A contramano de las principales ciudades de la región y del mundo, el precandidato a jefe de gobierno porteño por el PRO, confirmó que de ser electo continuará con la misma política de desinversión en la red de subtes en lo que ya se ha convertido en una marca registrada del macrismo en la ciudad.
El precandidato a jefe de gobierno por la ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri anuncio ayer en el programa de televisión “una vuelta más” que no tiene la más mínima intención de seguir adelante con la red de subtes: “no puedo hacer subtes en un país como este que no puede tomar crédito” afirmo, mismo argumento utilizado por Larreta a pesar de que durante el gobierno de Mauricio Macri se tomaron créditos multimillonarios la red de subtes se degradó aceleradamente, con líneas enteras en estado considerable de abandono, coches plagados del peligrosísimo asbesto (lo que derivó en un alto riesgo sanitario para los usuarios y trabajadores de la red), diminución de su franja horaria de uso (una red con cada vez menos horas de operatividad), estaciones en mal estado, inseguridad constante etc. derivando en una profunda crisis con reclamos gremiales recurrentes. Merece la pena señalarse que otras administraciones de la ciudad aun en medio de crisis económicas severas siguieron invirtiendo en la red e incluso iniciando obras nuevas, como bien señala el sitio especializado “enelsubte.com”, en relación a la línea H: En diciembre del año 2001, una grave crisis política, económica y social barrería con el marco y los supuestos sobre los que se había asentado el proyecto. Sin embargo, las obras nunca se interrumpieron. En medio del default y el cierre del acceso al crédito que enfrentaba el país, los trabajos fueron financiados íntegramente con recursos del Tesoro porteño y de la ley nacional 23.514 (Fondo Permanente para la ampliación de la red de subterráneos)… Agregando que “no era el único frente de obra en marcha por esos años: mientras se construía el primer tramo de la línea H también avanzaban los trabajos de extensión de las líneas A y B”. Las sucesivas administraciones macristas por el contrario vienen bajo distintos pretextos cajoneando sistemáticamente los planes y propuestas de nuevas líneas como la F, la G y la I contempladas incluso en la Ley 670 del año 2001, como así también boicoteando la extensión de las líneas existentes. En este sentido el discurso del PRO en la ciudad va por un lado y la realidad por el otro, mientras Mauricio Macri prometía 10kms de subte por año en el 2007 (sin avanzar ni medio metro) y mientras hoy el larretismo habla de una “ciudad verde, resiliente y segura para los vecinos”, lo cierto es que los espacios verdes públicos son entregados a cambio de dinero contante y sonante a los grandes desarrolladores inmobiliarios, y la red de subtes lleva años estancada presentando como triste record de gestión el hecho de que actualmente no hay estaciones de Subte en construcción por primera vez en casi medio siglo. No se puede seguir pensando una ciudad de este tamaño, importancia y complejidad a la que ingresan y por la que circulan diariamente millones de personas, sin subtes. El transporte público de la ciudad debe ser amigable con el medio ambiente, debe ser de calidad y debe contribuir a una mayor eficiencia y descongestionamiento del tráfico en superficie. En tal sentido según los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU (ODS 2030) a los cuales la Ciudad de Buenos Aires adhiere, se proyecta que: “La mitad de la humanidad, 3500 millones de personas, vive hoy en día en las ciudades y se prevé que esta cifra aumentará a 5000 millones para el año 2030”, en este contexto la utilidad y valor del transporte subterráneo es indiscutible y no se puede pretender suplirlo con maquillaje, bicicletas amarillas y metrobuses contaminantes como los que hoy circulan, hacer esto es ir a contramano de la realidad global y habla de una falta de previsión total donde se priorizan objetivos electorales de corto plazo e intereses de lobbys en detrimento de una ciudad para todos y con mejor calidad de vida.