Alertan que por las desregulaciones las muertes por ingesta de monóxido de carbono se dispararon un 57% en lo que va del 2025
El gobierno de Milei permitió que el gas de uso doméstico tuviera más potencia de la que pueden soportar los aparatos, y eso generó que se libere un gas invisible y mortal: el monóxido de carbono.
La decisión del gobierno de Javier Milei y su ministro de desregulación Federico Sturzenegger de modificar los parámetros técnicos del gas natural inyectado en los ductos del país está teniendo consecuencias fatales. Según datos recopilados por distintas instituciones y confirmados por el sitio Chequeado , las intoxicaciones por monóxido de carbono han subido un 57% en comparación con el mismo período del año anterior , convirtiéndose en una de las crisis sanitarias más graves de los últimos años.
Este repunte coincide con una resolución del Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS) que autorizó un aumento en el poder calorífico del gas transportado vía ductos, una medida alineada con los intereses de las empresas productoras radicadas en la cuenca neuquina de Vaca Muerta. Sin embargo, esta modificación no fue acompañada por ajustes en la infraestructura ni en los artefactos domésticos e industriales, muchos de los cuales siguen calibrados para funcionar con el nivel calórico anterior.

Cuando el gas tiene un mayor poder calorífico y se quema sin suficiente oxígeno, la llama cambia de color: pasa de azul a amarilla . Este cambio visual esconde un riesgo letal: la combustión incompleta genera monóxido de carbono , un gas tóxico, inodoro e invisible que puede provocar desde mareos hasta la muerte. Los equipos domésticos están diseñados para trabajar bajo ciertos estándares técnicos, y cualquier alteración en la composición del gas sin previo aviso o adaptación tecnológica pone en riesgo a millones de usuarios.
Empresas distribuidoras como Camuzzi, Naturgy, Ecogas y Litoralgas advirtieron antes de la medida que no podían garantizar la seguridad de los usuarios si se modificaban los parámetros actuales. Fabricantes de artefactos como Coppens también deslindaron responsabilidades, mientras que cámaras industriales alertaron sobre posibles daños irreversibles en maquinaria sensible. Pero sus advertencias no fueron escuchadas.
Una tragedia anunciada
Lo que hoy se vive en todo el país parece haber sido una tragedia anunciada . Ya en octubre del año pasado, voces especializadas alertaron sobre los riesgos de aumentar las calorías del gas sin realizar una adecuada campaña de comunicación ni adaptaciones técnicas. Aunque se argumentó que estudios realizados por el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) avalaban la medida, empresas del sector cuestionaron la metodología y el alcance de dichos análisis, señalando que representaban los intereses de los productores, no de los usuarios.
Un caso emblemático es el de una familia de Villa Devoto que perdió la vida por intoxicación con monóxido de carbono. Trágicamente, no fue un hecho aislado. En distintas provincias del país se han registrado múltiples casos de intoxicaciones y fallecimientos vinculados al gas. Familias enteras han sido encontradas inconscientes en sus hogares, muchas veces sin síntomas claros que les permitieran reaccionar a tiempo.

¿Por qué no se revierte la medida?
Una clave del problema está en el Gasoducto Néstor Kirchner , que por falta de obra pública en plena ola polar opera apenas al 70% de su capacidad, lo que reduce la presión necesaria para garantizar una correcta distribución del gas. Para algunos expertos, esto obliga a mezclar el gas con otras sustancias —como alcoholes— que mejoran su fluidez pero interfieren con la odorización del mercaptano, el compuesto que permite detectar fugas por olor.
Además, hay quienes señalan que un mayor poder calorífico hace que el gas combustione más rápido , lo que no solo multiplica los casos de intoxicación, sino también el riesgo de incendios domésticos e industriales.
Crisis energética y doméstica
Esta situación no solo afecta a los hogares, sino también a la industria. La falta de estabilidad en la calidad del gas ha generado cortes de suministro, cierres de estaciones de GNC, pérdidas millonarias por la suspensión de exportaciones a Chile y una creciente dependencia de importaciones urgentes que ponen presión sobre las reservas del Banco Central.
Las muertes por monóxido de carbono son parte de la misma película: una política energética que prioriza la exportación del recurso antes que la seguridad de los ciudadanos, que ignora las advertencias técnicas y que, en lugar de resolver problemas, los multiplica.