de un clima destituyente (sí, como el anterior clima destituyente), intransigencia en la negociación con los gremios, candidaturas de perfil bajo, apuesta al proselitismo 2.0, un shock de obras en el conurbano, y la renuncia absoluta a organizar (y ni siquiera intentarlo) una manifestación en apoyo a Cambiemos. “La calle no es lo nuestro”, resume un funcionario con oficina en la Rosada.
El gobierno se entusiasma con algunos datos económicos macro, más los mimos que le dedica una parte del establishment político y financiero internacional. Los reyes de Holanda y el presidente de España Mariano Rajoy fueron los últimos en arropar a Macri, en un contexto local de descontento a la suba. La reciente gira de Macri por Holanda sirvió para compensar su profunda incomodidad frente a los aniversarios del golpe de Estado de 1976. Sin mucho tacto, conocimiento o interés por correr la carrera de la condena a la dictadura (al contrario, una parte de su gabinete busca instalar una versión light de la teoría de los dos demonios), el presidente está condenado a padecer cada 24 de marzo.
Su tropa, por su parte, demostró que no habrá tregua en el machaque discursivo de la polarización. En el Día de la Memoria, los diputados de Cambiemos posaron con tres carteles. Los lemas fueron: "Los derechos humanos no tienen dueño", "Nunca más a los negocios con los DD.HH" y "Nunca más a la interrupción del orden democrático". Así, dos sobre tres consignas apuntaron directamente al ciclo kirchnerista, por sobre la condena al golpe de Estado de 1976. En adelante, cada noticia, efeméride, accidente o conferencia de prensa estará puesta en función de reforzar esa rivalidad. “Es una realidad que viene de abajo hacia arriba, no la imponemos nosotros”, revela un vocero de gobierno. Las encuestas macristas (a cargo de Isonomía) y los focus group (hechos por el equipo de Jaime Durán Barba) recomiendan, al menos por ahora, seguir esa hoja de ruta.
Así, las candidaturas peronistas no alterarán el panorama ni el reparto de roles dentro del gobierno. Los vicejefes de gabinete Mario Quintana y Gustavo Lopetegui se dedicarán a la gestión. Rogelio Frigerio y Emilio Monzó (un poco menos, por estar en penitencia) se encargarán de la relación con gobernadores, intendentes y legisladores, así como del armado político en el interior. Omnipresente, Marcos Peña supervisará ambas áreas. A cinco meses para las PASO, y con mínimos matices en caso de que Cristina Kirchner decida no presentarse, esa es la principal y casi única apuesta del macrismo.